En el trabajo, se destaca que "América Latina aún cuenta con varias economías entre las naciones con mayor inflación a nivel mundial, como Venezuela, que tiene la tasa de inflación más alta del mundo y Argentina que ocupa la tercera posición", y más atrás en el puesto 21 entre los que integran el "club" de los dos dígitos apareció en el último año Brasil con 10,7 por ciento.
"La inflación en América Latina ha disminuido notablemente en las últimas décadas. No obstante, el promedio de la región aún se encuentra por encima de la registrada en otras áreas geográficas con niveles similares de desarrollo", observa el reporte.
"Al igual que ocurrió en el pasado, detrás de esta elevada inflación se encuentra un importante deterioro de las finanzas públicas y dominancia fiscal, que se expresa a través del financiamiento que los gobiernos demandan de los bancos centrales, producto de la falta de independencia de estas instituciones", considera el trabajo de la entidad multinacional.
Las inversiones, a la baja
Una de las consecuencias de ese fenómeno muchas veces subestimado por los gobiernos, y también por gran parte de la población latinoamericana, e incluso ahora en la Argentina en la que no son pocos los economistas que aconsejan una baja gradual de la inflación y más aún del déficit fiscal, podría ser derivar en una recesión. Justamente, las naciones con alza de precios a ritmo de dos dígitos al año fueron las que experimentaron un mayor retroceso en la inversión productiva.
El plan del Gobierno
Desde el oficialismo se plantean la implementación de un sistema de metas de inflación para reducir de manera gradual el alza de precios.
El método se llama "inflation targeting" y fue implementado por primera vez en la década del 80 por el Banco Central de Nueva Zelanda, a través de metas explícitas de inflación, lo que le permitió lograr una marcada desaceleración de los precios en su país.
Las metas se basan en la premisa de que los aumentos sostenidos de los precios no se explican exclusivamente por la expansión monetaria o el estado de las cuentas fiscales, sino que también influyen otros elementos como las expectativas de los agentes económicos.
Para lograr el objetivo, el primer paso es fijar metas para la inflación claramente explícitas, como las que anunció días atrás Alfonso Prat Gay, que se impuso para este año bajar la tasa del 27% a un rango que oscile entre 20 y 25%, para pasar a uno del 12 al 17% en 2017 y recién llegar a un dígito en 2019.
El segundo punto básico es contar con un banco central con un algo grado de autonomía operativa.
Además, este tipo de políticas requiere un aumento progresivo de la transparencia y la comunicación política.
Muchas coincidencias con el programa del actual gobierno, que sabe que para un argentino, controlar la inflación es parte fundamental para asegurar la gobernabilidad.
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En el trabajo, se destaca que "América Latina aún cuenta con varias economías entre las naciones con mayor inflación a nivel mundial, como Venezuela, que tiene la tasa de inflación más alta del mundo y Argentina que ocupa la tercera posición", y más atrás en el puesto 21 entre los que integran el "club" de los dos dígitos apareció en el último año Brasil con 10,7 por ciento.
"La inflación en América Latina ha disminuido notablemente en las últimas décadas. No obstante, el promedio de la región aún se encuentra por encima de la registrada en otras áreas geográficas con niveles similares de desarrollo", observa el reporte.
"Al igual que ocurrió en el pasado, detrás de esta elevada inflación se encuentra un importante deterioro de las finanzas públicas y dominancia fiscal, que se expresa a través del financiamiento que los gobiernos demandan de los bancos centrales, producto de la falta de independencia de estas instituciones", considera el trabajo de la entidad multinacional.
Las inversiones, a la baja
Una de las consecuencias de ese fenómeno muchas veces subestimado por los gobiernos, y también por gran parte de la población latinoamericana, e incluso ahora en la Argentina en la que no son pocos los economistas que aconsejan una baja gradual de la inflación y más aún del déficit fiscal, podría ser derivar en una recesión. Justamente, las naciones con alza de precios a ritmo de dos dígitos al año fueron las que experimentaron un mayor retroceso en la inversión productiva.
El plan del Gobierno
Desde el oficialismo se plantean la implementación de un sistema de metas de inflación para reducir de manera gradual el alza de precios.
El método se llama "inflation targeting" y fue implementado por primera vez en la década del 80 por el Banco Central de Nueva Zelanda, a través de metas explícitas de inflación, lo que le permitió lograr una marcada desaceleración de los precios en su país.
Las metas se basan en la premisa de que los aumentos sostenidos de los precios no se explican exclusivamente por la expansión monetaria o el estado de las cuentas fiscales, sino que también influyen otros elementos como las expectativas de los agentes económicos.
Para lograr el objetivo, el primer paso es fijar metas para la inflación claramente explícitas, como las que anunció días atrás Alfonso Prat Gay, que se impuso para este año bajar la tasa del 27% a un rango que oscile entre 20 y 25%, para pasar a uno del 12 al 17% en 2017 y recién llegar a un dígito en 2019.
El segundo punto básico es contar con un banco central con un algo grado de autonomía operativa.
Además, este tipo de políticas requiere un aumento progresivo de la transparencia y la comunicación política.
Muchas coincidencias con el programa del actual gobierno, que sabe que para un argentino, controlar la inflación es parte fundamental para asegurar la gobernabilidad.
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