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“Para que un cliente venga y te compre debe haber confianza”

Roberto Romero, vendedor de automóviles
Domingo, 16 de diciembre de 2018 00:43

Roberto Romero es vendedor de autos y es más conocido como Pepe, especialmente en el barrio San Remo, en donde se crió junto a sus hermanos disfrutando una vida plena en la calle y al costado de la ya desaparecida “cancha de Macrosa”.

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Roberto Romero es vendedor de autos y es más conocido como Pepe, especialmente en el barrio San Remo, en donde se crió junto a sus hermanos disfrutando una vida plena en la calle y al costado de la ya desaparecida “cancha de Macrosa”.

Cuenta que siempre integró el colectivo de los “pataduras” y, en consecuencia, fue un personaje muy querido por todos. Ayer cumplió 45 años, por lo cual hubo festejos hasta ya entrada la madrugada de hoy. 

Su papá ya fallecido, se llamaba Carlos y su mamá Marta, una mujer que por las tardes salía a la vereda y le pegaba un grito para llamarlo y mandarlo a comprar el pan.

Él es el mayor de los hermanos. Luego viene Leonardo más conocido como “Gringo”, la Coqui Mariana y finalmente Flopi. Las hermanas ahora están en Comodoro Rivadavia trabajando en la dura Patagonia.

Cuando finalmente se hizo adulto, responsable y comenzó a sostenerse fue porque comenzó a trabajar en el consorcio de departamentos del barrio San Remo, el conocido edificio amarillo.

Luego se hizo mozo en el aeropuerto Martín Miguel de Güemes y ese trabajo lo hizo despegar. El hombre comenzó a conocer a mucha gente. Se cruzaba con artistas y deportistas famosos que frecuentaban las salas de embarque.

Ahí comenzó a entender este don que tienen algunas personas para entablar una conversación agradable, un poco en broma para los temas serios. Así aprendió a relacionarse con la gente.

Su amigo Miguel, que también es del San Remo, lo llamó un día para que fuera a su concesionaria. Todos suponen que algo le habrá visto para creer que podía comenzar a vender autos.

“Yo vendo autos usados”, dijo y planteó una cierta diferenciación que quedó en el aire. Y como nadie “le tiró el centro” de una pregunta, siguió explicando: “Es muy diferente vender autos usados que vender un cero kilómetro. 

“Cualquiera puede vender autos nuevos, que tienen publicidad en todos los medios masivos de comunicación, que tienen garantía y que ya todos los compradores conocen. 

Yo quiero ver vender autos usados. Ahí uno se mete en la piel del comprador y se tiene que ver la necesidad de nuestros clientes que coincida con el rango de precios que tenemos; es un trabajo artesanal en donde la confianza es clave”, describió.

“Nunca debemos perder la confianza. Si no, se rompe un contrato y entonces una persona no vuelve más. Entonces yo soy muy sincero con los que entran. Les digo las fallas que puede tener, si está chocado, si los repuestos son costosos; como así también los beneficios de cada auto. Les hablo del gasto de combustible o si la mecánica es fácil. Todo eso se juega en esta relación entre un vendedor de autos usados y un cliente. En la concesionaria de los cero kilómetro no pasa esto. Allí entra el cliente, que casi siempre tiene la plata y, si no la tuviera, le entregan un auto por 100 mil pesos y arreglate con el banco con en el pago de las cuotas, el service y la garantía en otro lado. Ellos te hace firmar y ya cumplieron, no les importa más. Acá la garantía en nuestra cara, nosotros no nos movemos de acá y por eso debemos ser los más sinceros para entregar un auto”, dijo el “loco Pepe”, como lo conocen.

Aprender de cero

Contó que, si bien tiene un sueldo básico pequeño, gana con las comisiones por ventas. Es decir que viven de las diferencias. Y ahí arranca nuevamente el monólogo sin guión de quien realmente utiliza la oralidad como herramienta de trabajo.

“Nosotros vivimos de las diferencias, pero además tenemos que saber qué vendemos. No es cuestión de meterle lo que sea a nuestro clientes. Yo cuando entré a trabajar en esto no sabía nada de autos, nada de nada. Entonces tuve que comenzar a aprender sobre motores, sobre suspensiones, versiones, las diferencias entre gasoil y nafta, si andan bien con GNC, entre tantas cosas como hasta qué cubiertas son más fáciles de encontrar. Todo esto para que en nuestro diálogo con los clientes brindemos confianza; esa es la clave de una venta que queremos. Y de ahí surge la diferencia”, comentó. 

Destacó que, desde hace unos años, vende autos con la transferencia lista. “Nosotros recomendamos siempre que a todas las cuentas las saquen con la transferencia porque acá tenemos todos los papeles siempre en regla. Nosotros aseguramos cien por ciento que los papeles están en orden porque ese es el detalle que más debemos cuidar todos: los que compran y los que venden. La documentación debe estar ordenada y la transferencia en regla; entonces se van. Hace unos años se llevaban los autos y nunca más ponían los papeles en regla y luego volvían. Entonces decidimos no hacernos cargo más de las intransigencias de los clientes en cuanto a la falta de voluntad”, relató, para luego respirar y prender un cigarrillo.

“Los autos entran por los ojos. Deben estar brillantes, lustrados siempre, así es más fácil venderlos . Hay muchos detalles que deben saber los que venden, pero yo no puedo andar ventilándolos por el diario”, confesó, sincero, “Pepe” Romero.

Un oficio, una incertidumbre

 “Lo que siempre digo y lo voy a seguir repitiendo es que, para que una persona venga y te deje todo el dinero que juntó laburando durante años, lo fundamental es la confianza. Pueden tener 100 mil pesos o un millón, pero ese es el esfuerzo de un buen tiempo de trabajo y yo no puedo traicionarlos y mentirles. Es ahí donde está mi capacidad para encontrar para esa persona, para esa familia, el mejor vehículo; lo demás son todos versos”, dijo Roberto Romero.

El tema central en las discusiones de café de los vendedores pasa por la falta de dinero y, en consecuencia, las bajas en las ventas.

“Una concesionaria como esta tiene que vender al menos 8 autos por mes y ahora anda muy flojo. No hay dinero circulando y eso es muy grave. Hace uno 6 o 7 años se vendía bien. Entonces abrieron muchos comercios del rubro que hoy ya no son negocio por lo cual el futuro de este oficio es una incertidumbre”, dijo ya en un tono más preocupado. Lo mismo todos sus amigos saben que este es el oficio de su vida y que, por lo tanto, seguirá campeando el temporal.

Para quien quiera encontrarlo, tener una charla agradable, saber más o recibir un gentil asesoramiento, está en Urquiza 1165.

 

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