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Sin margen para el error

Por Emiliano Rodríguez
Domingo, 17 de diciembre de 2017 00:00

El gobierno de Mauricio Macri empezará a transitar a partir de mañana lunes el tramo final del año, la última quincena de 2017, sin margen para el error después del escándalo registrado tanto dentro como fuera del Congreso nacional durante el fallido tratamiento del proyecto de ley de reforma previsional en la cámara de Diputados.

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El gobierno de Mauricio Macri empezará a transitar a partir de mañana lunes el tramo final del año, la última quincena de 2017, sin margen para el error después del escándalo registrado tanto dentro como fuera del Congreso nacional durante el fallido tratamiento del proyecto de ley de reforma previsional en la cámara de Diputados.

Es público y notorio que diciembre se ha convertido en un mes especial en la historia política reciente de la Argentina; tiene ese "no sé qué", y en esta ocasión amenaza claramente con poner en jaque a la administración macrista.

Los propios desaciertos de la Casa Rosada, que en su afán por diferenciarse de la gestión anterior sigue trastabillando con su estrategia de comunicación, empujaron al Gobierno hasta esta situación de incertidumbre y de tensión incluso puertas adentro, con la diputada Elisa "Lilita" Carrió desmarcándose de la bajada de línea oficial y alzando su voz disidente.

El macrismo se mantiene fiel, absurdamente fiel por momentos, al dogma comunicacional que proponen el "gurú" ecuatoriano Jaime Durán Barba y el jefe de Gabinete, Marcos Peña, aunque en esta oportunidad, es evidente que faltó una mayor presencia de Macri como presidente de la Nación asumiendo la responsabilidad de explicar y detallar los alcances de las reformas que impulsa el Gobierno, incluso, ¿por qué no en cadena nacional?

A veces, ni los mensajes de ocasión de los ministros ni el bombardeo de información mediante redes sociales alcanzan para llevar tranquilidad a quienes, asediados por el fuego cruzado de declaraciones entre oficialistas y opositores, están en su derecho si comienzan a sentirse preocupados y desconfían.

El Gobierno no logró, no supo apagar a tiempo las luces de alerta que encendió la oposición en torno del proyecto de reforma previsional, incluso después de que la iniciativa recibiera media sanción en la Cámara de senadores, y las consecuencias están a la vista: caos en las calles aledañas al Congreso, descontrol dentro del recinto -con el kirchnerismo junto a sus "nuevos aliados" haciéndose un festín con la suspensión de la sesión- y más nubarrones en el horizonte.

Si efectivamente esta propuesta que motoriza la gestión macrista cuenta con el respaldo de gobernadores -aunque trascendió que algunos dicen haber recibido "presiones"- y, a la larga, beneficia a los jubilados en general y al sistema previsional argentino en particular, el propio Macri debería haberse encargado de anunciarlo por cadena nacional, asumiendo de igual modo los costos de un eventual fracaso del plan.

"Chacho" Álvarez con polleras.

En definitiva, de eso se hablaba justamente en las redacciones periodísticas el jueves pasado por la noche, cuando tomaban fuerza las versiones sobre un posible Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) de Macri para "sacar" adelante la reforma jubilatoria. En ese contexto, se contemplaba la posibilidad de que el Presidente difundiera un mensaje por cadena nacional para explicar la situación. Finalmente, nada de ésto sucedió.

El Gobierno conserva la carta del DNU bajo la manga, pero su propia comisaria política de tiempo completo Carrió se paró de manos el mismo jueves para advertir que una decisión de esa naturaleza "violaría gravemente la Constitución Nacional".

Un puñado de días antes, "Lilita" había manifestado sus reparos acerca de la fórmula de actualización de los haberes jubilatorios -y de la Asignación Universal por Hijo (AUH)- que impulsa el Gobierno y después de la desmedida actuación de las fuerzas de seguridad que blindaron el Congreso y reprimieron tanto a manifestantes como a legisladores el jueves pasado, cuestionó a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.

La Casa Rosada aún tiene que resolver qué hará con Bullrich, cuya labor empezó a ser objetada incluso puertas adentro, sin ir más lejos, por Carrió por ejemplo, pero también debería establecer -si es que todavía no lo ha hecho- la estrategia de contención más conveniente para evitar que "Lilita" termine convirtiéndose en un problema para Cambiemos, con riesgo de implosión.

Carrió es como el Diego (Maradona), le mete ese gol maravilloso a los ingleses y después derrapa y queda al borde de la muerte. Tómalo o déjalo, como a "Lilita", dijo a NA una fuente de la coalición de Gobierno. El desafío intramuros está planteado para el macrismo: ¿cómo lidiar con una dirigente extraordinariamente influyente y que, además, viene de ganar por más del 50 por ciento de los votos en la ciudad de Buenos Aires?

Mientras tanto, en la oposición, en especial en los sectores más radicalizados, como el kirchnerismo, se relamen frente a la posibilidad de que Carrió se transforme en una especie de Carlos "Chacho" Álvarez con polleras, con actitudes que puedan restarle robustez y solvencia a una gestión que si bien recibió un amplio respaldo popular en las urnas hace apenas dos meses, transita por estos días por un momento complejo.

 

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