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Los ecuatorianos eligen mañana al sucesor de Rafael Correa

Más de doce millones de ecuatorianos decidirán entre el oficialista Lenín Moreno y el opositor Guillermo Lasso quien será el sucesor de Rafael Correa.
Sabado, 01 de abril de 2017 14:52

Gran parte de la región posará mañana sus ojos en Ecuador que debe elegir al sucesor de Rafael Correa entre el oficialista Lenín Moreno y el opositor Guillermo Lasso.
Los dos se ganaron el derecho a estar en el balotaje después de obtener los más altos porcentajes en la primera vuelta del 19 de febrero, y ahora unos 12,5 millones de empadronados decidirán cuál de ellos se sentará desde el 24 de mayo en el sillón principal del Palacio de Carondelet.
Moreno fue elegido por Correa -de quien fue vicepresidente dos veces-, para intentar la continuidad de la Alianza PAIS en el Ejecutivo, mientras que el exbanquero Lasso fue el candidato de la coalición CREO-SUMA y ahora juntó los apoyos de casi todos los demás candidatos que se postularon en febrero.
Con los triunfos de la derecha en Argentina, Brasil y Perú y los avances que parece registrar el sector en Venezuela, Bolivia y Chile, en la pulseada de mañana estará en juego también si Ecuador se convierte en un dique para esa tendencia continental.
Curiosamente, los dos candidatos hicieron de la palabra "cambio" una de las centrales en sus discursos de campaña, aunque con una variante clave: mientras Moreno propone la continuidad con otro estilo y modificaciones en lo que sea necesario, Lasso promete un cambio absoluto de acción y de estilo.
La urgencia por hablar del cambio tiene que ver con que la crisis económica y el desempleo aparecen entre las primeras preocupaciones de los ecuatorianos. Y, atada a ellas, también la corrupción se coló de los dos lados como un factor con el que hacer ruido.
De un lado, se lo señala a Lasso por su rol en la gran crisis económico-financiera de 1999, cuando era ministro de Economía del entonces presidente Jamil Mahuad y por las denuncias en su contra por cuentas offshore y maniobras bancarias; del otro, Moreno paga el precio de la ola de irregularidades que salpicó a América Latina a partir de la difusión del pago de sobornos por parte de la constructora brasileña Odebrecht.
Las últimas encuestas que se conocieron son de la semana pasada (la ley prohibe la difusión en los últimos días de campaña) y mostraban triunfos muy ajustados para uno u otro postulante, lo que supone un final reñido que hace temer posibles enfrentamientos en las calles mañana por la noche y que obligó a reforzar el operativo de seguridad.
En parte por eso el final de la campaña se ensució con algunos hechos de violencia, advertencias sobre posibles fraudes y denuncias cruzadas de planes conspirativos.
La campaña proselitista tuvo tres protagonistas, porque además de los líderes de las fórmulas, el presidente Correa eligió despedirse de su mandato con un perfil alto: inauguró obras cada día, habló en cada tribuna y ante cada micrófono y recorrió todo el país para alentar las chances de Moreno y erosionar la figura de Lasso, sobre todo a través de la advertencia sobre el posible regreso al pasado neoliberal.
Cuando deje el sillón presidencial, tras 10 años de mandato, Correa se irá con logros: varios triunfos electorales, una Constitución modernizada -aunque cuestionada por la oposición-, y  mejoras en casi todos los índices económicos.
El 19 de febrero, Moreno logró un 39,36 de los votos y quedó muy cerca de evitar la segunda vuelta, mientras Lasso reunió un 28,09. Pero el panorama cambió para este balotaje de mañana.
La oficialista alianza PAIS sumó, al respaldo inicial del Frente Unidos (PAIS y los partidos Socialista y Comunista, sindicatos y organizaciones sociales y de indígenas), únicamente el apoyo del expostulante de Compromiso Social, Iván Espinel.
Lasso, en cambio, logró que llamen a votar por él los otros cinco candidatos derrotados: Cynthia Viteri, del Partido Social Cristiano; Paco Moncayo, de la ANC; Abdalá Bucaram, de FE; Patricio Zuquilandia, de Sociedad Patriótica; y Washington Pesantez, de UE, en una suerte de "todos contra el correísmo" que polarizó la compulsa.
Con todo, en las calles y los comercios de Quito todavía algunos decían no tener decidido el voto, lo que parece que ocurrirá recién cuando estén frente a las urnas. Será fundamental, también, ver qué pasará con cerca del 10 por ciento de sufragios en blanco y nulos que se registraron en la primera vuelta del mes pasado.
Mañana, 1.575 militares custodiarán los centros de procesamiento de resultados y 48.342 harán el resguardo de los recintos electorales. Además, unos 300 representantes de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), de la Organización de los Estados Americanos (OEA), de la Unión Interamericana de Organismos Electorales (Uniore) y la Asociación Mundial de Organismos Electorales (A-WEB, por sus siglas en inglés) serán observadores y acompañantes.
Las urnas estarán abiertas de 7 a 17 (9 a 19 de Argentina) y se estima que tres horas más tarde habrá una tendencia sobre el resultado, aunque hay cinco empresas encuestadoras habiltadas para dar a conocer sondeos a boca de urna.

