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Extraterrestres diaguitas

Martes, 28 de noviembre de 2017 00:00

"Está bueno el culantro, pero no tanto", decía la gente de antes cuando alguien se volvía pesado y cargoso. 

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"Está bueno el culantro, pero no tanto", decía la gente de antes cuando alguien se volvía pesado y cargoso. 

En Cachi, tierra de apariciones, con ovnis y supuestos calchaquíes, la Intendencia ha resuelto ubicar a la recién llegada comunidad diaguita calchaquí a cargo de la explotación turística del "ovnipuerto", donde aún no aterrizó ningún extraterrestre. La base espacial de marras es obra de un personaje suizo de indudable creatividad, quien la construyó con sus propias manos y su personal peculio. Werner Jaisli apareció solo en Cachi, con su atuendo estrambótico, en la primera década del 2000. Tomamos contacto rápidamente, ya que al existir una empatía entre sus tareas y las nuestras comenzamos a comprarle los productos artesanales que fabricaba con sus manos largas y nervudas, mientras diseñaba trajes de uso estrafalario que terminaba una señora modista y costurera con orígenes cacheños radicada en Salta, para enviarlos a Marruecos, donde eran muy bien recibidos y pagados. Teníamos conversaciones amenas al atardecer en la casita que habitaba como inquilino, cerca de Fuerte Alto, mientras dibujaba y escribía con impecable redacción, ortografía y estilo caligráfico, sus trabajos que enviaría a su familia de Suiza.

Su familia esperaba que retornara a su patria para terminar con el sueño esotérico de los platos voladores. Pero el suizo tenía el numen creador muy desarrollado en este espacio de sueños extraterrestres y con mucho esfuerzo y sacrificio a través de varios años ejecutó lo que hoy le corresponde como ovnipuerto personal, ya que no son muchos los que hay detectados en el planeta. Ahora, cuando el suizo parece ser casi leyenda, los autodenominados calchaquíes, con discutibles cacicazgos, que no balbucean palabra alguna de kakan o cacan, la lengua extinta de los antiguos diaguitas. Ahora se instalan en una intendencia que no tiene idea del lío en que se mete. En Cachi, claro, se conoce a la perfección que esta forma de indigenismo no solo altera la paz de la comunidad, sino que pone en duda la vigencia de la Constitución y la presencia misma del Estado en el departamento. Ni el Gobierno ni la Justicia provincial han intervenido para terminar con el desenfreno de propiedades usurpadas, ataques físicos a propietarios y amenazas con expropiación de tierras en un lugar paradisíaco para establecer proyectos de envergadura. Este ovnipuerto mismo podría ser manejado por señoritas guías que creen un universo estelar y respetuoso y no se convierta -como ocurrió con la biblioteca popular de las Arcas- en un lugar de degradación y paganismo con muertos incluidos.

El soñado ovnipuerto de Werner no merece convertirse en un tugurio donde se levanten carpas para festejos paganos. Es muy grande el mal que causaron en los últimos diez años a una comarca signada para ser un paraíso energizante y de vida, con mayúsculas. Un cacique kakán, el recientemente converso Dr. Plaza, se habría enterado de que los supuestos ovnis que sobrevuelan el lugar hacen escala técnica en la adyacencia noroeste y se sumergen en un cerrito para reabastecerse de uranio, el combustible que los alimenta y retroalimenta la imaginación de los "curacas" con afán de descubrir el mineral y ofrecérselo a los norcoreanos. Mucho, ¿no?. Sin embargo, hay que recordarlo: el ovnipuerto no es del municipio ni de los caciques, sino del suizo.

 

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