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Las nuevas masculinidades en los tiempos del feminismo

Disfrutar de la crianza de los hijos y mostrar las emociones, entre las conquistas del hombre. En salud y sexualidad aún dominan los prejuicios machistas. La cortesía, un tema pendiente.
Lunes, 26 de marzo de 2018 19:20

En los últimos años la mujer fue conquistando no solo nuevos espacios, sino también nuevas formas de ser y de situarse ante la realidad. No callarse y estar unidas es la principal consigna para empoderarse: la hoja de ruta es clara. Pero ¿qué pasa cuando hablamos de los hombres? En este camino de transformación cultural y social, ¿cómo se sienten los hombres y cómo redefinen su masculinidad?
“En la década de los ochenta surgen por primera vez estudios sobre lo que se denominan las nuevas masculinidades, ese ser hombre que lucha por la igualdad de género”, contó a El Tribuno el psicólogo social Ricardo Rojas.
Pero ¿qué es la masculinidad? “Es la construcción cultural de género que designa el rol de los varones en la sociedad. La masculinidad hegemónica es la práctica asumida por varones que legitima el patriarcado y garantiza la posición dominante de los hombres y la sumisión de las mujeres. Ser hombre es todo lo opuesto a ser mujer, ser niño o ser gay”.
En esta construcción social intervienen distintas instituciones, como la familia, la escuela, el Estado, la religión y los medios de comunicación, entre otros, que moldean determinados modos de habitar el cuerpo, de sentir, de pensar y de actuar el género.
“Para el patriarcado se es hombre cuando se es protector, proveedor, procreador, autosuficiente y además se asumen riesgos”, detalló Rojas, que también integra la Subsecretaría de Políticas de Género de la Provincia.

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En los últimos años la mujer fue conquistando no solo nuevos espacios, sino también nuevas formas de ser y de situarse ante la realidad. No callarse y estar unidas es la principal consigna para empoderarse: la hoja de ruta es clara. Pero ¿qué pasa cuando hablamos de los hombres? En este camino de transformación cultural y social, ¿cómo se sienten los hombres y cómo redefinen su masculinidad?
“En la década de los ochenta surgen por primera vez estudios sobre lo que se denominan las nuevas masculinidades, ese ser hombre que lucha por la igualdad de género”, contó a El Tribuno el psicólogo social Ricardo Rojas.
Pero ¿qué es la masculinidad? “Es la construcción cultural de género que designa el rol de los varones en la sociedad. La masculinidad hegemónica es la práctica asumida por varones que legitima el patriarcado y garantiza la posición dominante de los hombres y la sumisión de las mujeres. Ser hombre es todo lo opuesto a ser mujer, ser niño o ser gay”.
En esta construcción social intervienen distintas instituciones, como la familia, la escuela, el Estado, la religión y los medios de comunicación, entre otros, que moldean determinados modos de habitar el cuerpo, de sentir, de pensar y de actuar el género.
“Para el patriarcado se es hombre cuando se es protector, proveedor, procreador, autosuficiente y además se asumen riesgos”, detalló Rojas, que también integra la Subsecretaría de Políticas de Género de la Provincia.

Los pilares patriarcales

En este sentido, los especialistas señalan que el modelo tradicional masculino se apoya en cuatro elementos esenciales. El primero es la restricción emocional, ya que no es bien visto hablar de los propios sentimientos y menos con otros hombres. El segundo pilar es el ansia de logros, basados en el mito del ganador. Esto implica estar en un permanente estado de competencia y reprimir sentimientos asociados con la debilidad.
El tercer pilar es parecer fuerte en todo momento, lo que hace a un hombre “confiable” durante una crisis.
El cuarto pilar es la audacia, tener un aura de atrevimiento, agresión, ser audaz y asumir riesgos, incluso vivir al borde del precipicio.
No se les enseña a enfrentar sus temores e inseguridades y el hombre que se rehúsa a pelear, que no es brusco o dominante, es visto como “poco hombre”.
Resistencia a cambiar
Para Gabriel Ísola, master en Programación Neurolingüística y consultor en Desarrollo Humano, los avances sociales y culturales de las últimas décadas impactaron de manera negativa en el hombre. “La mujer tiene mayor autoridad y dinero, aprendió a desprenderse de los hijos y es más activa en la sexualidad y el amor. 
“Hoy muchos hombres se sienten menoscabados y confrontados ante el avance de la mujer. A muchos les cuesta asumir las tareas de la casa y la crianza de los hijos. Decide menos e incluso lleva menos plata a la casa que la mujer. Es una experiencia nueva y generará un modo de relacionarse diferente. El hombre de hoy es un ser en transición”. 
Si bien muchos hombres fueron aceptando y acompañando las conquistas de las mujeres, dichos cambios desembocaron en nuevos comportamientos como la falta de cortesía, responsabilidad y caballerosidad. “El hombre nunca entendió a la mujer y tampoco hace nada por entenderla. La padece, la acompaña, la banca y la sufre. El varón perdió la posición de poder que tenía en el pasado y entonces abandonó el cuidado, la cortesía, la caballerosidad, el respeto por una persona que atraviesa trances muchos más graves, como el parto. Antes, cuando la mujer dependía del hombre y éste se sentía responsable de ella, era caballero. Hoy con la igualdad de género, ya no actúa con responsabilidad en el vínculo ni con cortesía”, destacó Ísola, también formado en Logoterapia, rama de la Psicología que prioriza la mirada existencial de la persona.
La violencia
Un aspecto muy ligado a las premisas patriarcales es el ejercicio de la violencia. Basta revisar la lista de apodos despectivos que se aplican a aquellos hombres que no consideran la violencia como opción para arreglar problemas con otros hombres.
Por otro lado, los femicidios dan cuenta de la vigencia de estos paradigmas que legitiman la violencia de género. “A mayor arraigo a la ideología patriarcal, mayor riesgo de ser un hombre que ejerce violencia”, explicó María Eva Sanz, especialista en Violencia familiar y quien trabaja con grupos de hombres que buscan escapar de las distintas formas de violencia.
Esta especialista afirma que el hombre debe aprender a manejarse en situaciones de poder frente al otro para aprender a ser responsable y no abusivo.
“Siempre les decimos a los varones que reconozcan cuándo están en situación de poder con las mujeres y también con otros hombres. Cuando uno tiene mayor poder, y se da cuenta y reconoce esa situación, tiene que ser más responsable para no abusar”, detalló Sanz.
La vigencia de los prejuicios machistas también se evidencia en aquellos hombres que sufren violencia a manos de su pareja. “Para la mayoría, realizar una denuncia por violencia de género en contra de su pareja es algo impensado. Este prejuicio está muy arraigado en nuestra cultura. Para la ley es un caso de violencia intrafamiliar, mediado por la preexistencia de un vínculo”, detalló Rojas.

