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25 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
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“A nuestros países les falta compenetrarse con la cultura andina”

Javier Lajo, economista y doctor en Filosofía.
Domingo, 02 de julio de 2017 02:42

Esta semana se llevará a cabo en Salta, del 3 al 5 de julio, un encuentro de comunidades aborígenes andinas y amazónicas; será en el Centro Cultural América, sito en Mitre 23. Una de las principales voces que participará será el economista y filósofo peruano Javier Lajo, que además de realizar estudios sobre las culturas que habitaban en el continente, ha publicado novelas históricas sobre los proyectos civilizatorios de las sociedades colonizadas por el Reino de Castilla después de la llegada de Colón. 
Afirma que la alternativa andina, como gusta llamar a la recuperación de aquellos saberes ancestrales, está vigente en muchas comunidades que todavía conservan valores como la reciprocidad, la solidaridad y el espíritu colectivo. Lajo considera que es la única manera de oponer resistencia a la deriva neoliberal del sistema capitalista, que se fundamenta principalmente en la desvinculación de los humanos con la naturaleza y en el realzamiento del consumismo como hilo conductor de las relaciones sociales mercantilizadas. 
Además, adscribe a una mirada novedosa sobre los pobladores originarios de Ámerica Latina: entiende que el desplazamiento poblacional se dio de sur a norte y no viceversa. 

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Esta semana se llevará a cabo en Salta, del 3 al 5 de julio, un encuentro de comunidades aborígenes andinas y amazónicas; será en el Centro Cultural América, sito en Mitre 23. Una de las principales voces que participará será el economista y filósofo peruano Javier Lajo, que además de realizar estudios sobre las culturas que habitaban en el continente, ha publicado novelas históricas sobre los proyectos civilizatorios de las sociedades colonizadas por el Reino de Castilla después de la llegada de Colón. 
Afirma que la alternativa andina, como gusta llamar a la recuperación de aquellos saberes ancestrales, está vigente en muchas comunidades que todavía conservan valores como la reciprocidad, la solidaridad y el espíritu colectivo. Lajo considera que es la única manera de oponer resistencia a la deriva neoliberal del sistema capitalista, que se fundamenta principalmente en la desvinculación de los humanos con la naturaleza y en el realzamiento del consumismo como hilo conductor de las relaciones sociales mercantilizadas. 
Además, adscribe a una mirada novedosa sobre los pobladores originarios de Ámerica Latina: entiende que el desplazamiento poblacional se dio de sur a norte y no viceversa. 

¿Su primera experiencia pública como intelectual fue la fundación de una revista?
Sí, la revista Pueblo Indio es la que prendió la chispa del movimiento indigenista que se extendió por todo el continente mediante el Consejo Indio de Sudamérica, yo fui el director fundador de esa publicación. 

Usted ha investigado una línea geográfica que demuestra que las construcciones precolombinas se hicieron de manera programada y no improvisada...
Hay un camino muy antiguo, tal vez el más antiguo de la humanidad, que está por encima de los Andes y que está a 45º del eje norte-sur, son los Andes del norte de Argentina, Bolivia, Perú y Ecuador. Esa línea se establece uniendo a los templos construidos hace siglos, fue una línea elaborada intencionadamente por un proyecto histórico milenario, no fue por casualidad. Los templos que han sido construidos sobre esa línea son en Pukará, Tiwanaku, Oruro y Potosí, entre otros. El fundador de este proyecto histórico fue Thunupa, que los curas dominicos en la época virreinal convierten en un mito. Lo hacen como una forma de sincretizar la creencia indígena y la cristiana. 

Con basamentos teóricos usted es uno de los intelectuales que viene impulsando la idea de que la civilización andina no vino del Perú hacia el sur sino que fue a la inversa...
La cultura fue de acá para allá. Uno de los grandes investigadores de la simbología e iconografía andina es un inglés, ingeniero textil que vivía en Lima, William Burns Glynn. Cuando llega al Perú y se casa, Burns Glynn se pregunta cómo una cultura tan grande como la inca no tenía escritura. Rechazaba esa idea siendo un experto en estos temas (además de políglota y estudioso del griego antiguo fue criptólogo en la Segunda Guerra Mundial); se pone a buscar las formas escriturales con que se construye esa cultura y concluye que, probablemente, lo que más explica al proceso inca fue la cultura primigenia en el Polo Sur. 

