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26 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
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Con la banda Sin Vuelta, el rock pop se adueña de la noche en Salta

El grupo apuesta a la composición propia y al virtuosismo instrumental. Actuará, a partir de las 21.30, en El Teatrino (Aniceto Latorre y Alvear).
Sabado, 09 de diciembre de 2017 00:12

Un viaje sin retorno que se inicia con la decisión de dedicarse a la música y sin mayores precisiones que atender estados emocionales y vocaciones incontenibles. He aquí el porqué de la denominación Sin Vuelta para una banda de rock pop formada por cinco integrantes: Pablo González (36), bajo y coros; Santiago Pérez (26), percusión y batería; Juan Giménez (31), guitarra rítmica; Brian Pérez Machado (32), voz, y Mauricio Alejandro Haro (26), guitarra. Desde Salta, ellos empezaron a encender la mecha de su buena estrella, la que -confían- los guiará hacia los mejores escenarios internacionales. 

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Un viaje sin retorno que se inicia con la decisión de dedicarse a la música y sin mayores precisiones que atender estados emocionales y vocaciones incontenibles. He aquí el porqué de la denominación Sin Vuelta para una banda de rock pop formada por cinco integrantes: Pablo González (36), bajo y coros; Santiago Pérez (26), percusión y batería; Juan Giménez (31), guitarra rítmica; Brian Pérez Machado (32), voz, y Mauricio Alejandro Haro (26), guitarra. Desde Salta, ellos empezaron a encender la mecha de su buena estrella, la que -confían- los guiará hacia los mejores escenarios internacionales. 

El grupo se formó en 2013 a partir de que Santiago y Mauricio se juntaban en la intimidad de un hogar para tocar, siempre con la idea de hacer temas propios. Luego pasaron varios músicos hasta llegar a la formación actual. “A la música la tengo en mí desde que nací. Veía recitales y me imaginaba sobre el escenario desde entonces”, cuenta Mauricio, quien aprendió a tocar la guitarra con profesores particulares. 

Santiago desde los 10 años cursó estudios formales en percusión en la Escuela de Música. Mientras integraba bandas de amigos hacía covers de Maná, Bon Jovi y Aerosmith. Además, en el firmamento del rock pop internacional atendía con minuciosidad las técnicas de los grandes bateristas e intentaba aprender de ellos por imitación. En el caso de Juan su hermano mayor tocaba la guitarra y fue su primer maestro. Pablo dice que siempre la música ambienta sus recuerdos familiares como aquellos viajes largos entre Apolinario Saravia, de donde es oriundo, y Salta, cuando con su papá escuchaban a León Gieco, Sui Géneris y Mercedes Sosa. “Me daba cuenta de que tenía la facilidad de hacer segundas y terceras voces y la satisfacción que generaba en mí la música. Sentía que podía cantar a la par de ese disco”, dice, y esta intuición se fue desarrollando a partir de sus 15 años, cuando su papá le enseñó a tocar notas básicas. Luego se instaló en Córdoba para estudiar psicología y descubrió el bajo. “Ese sonido que me hacía vibrar y moverme si lo escuchaba en un pub”, dice. 

Brian cuenta que cuando tenía 9 años sufrió la muerte de su padre y se obsesionó con la música, primero para aislar el dolor: “Escuchaba con los discman a gran volumen y estaba educando el oído, pero no lo estaba haciendo conscientemente”. Ahora todos confluyeron, Facebook de por medio, para aliar el pop -esa música que muchos críticos juzgan de “inauténtica”, “hábilmente comercial” y basada en fórmulas de entretenimiento- con el rock -a menudo considerado una forma auténtica, sincera y anticomercial de la música.

 

Pablo es el arreglador musical de la banda, Mauricio, Santiago y Brian escriben las letras, muchas de ellas con basamento en experiencias de vida que han tenido un inesperado rendimiento para la ficción. “Creo que es más fácil escribir y componer luego de alguna vivencia. Se puede idear ficciones pero lo mejor es poner lo de uno”, explica Mauricio. Mientras que Pablo cuenta que va caminando por la calle y a veces sorprende a transeúntes que le apartan los ojos de mala gana al verlo grabar en su celular para atrapar una melodía volátil como el mercurio. 

“Por lo general surgen primero los estribillos y voy armando toda la estructura musical. Compongo a base de vientos, trompetas, saxos, y luego pienso qué letra le pongo o este estribillo me hace decir esto”, revela. Así como en el mensaje que desean transmitir también su esfuerzo está puesto en el virtuosismo instrumental y la conexión con el público. 

Por el momento grabaron un demo que contiene seis temas y proyectan dedicarse a su primer disco, luego de su actuación esta noche, a las 21.30 en El Teatrino (Aniceto Latorre y Alvear). 

“Sabemos que Dios atiende en Buenos Aires, pero también nos reflejamos en caminos que hicieron bandas como Karamelo Santo, de Mendoza; Eruca Sativa, de Córdoba; y Cielo Razzo, de Rosario. Sabemos que tenemos una oportunidad y que la única manera es laburando muchísimo”, señala Mauricio. A su lado Pablo apunta a un momento de quiebre insoslayable en las bandas: el de renunciar a los trabajos formales para apostar el todo por el todo a la música, una decisión harto compleja sin el acompañamiento de una compañía discográfica que los solvente. Pero ellos por el momento decidieron considerar “el vaso medio lleno”. 

“Creo que todas las bandas aspiramos a que un sello discográfico nos contrate y lo que más estamos disfrutando ahora -cuando recién empezamos- es la libertad de decidir hacia dónde ir y qué temas tocar”, reflexiona Brian, y se sabe que principalmente las discográficas -máxime el público- se rinden ante el sacrificio y el talento.

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