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Gran parte de la región posará mañana sus ojos en Ecuador que debe elegir al sucesor de Rafael Correa entre el oficialista Lenín Moreno y el opositor Guillermo Lasso.
Los dos se ganaron el derecho a estar en el balotaje después de obtener los más altos porcentajes en la primera vuelta del 19 de febrero, y ahora unos 12,5 millones de empadronados decidirán cuál de ellos se sentará desde el 24 de mayo en el sillón principal del Palacio de Carondelet.
Moreno fue elegido por Correa -de quien fue vicepresidente dos veces-, para intentar la continuidad de la Alianza PAIS en el Ejecutivo, mientras que el exbanquero Lasso fue el candidato de la coalición CREO-SUMA y ahora juntó los apoyos de casi todos los demás candidatos que se postularon en febrero.
Con los triunfos de la derecha en Argentina, Brasil y Perú y los avances que parece registrar el sector en Venezuela, Bolivia y Chile, en la pulseada de mañana estará en juego también si Ecuador se convierte en un dique para esa tendencia continental.
Curiosamente, los dos candidatos hicieron de la palabra "cambio" una de las centrales en sus discursos de campaña, aunque con una variante clave: mientras Moreno propone la continuidad con otro estilo y modificaciones en lo que sea necesario, Lasso promete un cambio absoluto de acción y de estilo.
La urgencia por hablar del cambio tiene que ver con que la crisis económica y el desempleo aparecen entre las primeras preocupaciones de los ecuatorianos. Y, atada a ellas, también la corrupción se coló de los dos lados como un factor con el que hacer ruido.
De un lado, se lo señala a Lasso por su rol en la gran crisis económico-financiera de 1999, cuando era ministro de Economía del entonces presidente Jamil Mahuad y por las denuncias en su contra por cuentas offshore y maniobras bancarias; del otro, Moreno paga el precio de la ola de irregularidades que salpicó a América Latina a partir de la difusión del pago de sobornos por parte de la constructora brasileña Odebrecht.
Las últimas encuestas que se conocieron son de la semana pasada (la ley prohibe la difusión en los últimos días de campaña) y mostraban triunfos muy ajustados para uno u otro postulante, lo que supone un final reñido que hace temer posibles enfrentamientos en las calles mañana por la noche y que obligó a reforzar el operativo de seguridad.
En parte por eso el final de la campaña se ensució con algunos hechos de violencia, advertencias sobre posibles fraudes y denuncias cruzadas de planes conspirativos.
La campaña proselitista tuvo tres protagonistas, porque además de los líderes de las fórmulas, el presidente Correa eligió despedirse de su mandato con un perfil alto: inauguró obras cada día, habló en cada tribuna y ante cada micrófono y recorrió todo el país para alentar las chances de Moreno y erosionar la figura de Lasso, sobre todo a través de la advertencia sobre el posible regreso al pasado neoliberal.
Cuando deje el sillón presidencial, tras 10 años de mandato, Correa se irá con logros: varios triunfos electorales, una Constitución modernizada -aunque cuestionada por la oposición-, y  mejoras en casi todos los índices económicos.
El 19 de febrero, Moreno logró un 39,36 de los votos y quedó muy cerca de evitar la segunda vuelta, mientras Lasso reunió un 28,09. Pero el panorama cambió para este balotaje de mañana.
La oficialista alianza PAIS sumó, al respaldo inicial del Frente Unidos (PAIS y los partidos Socialista y Comunista, sindicatos y organizaciones sociales y de indígenas), únicamente el apoyo del expostulante de Compromiso Social, Iván Espinel.
Lasso, en cambio, logró que llamen a votar por él los otros cinco candidatos derrotados: Cynthia Viteri, del Partido Social Cristiano; Paco Moncayo, de la ANC; Abdalá Bucaram, de FE; Patricio Zuquilandia, de Sociedad Patriótica; y Washington Pesantez, de UE, en una suerte de "todos contra el correísmo" que polarizó la compulsa.
Con todo, en las calles y los comercios de Quito todavía algunos decían no tener decidido el voto, lo que parece que ocurrirá recién cuando estén frente a las urnas. Será fundamental, también, ver qué pasará con cerca del 10 por ciento de sufragios en blanco y nulos que se registraron en la primera vuelta del mes pasado.
Mañana, 1.575 militares custodiarán los centros de procesamiento de resultados y 48.342 harán el resguardo de los recintos electorales. Además, unos 300 representantes de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), de la Organización de los Estados Americanos (OEA), de la Unión Interamericana de Organismos Electorales (Uniore) y la Asociación Mundial de Organismos Electorales (A-WEB, por sus siglas en inglés) serán observadores y acompañantes.
Las urnas estarán abiertas de 7 a 17 (9 a 19 de Argentina) y se estima que tres horas más tarde habrá una tendencia sobre el resultado, aunque hay cinco empresas encuestadoras habiltadas para dar a conocer sondeos a boca de urna.

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