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Crió a sus hijos, estudió con ellos en la universidad y ahora trabaja en una salita

Sara Palavecino relata los esfuerzos que tuvo que hacer para criar a sus hijos, estudiar y obtener su título.
Domingo, 21 de octubre de 2018 01:17

Sara Palavecino llega todas las tardes a la salita de barrio Los Álamos, en Cerrillos, donde trabaja como asistente dental. Allí asiste a los odontólogos en cada uno de los procedimientos que realizan, mantiene en orden y al día el instrumental que utilizan. Y además participar en la educación preventiva sobre higiene bucal de los vecinos. Crió a sus dos hijos Rodrigo Sánchez, de 38 años, odontólogo y Franco, de 34, médico especialista en imágenes, y consiguió su título tras estudiar junto a ellos en la misma universidad. 

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Sara Palavecino llega todas las tardes a la salita de barrio Los Álamos, en Cerrillos, donde trabaja como asistente dental. Allí asiste a los odontólogos en cada uno de los procedimientos que realizan, mantiene en orden y al día el instrumental que utilizan. Y además participar en la educación preventiva sobre higiene bucal de los vecinos. Crió a sus dos hijos Rodrigo Sánchez, de 38 años, odontólogo y Franco, de 34, médico especialista en imágenes, y consiguió su título tras estudiar junto a ellos en la misma universidad. 

La mujer, de 61 años, nació en Apolinario Saravia, departamento de Anta. “Toda mi infancia ha sido maravillosa porque estuve en el campo”, recuerda. Ella terminó la primaria en la escuela de su pueblo y a los 12 años, junto a su familia compuesta por seis hermanos, se mudó a la capital salteña porque a su padre, que era policía, lo habían trasladado. Cuando tenía 14 años, durante una reunión familiar conoció a un muchacho salteño de 20 años, que estudiaba medicina en la Universidad Nacional de Córdoba: Rolando Sánchez, y comenzaron una relación de noviazgo.

Sara terminó sus estudios secundarios en la exescuela Normal. La pareja se casó tras siete años juntos, luego de que Rolando se recibiera de médico pediatra. Pasaron cuatro más y nació Rodrigo y luego de otros cuatro, Franco. 

“Cuando nació el mayor mi esposo estaba trabajando en el hospital de Orán, pero aparte lo destinaban a distintos lugares. Pasaban los días y él no podía volver a casa porque debía cumplir con su trabajo. Yo me tenía que quedar con mi bebé y después ya vino Franco. Hacía de mamá y papá. A medida que iban pasando los años, nos íbamos trasladando a distintos lugares, pero siempre permanecimos juntos”, sostuvo. 

En su hogar, todos habían aprendido las obligaciones y deberes y los cumplían. Sus hijos se despertaban temprano, se alistaban y se iban a la escuela. Por las tardes, practicaban deportes y hacían los deberes. “Por las noches yo me sentaba al lado de ellos mientras hacían sus tareas”, contó. 

Franco terminó la secundaria también en la ex Normal y Rodrigo en la escuela de Guachipas.

La decisión

Rodrigo comenzó la carrera de odontología en la Universidad Nacional de Córdoba, mientras que años después, Franco inició la de medicina. 

“A mí siempre me gustó la parte de odontología. Cada vez que iba a visitar a mi hijo mayor me gustaban sus actividades. Veía los aparatos, todas las cosas que el tenía. Allá por 1999, el estaba terminando la carrera y me dijo que había salido un curso de asistente dental con duración de tres años. Yo quise hacerlo”, rememoró.

En el momento en que tomó la decisión, se encontraba viviendo en San Antonio de Los Cobres, donde trabajaba su esposo. 

“Siempre tuve como vocación todo lo relacionado a la odontología. Yo era colaboradora ad honorem en el hospital de San Antonio, con la autorización de autoridades. Ayudaba a una odontóloga porque estaba sola. Después de recibir el llamado de mi hijo, decidí irme”, relató. 

La mujer contó que no fue fácil tomar la decisión. “No quería irme porque mi esposo quedaría solo, pero conversamos y él me dijo que fuera, que me iba a ayudar con mi deseo de superarme”, dijo Sara emocionada y casi al borde del llanto. 

Llegó a Córdoba, se inscribió en la facultad y pasó el examen de ingreso. “Estaba contenta, pero después sentí temor de ser la más veterana y que el resto sea joven, pero en la primera clase me encontré con compañeros que eran mayores que yo y me sentí un poco aliviada”, manifestó.

La vida de estudiante “es bien sacrificada, pero me sentía contenta por estar con mis hijos, que también estaban felices. Siempre hemos sido supercompañeros”, recalcó.

La mujer recordó un momento complicado. “En el primer examen me fue muy mal. Me saqué un dos. Lloré y quería abandonar todo. Le dije a mi hijo mayor que no iba a poder seguir. Mi esposo me pagaba la cuota mensual por los insumos que nos daban. Mi hijo me respondió: ‘Mamá, vos me enseñaste siempre que un tropezón no es caída, ahora levantate y vamos, tenés que hacerlo’”. 

Cuenta que desde ese día se puso las pilas y empezó a estudiar día y noche. “Tenía tres días para recuperar. Me saqué un nueve y ya no me paró nadie, hasta fui escolta, como mis hijos y abanderada en mi trabajo, en mayo pasado. Pienso que al principio fue el miedo el que me hizo sacar esa baja nota. Me fascina lo que hago”, dice.

Sara trabajó ad honorem en Guachipas, Cafayate, Animaná, Angastaco y Moldes e hizo la pasantía en San Antonio de los Cobres. “Ahí la gente nos recibía muy contenta. Trabajamos en escuelas, en equipo junto con mi esposo. Fue una bella experiencia que no me la olvido nunca más. Conocí gente muy buena”, señaló. 

Ahora trabaja en el hospital Santa Teresita de Cerrillos, cuando la requieren para cubrir puestos, y hace 10 años está a cargo del sector odontología de la salita de Los Álamos. Ella vive muy cerca, en Santa Ana I. 

El secreto

Sara contó que el secreto para lograr sus objetivos fue “darse tiempo para todo, organizarse. Yo atendía a mis hijos, mi casa y pude lograrlo. Sigo trabajando. Lo haré hasta que me jubile porque mi profesión la elegí con mucho amor. Me encanta servir a mi comunidad”, dijo. 

“Siempre hay que ser positivo y transmitir buenas enseñanzas. Ahora que mi hijo menor me dio un nieto, Benicio, que tiene un añito, quiero transmitirle buenas enseñanzas”, agregó. 

“Estudiar es importante. No hay que conformarnos con lo que nos den nuestros esposos, tenemos que ser independientes. A todas las mamás quiero desearles un feliz día”, finalizó. 

 

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