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Gendarme denunció corrupción y persecución contra su familia

El primero en “caer” fue su padre, luego le tocó el turno al hijo y también a una prima.Los Montero aseguran que adentro de la fuerza nacional hay abusos de todo tipo.
Viernes, 02 de noviembre de 2018 00:32

Osar Ismael Monteros Román es un joven de 24 años que desde hace cinco decidió encolumnarse en las filas de la Gendarmería Nacional, independientemente de lo que le pasó a su padre. "Cuando decido incorporarme a Gendarmería tenía el ideal de una institución seria, transparente; pero lamentablemente hoy tengo que reconocer que siento una profunda decepción", sostuvo el salteño en diálogo con El Tribuno. Desde que ingresó a la fuerza en varias oportunidades notó un comportamiento espurio que algunos de sus colegas uniformados llevaba y sigue llevando con total impunidad. Desde mercadería extranjera que se secuestra sin testigos, elementos que luego se llevan los mismos gendarmes, hasta abusos de diferentes tipos que ejercen los jerarcas uniformados, según el denunciante.

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Osar Ismael Monteros Román es un joven de 24 años que desde hace cinco decidió encolumnarse en las filas de la Gendarmería Nacional, independientemente de lo que le pasó a su padre. "Cuando decido incorporarme a Gendarmería tenía el ideal de una institución seria, transparente; pero lamentablemente hoy tengo que reconocer que siento una profunda decepción", sostuvo el salteño en diálogo con El Tribuno. Desde que ingresó a la fuerza en varias oportunidades notó un comportamiento espurio que algunos de sus colegas uniformados llevaba y sigue llevando con total impunidad. Desde mercadería extranjera que se secuestra sin testigos, elementos que luego se llevan los mismos gendarmes, hasta abusos de diferentes tipos que ejercen los jerarcas uniformados, según el denunciante.

Desde los ya conocidos abusos de autoridad, donde sigue imperando el maltrato de todo tipo a raíz de hombres que enarbolan el machismo por sobre todas las cosas, con mujeres uniformadas que se sienten acosadas, maltratadas y perseguidas en el interior de la fuerza, hasta acciones de corrupción donde en más de una oportunidad se desarrollaron procedimientos sin "seguir las acciones burocráticas y legales como señala la ley en un operativo", y lo secuestrado "se lo terminan llevando los mismos gendarmes", expuso el cabo Monteros. Son algunos de los casos que según el salteño tuvo que soportar hasta que decidió exponer la situación.

"En el puesto de Uspallata (Mendoza) hay mucha corrupción, este año uno cayó porque se volcó una camioneta particular, una Ranger, llevaba teléfonos celulares. Un suboficial salía del servicio verde en su vehículo cargado con mercadería. Están todos prendidos y nadie hace nada. Cuando uno quiere hacer valer sus derechos, pretende no transitar el camino de la corrupción, te empiezan a perseguir, te hostigan, aparecen los memorándum y una persecución que es desgastante", señaló Monteros, mientras expone una serie de papeles que tienen que ver con documentos elaborados por sus abogados y otros asuntos, todos referidos a la situación que le toca atravesar actualmente.

Además de la corrupción con la mercadería que los mismos gendarmes se llevarían en sus autos particulares, el joven cabo también expresó que sus compañeras de la fuerza sufren distintos tipos de abusos. "Violencia de género, abusos de autoridad y hostigamientos permanentes si es que deciden no acatar las órdenes imperantes de alguna autoridad de arriba", expresó.

El traslado a Salta

Testigo de las irregularidades adentro de la fuerza, en agosto del año pasado Ismael Monteros Román decidió pedir licencia -de invierno y la anual de verano-. "Ya me venían persiguiendo, era objeto de recargos de horarios sin que nadie me fuera a relevar, me dejaban solo en el puesto varias horas y ese tipo de cuestiones", contó. El 13 de octubre de 2017 el salteño volvió a presentar una solicitud, en esta oportunidad por problemas familiares.

"Elevo al señor jefe la presente, a fin de solicitar mi Agregación a la Agrupación VII Salta con motivo de la situación médico sanitaria de mi señora madre, Susana del Valle Román, quien padece las enfermedades descriptas en los informes médicos adjuntos en la presente nota, en cuanto se indica que las afecciones diagnosticadas son de alto riesgo, urgente y privilegian el acompañamiento familiar insoslayable", reza el primer párrafo del documento presentado el 13 de octubre del año pasado al Escuadrón 27 Uspallata.

Pasaron casi dos meses y Monteros Román no recibió ningún tipo de respuesta. "Decidimos, ya con mis abogados, mandarle una carta documento al director general de la Gendarmería Nacional, donde volvemos a pedir alguna resolución a un tema muy delicado, porque se trata del estado de salud de mi madre y el resto de mi familia. Sin embargo, respondieron con un breve texto donde "no obraban con ningún antecedente mío', una falta de respeto total. Cajonearon los pedidos, cuestión que no me debería extrañar porque hasta fueron capaces de borrar mi calificación, fue en otro destino, Santiago del Estero, en 20114/15 estaba calificado con 80 y me pusieron 56".

Hostigamiento y persecución en la fuerza nacional

Los Montero aseguran que hay muchas personas que sufren a la Gendarmería.

Nicolás Montero, padre de Ismael y marido de Susana Román.

Al igual que su padre, Nicolás Montero, el joven y desencantado cabo se encuentra en una lucha que parecería ser va contra la corriente. Desde el 2004 su padre se vio envuelto en una pesadilla “hollywoodence”, fue sancionado, arrestado, liberado y absuelto. Actualmente sigue como “pasivo” -paso previo a la “disponibilidad” y luego la “baja”-, cobrando un miserable sueldo tras haber prestado 35 años de servicio.

Tanto Ismael como el resto de su familia aseguran que los problemas comenzaron con la situación de su padre, Nicolás Monteros, el hombre que finalmente fue sobreseído. “Yo seguí las vías legales, como corresponde, agoté todas las vías administrativas y luego recurrió a un abogado porque no tenía ninguna solución, al contrario, dejaron pasar el tiempo. Cajonearon todos los informes que presenté, nunca quisieron visualizar nada de todo lo que pasó. Con todo ese desgaste son ellos -la Gendarmería Nacional- los que te terminan llevando a la disponibilidad, siempre tuvieron contados los días que no estaba asistiendo al servicio”, apuntó el desilusionado joven.

Monteros hijo contó también que uno de los médicos del Escuadrón VII “mintió al decir que yo no tenía nada en mi tobillo derecho, cuando en realidad le presente todos los papeles, realmente me había esguinzado en una oportunidad acompañando a mi madre al hospital”. Otro de los hechos que también fueron denunciados y que los Montero vinculan directamente con la persecución familiar que sufren por parte de Gendarmería, tiene que ver con una supuesta “violencia de género” que sufrió Daniela Ramírez, prima y sobrina de los Montero. Caso entre otros tantos que empezaron a salir a la luz

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