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Francisco, el incomprendido

Miércoles, 18 de abril de 2018 00:00

Hubo y hay comentarios frecuentes de un gran disgusto con el papa Francisco. Nunca jamás el periodismo argentino lo reconoció como un pastor o líder espiritual, sino como un político más, y así fue también para su grey porteña y para la Iglesia en general. Siempre se desconfió de él y sus escritos eran escasamente difundidos. Una vez elegido Papa todos celebramos. Y nos desilusionó. El ha dicho claramente, en varias oportunidades, "soy hijo de la Iglesia y no voy a cambiar ninguna doctrina", pero sacan de contexto sus palabras para difamar y mentir, y como reza un viejo principio bíblico "todo texto sacado de contexto sirve de pretexto". El Papa ha publicado una nueva exhortación apostólica, "Gaudete et exsultate" el 19 de marzo de este año, con motivo de su quinto aniversario del pontificado, y tuvo escasa repercusión, ya que no plantea un tema político, al menos en apariencia, sino hace un llamamiento a la santidad universal, un llamamiento a un nuevo concepto de santidad que implica la necesaria coherencia de la vida con los principios que se proclaman. Un nuevo concepto de santidad que exige el compromiso con el mundo real con todos los hombres que se reconocen hijos de Dios y hermanos entre sí, especialmente con los pobres y marginados de la tierra. Advierte con severidad los peligros para la fe, como el gnosticismo y el pelagianismo, viejas y renacidas herejías, también el consumismo y la superficialidad. Una santidad que no le esquiva al mundo y a la vida, y que se desarrolla en la vida cotidiana del que trabaja, del que estudia o simplemente es responsable del hogar. Como decía el obispo poeta Pedro Casaldáliga, todo camino a la eternidad se construye en el tiempo presente. Quienes siguen enojados con Francisco deberían leer con atención sus documentos y sus discursos, con mente abierta y sin prejuzgamiento. Entonces podrán ver, de verdad al verdadero Francisco.

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Hubo y hay comentarios frecuentes de un gran disgusto con el papa Francisco. Nunca jamás el periodismo argentino lo reconoció como un pastor o líder espiritual, sino como un político más, y así fue también para su grey porteña y para la Iglesia en general. Siempre se desconfió de él y sus escritos eran escasamente difundidos. Una vez elegido Papa todos celebramos. Y nos desilusionó. El ha dicho claramente, en varias oportunidades, "soy hijo de la Iglesia y no voy a cambiar ninguna doctrina", pero sacan de contexto sus palabras para difamar y mentir, y como reza un viejo principio bíblico "todo texto sacado de contexto sirve de pretexto". El Papa ha publicado una nueva exhortación apostólica, "Gaudete et exsultate" el 19 de marzo de este año, con motivo de su quinto aniversario del pontificado, y tuvo escasa repercusión, ya que no plantea un tema político, al menos en apariencia, sino hace un llamamiento a la santidad universal, un llamamiento a un nuevo concepto de santidad que implica la necesaria coherencia de la vida con los principios que se proclaman. Un nuevo concepto de santidad que exige el compromiso con el mundo real con todos los hombres que se reconocen hijos de Dios y hermanos entre sí, especialmente con los pobres y marginados de la tierra. Advierte con severidad los peligros para la fe, como el gnosticismo y el pelagianismo, viejas y renacidas herejías, también el consumismo y la superficialidad. Una santidad que no le esquiva al mundo y a la vida, y que se desarrolla en la vida cotidiana del que trabaja, del que estudia o simplemente es responsable del hogar. Como decía el obispo poeta Pedro Casaldáliga, todo camino a la eternidad se construye en el tiempo presente. Quienes siguen enojados con Francisco deberían leer con atención sus documentos y sus discursos, con mente abierta y sin prejuzgamiento. Entonces podrán ver, de verdad al verdadero Francisco.

 

 

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