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Argentina, entre los tres países con más inflación en 2015

Martes, 09 de febrero de 2016 01:30
Con un índice del 26,9% durante el año pasado, Argentina se ubicó en el tercer puesto de los países con más inflación en el mundo, detrás de Venezuela, que marcó el récord con 273,7% y de Ucrania, que registró 43,3%, según un informe presentado por el FMI.
En el trabajo, se destaca que "América Latina aún cuenta con varias economías entre las naciones con mayor inflación a nivel mundial, como Venezuela, que tiene la tasa de inflación más alta del mundo y Argentina que ocupa la tercera posición", y más atrás en el puesto 21 entre los que integran el "club" de los dos dígitos apareció en el último año Brasil con 10,7 por ciento.
"La inflación en América Latina ha disminuido notablemente en las últimas décadas. No obstante, el promedio de la región aún se encuentra por encima de la registrada en otras áreas geográficas con niveles similares de desarrollo", observa el reporte.
"Al igual que ocurrió en el pasado, detrás de esta elevada inflación se encuentra un importante deterioro de las finanzas públicas y dominancia fiscal, que se expresa a través del financiamiento que los gobiernos demandan de los bancos centrales, producto de la falta de independencia de estas instituciones", considera el trabajo de la entidad multinacional.
Las inversiones, a la baja
Una de las consecuencias de ese fenómeno muchas veces subestimado por los gobiernos, y también por gran parte de la población latinoamericana, e incluso ahora en la Argentina en la que no son pocos los economistas que aconsejan una baja gradual de la inflación y más aún del déficit fiscal, podría ser derivar en una recesión. Justamente, las naciones con alza de precios a ritmo de dos dígitos al año fueron las que experimentaron un mayor retroceso en la inversión productiva.
El plan del Gobierno
Desde el oficialismo se plantean la implementación de un sistema de metas de inflación para reducir de manera gradual el alza de precios.
El método se llama "inflation targeting" y fue implementado por primera vez en la década del 80 por el Banco Central de Nueva Zelanda, a través de metas explícitas de inflación, lo que le permitió lograr una marcada desaceleración de los precios en su país.
Las metas se basan en la premisa de que los aumentos sostenidos de los precios no se explican exclusivamente por la expansión monetaria o el estado de las cuentas fiscales, sino que también influyen otros elementos como las expectativas de los agentes económicos.
Para lograr el objetivo, el primer paso es fijar metas para la inflación claramente explícitas, como las que anunció días atrás Alfonso Prat Gay, que se impuso para este año bajar la tasa del 27% a un rango que oscile entre 20 y 25%, para pasar a uno del 12 al 17% en 2017 y recién llegar a un dígito en 2019.
El segundo punto básico es contar con un banco central con un algo grado de autonomía operativa.
Además, este tipo de políticas requiere un aumento progresivo de la transparencia y la comunicación política.
Muchas coincidencias con el programa del actual gobierno, que sabe que para un argentino, controlar la inflación es parte fundamental para asegurar la gobernabilidad.
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El Gobierno presiona para bajar el precio de la carne
Mientras el ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile, asegura que el precio de la carne sigue "caro", la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales Argentinas advirtió que el consumo de carne "muestra preocupantes señales de debilidad" por los precios de los distintos cortes.
Ayer, Buryaile aseguró que el precio de la carne "ha bajado sustancialmente" pero sigue "caro", y estimó que el precio del kilo de asado debería costar 90 pesos.
Según el funcionario, el asado "llegó a estar a 140, 150 y 160 pesos, pero hoy el precio ha bajado respecto a eso en alrededor de un 20% y se vende a 110, 105 pesos".
"A nuestro entender, ese valor todavía sigue siendo alto, porque el precio de salida de industria de la costilla es de 65 pesos por kilo", señaló Buryaile.
Por su parte la entidad que nuclea a los frigoríficos aseguró que "el consumo, que todavía es el 93% de la demanda, ha mostrado sus límites y la exportación pese a la drástica mejora en sus ingresos, todavía no arranca".
La Federación alertó que "el consumo popular muestra preocupantes señales de debilidad, porque los valores de la carne al mostrador han quedado en niveles que no guardan relación con el precio de la hacienda, especialmente si se consideran los precios de los cortes de los supermercados".
Además, señaló que "las faenas de noviembre y diciembre fueron 6% más bajas que el año anterior. Gran parte de esa hacienda retenida a la espera de las elecciones, de los cambios económicos y de la devaluación estuvo saliendo a la venta en enero, en un momento en que el consumo muestra debilidad".
También añadió: "La exportación, después del parate de la mayoría de las grandes fábricas para las fiestas de fin de año, ha mejorado sustancialmente su ingresos después de la devaluación, pero todavía nuestro novillo está bien por arriba de la cotización de Brasil o Paraguay y algo por arriba de Uruguay, país que tiene más y mejores mercados abiertos que nosotros".