El ser hombre hoy

Para el psicólogo social Ricardo Rojas, el cerebro tarda 100 años en cambiar de ideas, de estructuras y de paradigmas. 
Y si bien señala que nuestra generación no verá los resultados a pleno de estos cambios culturales, hay varios aspectos positivos que ya se visualizan actualmente. 
“Hay indicadores de que se están modificando los paradigmas del hombre. Los más jóvenes disfrutan estar en la casa y tener más participación en la crianza de los hijos. Muchos varones cuidan a sus hermanos menores, algo impensado en otra época. Pero el mayor indicador se ve en el plano emocional, ya que el hombre se anima más a hablar de lo que siente. Consideran a la mujer un sujeto de derecho y son cada vez más los que se suman a la lucha por la igualdad de género”.
El especialista resaltó, además, que la sociedad se vaya haciendo eco de estos cambios. “Un buen ejemplo es la presencia de cambiadores para bebés en los baños de hombres en algunos espacios comerciales salteños”. 
 

¿Qué pasa en Salta?

“Al hombre salteño le cuesta mucho aceptar estos cambios, todavía somos una sociedad muy patriarcal. Es preocupante la tasa de femicidios. El salteño tiene sus emociones tapadas, siente que si no es proveedor y procreador, deja de ser hombre”, agregó Ricardo Rojas. 
También destacó la persistencia de algunos “núcleos duros” en los cuales los cambios de pensamiento aún no se produjeron o bien no se evidencian.
Uno de ellos se manifiesta en el ámbito de la salud masculina. “No hay campañas de prevención del cáncer testicular, por ejemplo, ni controles médicos para prevenirlos, como la palpación, ya que es algo mal visto”. 
El otro ámbito es el de la sexualidad y el embarazo. “En lo sexual sigue muy vigente el paradigma de que la mujer debe satisfacer al hombre y que debe cumplir este rol a pesar de que no sienta deseo. Todavía el deseo sexual sigue más ligado al hombre que a la mujer. Incluso al salteño le cuesta hablar del placer femenino. Sigue asociando a la mujer con la procreación y los hijos. Lo mismo ocurre con la prevención del embarazo, tema en el que hombre actual tampoco tiene una participación muy activa”, resaltó Rojas.

Construir para la igualdad

Para muchos especialistas, la clave de las nuevas masculinidades no consiste solo desaprender los modelos patriarcales de lo que debe ser el hombre, sino también en saber incorporar actitudes y comportamientos tradicionalmente etiquetados como femeninos, como elementos necesarios para el desarrollo integral.
Se trata de modelos basados en una concepción igualitaria y no jerárquica, cuyo sentido se mida no en términos de éxitos económicos sino en la manera en que su labor contribuya a una mejora de la sociedad 
Algunas de las cualidades de estas nuevas masculinidades incluyen el saber compartir el control de la realidad con las mujeres, no usar el poder para imponerse sobre otros, disfrutar del trabajo y del hogar por igual, compartir las labores domésticas y el cuidado de los hijos y agruparse con otros varones para promover la no violencia.
“Los hombres recién empezaron a cambiar pañales hace poco más de 20 o 30 años, frente a cientos de años de comportarse de otra forma”, detalló el master trainer Gabriel Ísola.
Para ello poder cuestionar el legado del patriarcado es fundamental si se busca lograr el equilibrio entre hombres y mujeres en todos los ámbitos. 

Encontrarse para hablar y debatir

En Villa Crespo, Buenos Aires, hace poco más de un mes se creó un grupo para discutir cuál es el rol del hombre en la actualidad. Se reúnen los miércoles, en el bar San Bernardo y ya son más de 40. 
El espectro es amplio: hay conservadores, clásicos, millennials, gays, metrosexuales, todos de entre 25 y 60 y de oficios y profesiones diversas. 
Buscan encontrar un espacio para hablar y mostrarse vulnerables sin temor al qué dirán por pronunciar una frase políticamente incorrecta o derramar una inesperada lágrima, según consigna Clarín. No es un lugar para hacer terapia, tampoco son amigos. “Vine porque necesito encontrar un modelo masculino, más allá de Pepe Argento, que es el referente más cercano que tengo”, contó Juan Manuel, de 25 años. 
Por su lado, Federico, de profesión ingeniero, se queja de que los hombres no existen en los medios de comunicación. “Todo está dedicado a la mujer: cómo ser más joven, cómo ser madre y ejecutiva. ¡¿Nosotros no existimos?!”, exclamó. 
Sin duda, una iniciativa para imitar y replicar.



 


 

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