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Canónica: "El milagro humano es incluir y transformar la vida de los olvidados, eso nos enseñó Chifri"

Daniel Canónica, presidente de la Fundación Alfarcito, trabaja por hacer realidad en la Quebrada del Toro la inclusión y el bienestar de los olvidados, que era el sueño de su amigo el padre Chifri.
Jueves, 26 de octubre de 2017 00:00

Acaso la fotografía de esta página, abrazando al padre Chifri, sea la que más lo representa en esta etapa de su vida. Daniel Canónica, próspero productor agropecuario y actual presidente de la Fundación Alfarcito, se despierta todos los días con el impulso de hacer florecer el milagro en la Quebrada del Toro, una ardua misión que le dejó su entrañable amigo antes de irse de este mundo. Entre ellos quedaron pendientes nuevas reuniones para soñar con la inclusión y el bienestar de los olvidados. Y quedaron obras para mimar como es el colegio secundario de El Alfarcito, un verdadero centro de vida en los cerros del Toro, donde los chicos de 25 comunidades estudian, comen, socializan y proyectan un futuro que antes les estaba vedado. El esfuerzo es enorme y la ayuda, escasa. Sin embargo, con este golpe a la puerta de todos, seguramente abrirán para ayudar los cultores de la solidaridad y la filantropía.

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Acaso la fotografía de esta página, abrazando al padre Chifri, sea la que más lo representa en esta etapa de su vida. Daniel Canónica, próspero productor agropecuario y actual presidente de la Fundación Alfarcito, se despierta todos los días con el impulso de hacer florecer el milagro en la Quebrada del Toro, una ardua misión que le dejó su entrañable amigo antes de irse de este mundo. Entre ellos quedaron pendientes nuevas reuniones para soñar con la inclusión y el bienestar de los olvidados. Y quedaron obras para mimar como es el colegio secundario de El Alfarcito, un verdadero centro de vida en los cerros del Toro, donde los chicos de 25 comunidades estudian, comen, socializan y proyectan un futuro que antes les estaba vedado. El esfuerzo es enorme y la ayuda, escasa. Sin embargo, con este golpe a la puerta de todos, seguramente abrirán para ayudar los cultores de la solidaridad y la filantropía.

¿Qué pensamientos te desvelan mirando la obra que dejó Chifri?

Es una gran responsabilidad. Tenemos chicos estudiando en la universidad que vienen de 3.000 a 5.000 metros de altura y el afán es que logren su título, esa motivación es la herencia de Chifri, él nos enseñó el valor de estas personas que no existían para nadie antes, estaban perdidos entre los cerros sin futuro ni integración. Hay chicos que ya se recibieron de carreras terciarias y son nuestro orgullo. Chifri sabía que tenían la capacidad y el derecho de crecer. Pero todo desde la humildad y el silencio. Lo hacemos a través del programa Arraigo que intenta que se capaciten y vuelvan a la quebrada a trabajar y a asistir a la gente de la zona.

¿Cuáles son las urgencias de la gente de los cerros?

Me preocupa ahora que no podemos pagar la residencia en Rosario de Lerma para las chicas que van a la universidad en Salta, no tenemos fondos y las estamos reubicando en casas de familia o pensiones. La fundación paga todo con mucho esfuerzo y el dinero se acaba. Lo mismo pasa con el tema de la salud en la quebrada, no es suficiente y quiero insistir en la necesidad de que haya un centro de salud con médico permanente y una ambulancia. Hoy solo hay un puesto sanitario con un gran enfermero que no alcanza a atender los problemas de personas de 25 comunidades que llegan hasta El Alfarcito a atenderse. Y ahí también está el otro problema: no hay transporte. Necesitamos un colectivo todos los días, ahora pasa tres veces a la semana y la gente camina horas para salir desde sus comunidades a la ruta. Imaginate que hay 73 chicos en el albergue del colegio de Alfarcito que van 4 veces al año a sus casas por las distancias.

¿Sentís impotencia?

Muchas veces. Porque pienso que el milagro del ser humano no es que el ciego vea, que el paralítico camine; el milagro es poder transformar la vida de los demás, y eso me enseñó Chifri a mí y a toda mi familia que me acompaña en esto, sin ellos no podría. Siento pasión porque la obra de Chifri crezca, pero es remar contra la corriente siempre. Me pregunto muchas veces por qué lo hago, y sé que es una fuerza superior e invisible la que me moviliza. Y no solo a mí, cada colaborador, cada maestro, llega a los cerros y se enamora de la obra de Chifri y no baja los brazos jamás. Ese amor es esperanza que se contagia. Estuve en El Rosal el fin de semana pasado y es increíble el amor del maestro por su escuela y por los chicos, que a su vez están ilusionados con bajar hasta Alfarcito para estudiar la secundaria. Es toda una cadena de amor y esperanza.

Para colaborar

Cuenta Banco Macro Fundación El Alfarcito - CBU: 2850125930094060099271

e-mail: contacto@fundacio nalfarcito.org.ar.

 

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