Eso reconstruiría la mirada en la que se apoyaron muchísimos estudios etno-históricos que asumieron como cierto que los incas fueron expandiéndose hacia el sur, desplazando a comunidades...
La señal que nos dio Burns Glynn es que probablemente haya habido una gran civilización en la Antártida, porque el Polo Sur tiene un casquete de tierra, de continente, que está cubierto por el hielo. Eso no sucede en el Polo Norte, que es de puro hielo. 
Esta civilización con un proto-idioma, el puquina, se habría trasladado hacia el norte. El vestigio de eso son los salares, como el Salar Grande o el de Uyuni. El planteo es que cuando cambió el eje de la Tierra subieron por las puntas de los continentes, por África del Sur y por la Patagonia americana. 
Yo acuerdo con esa mirada de Burns Glynn porque esa meta-historia que hace me explica mucho más que los mitos o meta-relatos que se han hecho sobre las culturas andinas. Lo que yo busco es saber por qué suben a los Andes y por qué se termina haciendo ese trazado de la línea que hablábamos. 
Esa línea pasa también por el santuario de los Quilmes, que cuando lo conocí, dije: “Acá estuvo el mismo arquitecto” porque las plazoletas semihundidas circulares y cuadradas que tienen son del mismo tipo que las que hay, por ejemplo, en Tiwanaku. Quilmes es el mismo estilo que los santuarios de más arriba pero más precario, por qué no creer que se hizo antes y no después. 

En Argentina, en el último bienio, se ha cuestionado mucho la finalidad de las investigaciones de tipo sociales, históricas y humanísticas. ¿Para qué sirve conocer y replantearse cómo fueron las trayectorias civilizatorias en la América precolombina?
La respuesta me la dio un taxista que me llevó de Ezeiza al Aeroparque, antes de venir acá. El chofer era ingeniero químico de vasta cultura, y me dice que el problema de nuestros países es que “no se alimentan de nuestras raíces”, falta compenetrarse con la cultura andina. Si un taxista piensa así, quiere decir que el pueblo argentino tiene una cultura muy avanzada. 

Hay cuestionamientos recientes, por ejemplo de Marcelo Valko, a las categorías de “indio” o “indígena” por encontrarlas cargas de eurocentrismo al ser impulsadas por los colonizadores, ¿qué le parece?
Yo he sido uno de los fundadores del movimiento indígena a nivel continental. La revista que iniciamos a principios de los 80 tuvo una importancia estratégica fundamental porque reavivó la resistencia indígena. Para principios de los 90 ya habíamos formado el comité de la resistencia indígena, que da lugar a experiencias como el zapatismo. 
En cuanto a la discusión por los conceptos, teniendo en cuenta ese trabajo que se ha venido haciendo desde hace décadas, nosotros preferimos hablar de “andinia” o “continente andino” porque los Andes son el eje cervical de América.

¿Es posible recuperar las raíces de las culturas andinas en el contexto de capitalismo global que estamos viviendo?
El fin que nos tiene preparado el neoliberalismo es la guerra, guerra de potencias que se está preparando permanentemente, que actualmente tiene condiciones atómicas que pueden terminar con la desaparición del género humano. No hay mucha expectativa de que pasemos este final que el neoliberalismo viene preparando como solución a su propia crisis, ni en Europa ni en Estados Unidos. La alternativa andina es la única, porque es la que recupera el vínculo hombre-naturaleza. 

Más allá del planteo en abstracto, ¿cómo la alternativa andina se puede desarrollar en un contexto hostil, un capitalismo que cosifica la naturaleza?
A través de la solidaridad, no en el sentido cristiano sino con la perspectiva de reciprocidad que la entendían nuestros antepasados. La resistencia está viva, no es una ilusión, las comunidades que actualmente existen, sobre todo las alto-andinas, que todavía mantienen viva la solidaridad y prácticas de cooperación contrarias a la lógica individualista del neoliberalismo. 

A las culturas andinas se les critica arrastrar ciertas prácticas que tienen que ver con sistemas de dominación, como el machismo patriarcal, cuestión que en el pensamiento occidental moderno se ha empezado a deconstruir, ¿qué otras cosas pueden recuperarse de la tendencia dominante para enriquecer el realce de las culturas andinas?
Los aportes de Occidente se llaman tecnología. Si la tecnología de Occidente se la separa de las raíces filosóficas del individualismo es maravillosa. La tecnología producida por las potencias, separada de la investigación con fines militares, es un aporte grandioso para el desarrollo de la humanidad. Pero Occidente se ha ocupado siempre de las guerras, el capitalismo se desarrolló más que por la tecnología por los enfrentamientos bélicos para disputarse el aprovechamiento de los territorios y sus recursos. El individualismo es opuesto a los valores de la andinia. 

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