Es cabecera del departamento homónimo, que tiene pueblos distantes como Amblayo, al que se puede llegar solo ingresando por Cachi.
Como la mayoría de los poblados de la región, San Carlos se encuentra a orillas del río Calchaquí. Es uno de los más antiguos de toda la provincia, que en un principio tuvo allí una fallida ciudad capital. Fue fundada por los españoles unas cuatro veces, porque los pueblos aborígenes ancestrales de la zona no permitían el asentamiento de una ciudad como la que pretendían los europeos.
Hasta el año de 1630, cuando los jesuitas se establecieron en una misión bajo la advocación de San Carlos de Borromeo, santo al que aún se festeja en la localidad todos los 4 de noviem bre.
Justamente, uno de los puntos más pintorescos del pueblo actual es que conservó a través del paso del tiempo y los ataques aborígenes el aspecto arquitectónico colonial de sus casas. La mayoría de los inmuebles tienen ese aire colonial metido dentro de sus paredes de adobe y ladrillo cocido, que se apoyan como abuelos centenarios entre las angostas callecitas.
Datos para no olvidar
Sobre todo San Carlos posee un interesante camping municipal, con cabañitas, baño muy cuidado y una pileta que en verano recibe a muchos capitalinos que están avisados de su existencia. Si no, hay varios hoteles, hostales y "casas", que provienen de familias tradicionales del lugar, hayan sido acondicionadas para recibir a los viajeros.
Aquí también podemos señalar que hay un turismo campesino bastante desarrollado que oferta sus servicios, con propuestas muy interesantes. Desde residir en una casa en el campo, participar de la vida diaria campesina, hornear pan y, por supuesto, hacerse de nuevos amigos.
Podemos encontrar excelentes artesanos de teleros, en cuero, cerámica, ramas de simbol, vinos regionales y cerveza.
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Es cabecera del departamento homónimo, que tiene pueblos distantes como Amblayo, al que se puede llegar solo ingresando por Cachi.
Como la mayoría de los poblados de la región, San Carlos se encuentra a orillas del río Calchaquí. Es uno de los más antiguos de toda la provincia, que en un principio tuvo allí una fallida ciudad capital. Fue fundada por los españoles unas cuatro veces, porque los pueblos aborígenes ancestrales de la zona no permitían el asentamiento de una ciudad como la que pretendían los europeos.
Hasta el año de 1630, cuando los jesuitas se establecieron en una misión bajo la advocación de San Carlos de Borromeo, santo al que aún se festeja en la localidad todos los 4 de noviem bre.
Justamente, uno de los puntos más pintorescos del pueblo actual es que conservó a través del paso del tiempo y los ataques aborígenes el aspecto arquitectónico colonial de sus casas. La mayoría de los inmuebles tienen ese aire colonial metido dentro de sus paredes de adobe y ladrillo cocido, que se apoyan como abuelos centenarios entre las angostas callecitas.
Datos para no olvidar
Sobre todo San Carlos posee un interesante camping municipal, con cabañitas, baño muy cuidado y una pileta que en verano recibe a muchos capitalinos que están avisados de su existencia. Si no, hay varios hoteles, hostales y "casas", que provienen de familias tradicionales del lugar, hayan sido acondicionadas para recibir a los viajeros.
Aquí también podemos señalar que hay un turismo campesino bastante desarrollado que oferta sus servicios, con propuestas muy interesantes. Desde residir en una casa en el campo, participar de la vida diaria campesina, hornear pan y, por supuesto, hacerse de nuevos amigos.
Podemos encontrar excelentes artesanos de teleros, en cuero, cerámica, ramas de simbol, vinos regionales y cerveza.