Paradójicamente, a medida que se acerca el desmantelamiento de las últimas fortalezas territoriales de ISIS, una justificada sensación de inseguridad azota a la opinión pública europea. En medio de ese estado de alarma, que a veces linda con la psicosis, Interpol acaba de difundir una lista de 173 combatientes del Califato Islámico listos para perpetrar ataques en Europa, en represalia por su inminente derrota militar en Medio Oriente.
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Paradójicamente, a medida que se acerca el desmantelamiento de las últimas fortalezas territoriales de ISIS, una justificada sensación de inseguridad azota a la opinión pública europea. En medio de ese estado de alarma, que a veces linda con la psicosis, Interpol acaba de difundir una lista de 173 combatientes del Califato Islámico listos para perpetrar ataques en Europa, en represalia por su inminente derrota militar en Medio Oriente.
Una inmediata consecuencia de estas inquietantes revelaciones es la expansión de las corrientes xenófobas que plantean la necesidad de cerrar las fronteras a los refugiados de Medio Oriente y, en una vuelta de tuerca aún más polémica, el establecimiento de férreos controles de seguridad sobre las comunidades islámicas establecidas en territorio europeo.
Gilles de Kerchove, titular del área de Justicia e Interior de la Secretaría General del Consejo de la Unión Europea y responsable de la oficina de lucha contra el terrorismo, señaló que la caída de Raqqa, la capital de ISIS, podía generar como consecuencia la aparición de un "Califato virtual", que coordinaría la actividad del terrorismo islámico a través de Internet.
Para ilustrar sobre la dimensión de esta nueva amenaza, recalcó que hay decenas de miles de musulmanes radicados en el viejo continente dispuestos a perpetrar todo tipo de atentados, que incluyen desde acciones individuales, como el apuñalamiento callejero, hasta episodios de muchísima mayor gravedad.
"No queremos que las sociedades civiles entren en pánico, pero sería una negligencia de nuestra parte ignorar o callar estas advertencias", declaró Kerchove. Previno también que "es altamente probable que ISIS intente un ataque cibernético contra centrales nucleares o sistemas de control de tráfico aéreo en el corto plazo, posiblemente pagando a piratas tecnológicos rusos que penetren en sistemas informáticos vitales de Occidente".
Kerchove precisó que "el Reino Unido tiene el mayor contingente de musulmanes radicalizados, superando a cualquier otro país de Europa". Indicó que el MI5 británico "ha identificado fehacientemente entre 20.000 y 35.000 radicales en su suelo" y adelantó que "las fuerzas de seguridad procederán a las detenciones que sean necesarias para neutralizarlos. De esas cifras, puntualizó que 3.000 son altamente peligrosos y podrían actuar en cualquier momento". Añadió que el segundo país europeo en cantidad de simpatizantes activos del terrorismo islámico es Francia, con número de 17.000, mientras que en España la cifra asciende a 5.000.
Los servicios de inteligencia británicos comprobaron que muchos de estos potenciales terroristas utilizan la "taqiya", un precepto religioso por el que están autorizados a ocultar sus creencias, para no ser detectados. Asimismo indicaron que han proliferado hasta el abuso los reclamos de "islamofobia", impulsados por militantes musulmanes y empleados como una táctica de victimización para desviar la atención de las autoridades y encubrir la actividad de los yihadistas.
Esas denuncias intimidatorias están direccionadas particularmente contra los medios periodísticos que alerten sobre ciertos movimientos sospechosos de los grupos fundamentalistas.
Seguridad vs. Libertad
El diario alemán "Der Spiegel" informó que la policía germana está a la búsqueda de decenas de miembros de Jabhat Al Nusra, una organización terrorista siria, anteriormente asociada a Al Qaeda, quienes habrían ingresado al país en carácter de refugiados. Unos 400 inmigrantes que entraron en Alemania como solicitantes de asilo en 2015 y 2016 son investigados por sus posibles conexiones con grupos "yihadistas". Esta información se suma a los indicios de que combatientes islámicos intentan pasar por refugiados y parten desde el norte de África en botes que cruzan el Mediterráneo para llegar a la costa italiana. El primer ministro libio, Fayez al-Sarraj, en una entrevista al diario londinense "The Times", avisó que los "yihadistas" que arriban a su país sin ser detectados tienen la intención de dirigirse a Europa.
La Organización Integral para la Migración (OIM) reveló que en los primeros ocho meses de 2017 arribaron a Europa 130.000 inmigrantes de países islámicos. Informó también que en las últimas semanas, las organizaciones que transportan a los inmigrantes abrieron una nueva ruta de acceso a Europa, a través del Mar Negro, para ingresar por Rumania. Presentaron documentos sirios falsos para acelerar su proceso de registro". El eurodiputado británico Steven Woolfe, dirigente de UKIP, el partido independentista que prohijó el "Brexit", puntualizó: "el problema es doble. Primero, los posibles terroristas están utilizando la ruta inmigratoria mediterránea como vía para entrar en Europa sin controles. Segundo, con la ausencia de fronteras, una vez que estén en Europa pueden ir libremente de un país a otro. Se necesitan unas fronteras fuertes". Pero el propio Kerchove desbordó el tema inmigratorio al admitir que el desafío no se circunscribe a los milicianos provenientes de Medio Oriente, sino que involucra a los llamados "lobos solitarios". Enfatizó que "con excepción de los ataques de París, los demás golpes terroristas no fueron dirigidos ni ordenados desde Raqqa ni Mosul, sino que se inspiraron dentro de Europa, en el seno mismo de las comunidades islámicas". En este contexto, disparó una bomba política: "estamos investigando a todas las personas que pudieran estar en organizaciones de caridad y centros religiosos y ello no puede ser considerado una ofensa para nada ni para nadie que no adhiera al terrorismo islámico". Por sus eventuales implicancias sobre la vigencia de los derechos individuales, la controversia desatada por esta revelación, que obligará a replantear el delicado equilibrio entre las exigencias de la seguridad colectiva y el principio de libertad, piedra angular de la sociedad europea, está destinada a erigirse en uno de los puntos centrales de la agenda pública de los próximos años. El terrorismo islámico ha modificado las reglas de juego de la política mundial.