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Con un índice del 26,9% durante el año pasado, Argentina se ubicó en el tercer puesto de los países con más inflación en el mundo, detrás de Venezuela, que marcó el récord con 273,7% y de Ucrania, que registró 43,3%, según un informe presentado por el FMI.
En el trabajo, se destaca que "América Latina aún cuenta con varias economías entre las naciones con mayor inflación a nivel mundial, como Venezuela, que tiene la tasa de inflación más alta del mundo y Argentina que ocupa la tercera posición", y más atrás en el puesto 21 entre los que integran el "club" de los dos dígitos apareció en el último año Brasil con 10,7 por ciento.
"La inflación en América Latina ha disminuido notablemente en las últimas décadas. No obstante, el promedio de la región aún se encuentra por encima de la registrada en otras áreas geográficas con niveles similares de desarrollo", observa el reporte.
"Al igual que ocurrió en el pasado, detrás de esta elevada inflación se encuentra un importante deterioro de las finanzas públicas y dominancia fiscal, que se expresa a través del financiamiento que los gobiernos demandan de los bancos centrales, producto de la falta de independencia de estas instituciones", considera el trabajo de la entidad multinacional.
Las inversiones, a la baja
Una de las consecuencias de ese fenómeno muchas veces subestimado por los gobiernos, y también por gran parte de la población latinoamericana, e incluso ahora en la Argentina en la que no son pocos los economistas que aconsejan una baja gradual de la inflación y más aún del déficit fiscal, podría ser derivar en una recesión. Justamente, las naciones con alza de precios a ritmo de dos dígitos al año fueron las que experimentaron un mayor retroceso en la inversión productiva.
El plan del Gobierno
Desde el oficialismo se plantean la implementación de un sistema de metas de inflación para reducir de manera gradual el alza de precios.
El método se llama "inflation targeting" y fue implementado por primera vez en la década del 80 por el Banco Central de Nueva Zelanda, a través de metas explícitas de inflación, lo que le permitió lograr una marcada desaceleración de los precios en su país.
Las metas se basan en la premisa de que los aumentos sostenidos de los precios no se explican exclusivamente por la expansión monetaria o el estado de las cuentas fiscales, sino que también influyen otros elementos como las expectativas de los agentes económicos.
Para lograr el objetivo, el primer paso es fijar metas para la inflación claramente explícitas, como las que anunció días atrás Alfonso Prat Gay, que se impuso para este año bajar la tasa del 27% a un rango que oscile entre 20 y 25%, para pasar a uno del 12 al 17% en 2017 y recién llegar a un dígito en 2019.
El segundo punto básico es contar con un banco central con un algo grado de autonomía operativa.
Además, este tipo de políticas requiere un aumento progresivo de la transparencia y la comunicación política.
Muchas coincidencias con el programa del actual gobierno, que sabe que para un argentino, controlar la inflación es parte fundamental para asegurar la gobernabilidad.
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El Gobierno presiona para bajar el precio de la carne
Mientras el ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile, asegura que el precio de la carne sigue "caro", la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales Argentinas advirtió que el consumo de carne "muestra preocupantes señales de debilidad" por los precios de los distintos cortes.
Ayer, Buryaile aseguró que el precio de la carne "ha bajado sustancialmente" pero sigue "caro", y estimó que el precio del kilo de asado debería costar 90 pesos.
Según el funcionario, el asado "llegó a estar a 140, 150 y 160 pesos, pero hoy el precio ha bajado respecto a eso en alrededor de un 20% y se vende a 110, 105 pesos".
"A nuestro entender, ese valor todavía sigue siendo alto, porque el precio de salida de industria de la costilla es de 65 pesos por kilo", señaló Buryaile.
Por su parte la entidad que nuclea a los frigoríficos aseguró que "el consumo, que todavía es el 93% de la demanda, ha mostrado sus límites y la exportación pese a la drástica mejora en sus ingresos, todavía no arranca".
La Federación alertó que "el consumo popular muestra preocupantes señales de debilidad, porque los valores de la carne al mostrador han quedado en niveles que no guardan relación con el precio de la hacienda, especialmente si se consideran los precios de los cortes de los supermercados".
Además, señaló que "las faenas de noviembre y diciembre fueron 6% más bajas que el año anterior. Gran parte de esa hacienda retenida a la espera de las elecciones, de los cambios económicos y de la devaluación estuvo saliendo a la venta en enero, en un momento en que el consumo muestra debilidad".
También añadió: "La exportación, después del parate de la mayoría de las grandes fábricas para las fiestas de fin de año, ha mejorado sustancialmente su ingresos después de la devaluación, pero todavía nuestro novillo está bien por arriba de la cotización de Brasil o Paraguay y algo por arriba de Uruguay, país que tiene más y mejores mercados abiertos que nosotros".

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