Fui el primero en comprometerme con el padre Chifri para la construcción del colegio secundario de El Alfarcito, al que he acompañado durante todo este tiempo, en una relación cercana con sus directores.
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Fui el primero en comprometerme con el padre Chifri para la construcción del colegio secundario de El Alfarcito, al que he acompañado durante todo este tiempo, en una relación cercana con sus directores.
Visto los eventos sucedidos en El Alfarcito en 2018 les quería transmitir algunas inquietudes al respecto:
Que la directora Paula Zapata llegó al colegio para hacerse cargo de su puesto de trabajo en febrero de 2017, con la intención de permanecer viviendo en él, en la habitación destinada para el director. Desde su llegada le habían prometido realizar una ampliación de la misma, a fin de que pudiera tener un espacio apropiado para sus horas de descanso. Pasó el tiempo y al advertir que el sacerdote Walter Medina no tenía la intención ni los medios para concretar dicho compromiso, decidí hacerlo en persona, pero me encontré con la oposición de Medina.
Con la anuencia del arzobispo de Salta, y con la ayuda de la Fundación Alfarcito, en el presente año se pudo concretar ese proyecto. Medina ofreció participar financieramente en la construcción, pero nunca aportó dinero alguno.
Poco a poco, Medina se fue apoderando completamente del manejo del colegio, de ese modo fue cambiando el organigrama diseñado por su fundador, el padre Chifri, que era el de cualquier colegio privado en la Argentina, convirtiéndolo en un centro eclesiástico donde el representante legal se convirtió en director y gerente general absoluto, reduciendo la función de directora de colegio a su más simple expresión, destruyendo la organización eficiente del colegio.
Siguiendo esa línea absolutista, Medina se apoderó también en diciembre 2017 de la administración del parador de comidas de El Alfarcito. En igual sentido, a mitad de este año lo hizo respecto del parador turístico de El Rosal, ambos construidos, equipados y manejados desde sus orígenes por la Fundación Alfarcito. Finalmente se adueñó de la caja de economías y de emergencias de las sucesivas directoras.
En la página web del colegio se ven muchos colaboradores y donantes. Se ignora qué se ha construido en los últimos dos años con esos aportes, ya que nunca exteriorizó adónde destina dicho dinero ni se presentó una rendición de los fondos administrados por él. Medina logró eliminar por completo la presencia en el colegio de la Fundación Alfarcito y de mi persona. Prohibió todo contacto con Paula Zapata, actual "directora pedagógica".
Cabe recordar que el colegio fue construido únicamente con donaciones de personas, entes privados, el aporte, la labor y los esfuerzos de las familias de las comunidades de la Quebrada del Toro, sin ninguna contribución económica del Arzobispado de Salta. Durante 9 años la Fundación Alfarcito prestó una importante ayuda económica al Colegio, tal como fue el objetivo de su fundador el padre Chifri.
Sintetizando, advierto que Medina y su jerarquía están desviando totalmente el camino de la obra y del espíritu de su fundador el padre Chifri, lo que no contribuye a mejorar la buena imagen de la Iglesia Católica.
Transmito por este medio mi indignación y preocupación de ver que, frente a tal situación, la directora Paula Zapata se podría retirar del colegio, lo que significaría una gran pérdida. Ella es una persona que, viniendo de otra realidad, se supo amoldar perfectamente a la vida de la montaña y sus costumbres, logró enaltecer los valores del colegio y supo ganarse el cariño y reconocimiento de la comunidad del colegio y de los padres de los alumnos.
Tenemos que continuar en la Quebrada del Toro con la obra del padre Chifri, que se apoya sobre dos pilares fundamentales que nos dejó: el colegio de alta montaña El Alfarcito y la Fundación Alfarcito, tal cual como él la diseñó, y mantener el espíritu y los valores de su fundador.