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Aprender entre rejas, el desafío de los adolescentes privados de la libertad

En el Centro de Jóvenes en Conflicto con la Ley del barrio Castañares, los chicos retoman la escuela después de años y trabajan temas como la violencia de género desde un taller de radio.
Sabado, 17 de noviembre de 2018 00:38

"Yo sí sé estudiar y tengo buena letra", cuenta Marcos, que con 16 años está haciendo el sexto grado en la escuela que funciona en el Centro de Jóvenes en Conflicto con la Ley, en el barrio Castañares. Como él, unos 30 chicos privados de la libertad enfrentan el desafío de familiarizarse con la escuela después de meses o años lejos del sistema educativo.

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"Yo sí sé estudiar y tengo buena letra", cuenta Marcos, que con 16 años está haciendo el sexto grado en la escuela que funciona en el Centro de Jóvenes en Conflicto con la Ley, en el barrio Castañares. Como él, unos 30 chicos privados de la libertad enfrentan el desafío de familiarizarse con la escuela después de meses o años lejos del sistema educativo.

Marcos no sabe cuánto tiempo tendrá que estar en el centro pero repite que, cuando se vaya, quiere cambiar su vida. "Tuve un problema. Ya estuve acá y volví. Afuera va a estar todo chala", le dice a El Tribuno.

"A mí me gusta matemática y lengua. Ahora me saco excelente. Afuera había dejado, porque me drogaba desde los 10 años", explica Manuel, de 17 años.

En el núcleo educativo 7.120, la escuela del Centro de Jóvenes en Conflicto con la Ley, los alumnos son adolescentes pero la mayoría no terminó la primaria. "Vienen atrasados porque abandonaron como consecuencia de factores de su realidad familiar y social", describe Marcela Villalobos, directora de la institución.

Los chicos encaran un trabajo cotidiano para retomar la dinámica que implican las clases: prestar atención, seguir consignas y vincularse con un docente. Los maestros, en tanto, tienen que concentrar esfuerzos en contener a estudiantes que tienen niveles de aprendizaje muy heterogéneos.

Villalobos aseguró que es complejo "llegar" a los chicos en un contexto de encierro y lograr que sigan estudiando una vez que se van.

"Comenzamos desde cosas básicas, como el saludo a la bandera. Es un trabajo de todos los días. Cuando salen, vuelven a un entorno que no es favorable", señaló.

La educadora resaltó que este año, con apoyo de la Justicia, se consiguió que un chico que recuperó la libertad siga estudiando en el núcleo educativo 7.120, donde había logrado conectarse con el aprendizaje. Va a tomar clases en el sector administrativo de la institución para después regresar a su casa.

En el centro de Castañares, la escuela es solo una parte del programa de reinserción. Otro punto fuerte son los talleres. En el espacio de radio, los chicos este año elaboraron una campaña para prevenir la violencia de género que difunde la FM De Adentro, que funciona en el centro.

El proyecto se presentó y se destacó en la feria de ciencias provincial que se hizo en octubre. La campaña fue seleccionada para participar en la Feria Nacional de Innovación Educativa, que será a fin de mes en Córdoba.

Marcelo de la Torre, profesor del taller de radio, contó que la iniciativa de trabajar en el tema surgió del diálogo con los chicos y que fueron ellos los que "tomaron el timón" para concretarla.

"¿Te revisa el celular? ¿Te controla? ¿Te aisla de tus amigos? Podés estar siendo víctima de violencia de género. Pedí ayuda, habla con un familiar o llamá al 144", advierte el spot que pensaron y grabaron en el taller.

"En este proceso avanzaron en la construcción de nuevas masculinidades y también resignificaron historias personales. Uno de los chicos, por ejemplo, creció marcado por el abandono de su madre. A raíz de la investigación que hicieron pudo ver que ella no se había ido porque no lo quería, sino que estaba escapando de una situación de violencia", relató De la Torre.

El profesor sostuvo que uno de los alumnos descubrió que la radio podía ser su vocación, luego de entender la dinámica de un programa y lo que se puede crear desde un estudio.

"Nunca había trabajado con jóvenes y es fundamental lo que se puede hacer, en materia de prevención, para que no terminen en una cárcel de adultos o muertos. Son seres humanos cargados de emociones, contradicciones y, sobre todo, de muchas ganas de superación", expresó.

El Centro de Jóvenes en Conflicto con la Ley antes era la Comisaría del Menor. El nombre cambió en sintonía con un proceso de reformas en la Justicia penal juvenil, que implica comenzar a comprender que el encierro no debería ser la única alternativa de tratamiento para los menores de 18 años que tuvieron un problema con la ley penal.

En el edificio, las rejas, los guardias y los horarios estrictos coexisten con programas de educación y recreación que apuntan a generar inquietudes y expectativas entre los que pasan por el lugar.

"Que la tristeza se convierta en alegría y las lágrimas, en sonrisas", pide un mural que pintaron en el patio donde pasan parte de sus días.

 

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