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26 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
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La prisión de Lula

Jueves, 26 de abril de 2018 00:00

¿A Lula lo juzgan por corrupto o para restablecer las viejas jerarquías sociales? La crisis que vive Brasil es, al mismo tiempo, una cuestión legal, un problema político, un enfrentamiento de clase, una prueba de fuerza. Chocan Democracia y República. ¿Es la Justicia brasileña un bastión de juristas impolutos que persiguen toda violación de normas y protegen el Estado de Derecho? ¿O un enclave clasista preocupado por la hegemonía de una organización que representa otras fuerzas sociales? ¿Las dos cosas?

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¿A Lula lo juzgan por corrupto o para restablecer las viejas jerarquías sociales? La crisis que vive Brasil es, al mismo tiempo, una cuestión legal, un problema político, un enfrentamiento de clase, una prueba de fuerza. Chocan Democracia y República. ¿Es la Justicia brasileña un bastión de juristas impolutos que persiguen toda violación de normas y protegen el Estado de Derecho? ¿O un enclave clasista preocupado por la hegemonía de una organización que representa otras fuerzas sociales? ¿Las dos cosas?

Jurídicamente, el tema es peliagudo. Lula no es Maduro. Ha sido un presidente respetuoso del pluralismo, ha estimulado acuerdos en el Congreso, ha producido una mutación en la vida de millones de compatriotas.

Odebrecht para un imperio

La pregunta flota: ¿y si todo fuera una gigantesca puesta en escena para birlarle a una fuerza social el control del Estado y recobrar para las viejas elites el manejo de la cosa pública?

Los analistas destacan dos esquemas de corrupción. Uno es la obra pública por el continente con la empresa Odebrecht. El otro, Petrobras dentro del Brasil.

En cuanto a Petrobras, la información converge en que es caja de la política y un partido que necesita acuerdos entrega áreas íntegras de la empresa a sus aliados. Que luego tienen libertades de gestión e incluso de apropiación. Horrible, pero generalizado.

Odebrecht, la constructora más grande de Brasil, no parece haber sido una simple recaudadora de fondos para conseguir negocios. Al parecer, era parte de un proyecto estratégico del Brasil de Lula para avanzar en el control de la obra pública de América Latina, aprovechando el relativo retiro de los norteamericanos de la región desde Bush (h).

El objetivo político habría sido entrar a los países sudamericanos y ganar contratos según la cultura política dominante en cada país. Con bajos precios si se pudiera, con cohecho donde los exigieran los gobernantes.

Ese esquema es una tradición en el negocio de la energía. Las petroleras lograban que periodistas de peso, inclusive muy honrados, consiguieran pruebas sobre contratos de sus competidores. Liquidados por el escarnio público, el negocio cambiaba de manos.

"Es un hecho histórico" dice el sociólogo Sergio Abranches porque Lula fue preso y Temer no fue, y Aécio no fue o RenanCalheiros no fue. Hay liderazgos protegidos por un sistema de blindaje. Encuentro que esa contradicción es insanable y solo puede ser resuelta con la generalización para todos los brasileños poderosos y ricos. El problema no lo resuelve la liberación de Lula, sino la prisión de los otros".

"Aseguro a la nación que el Ejército brasileño juzga compartir el anhelo de todos los ciudadanos de bien de repudio a la impunidad y de respeto a la Constitución, a la paz social y a la democracia", dijo el comandante del Ejército brasileño Eduardo Villas Boas en vísperas del fallo sobre Lula. Una presión sobre la Corte Suprema. Una amenaza. Salieron a apoyarlo los generales activos Cristiano Pinto Sampaio, comandante de la Brigada de Infantería de Selva; José Luiz Días Freitas, comandante del Comando Militar del Oeste, y Antonio Miotto, jefe del Comando Militar del Sur. "De nuevo el comandante del Ejército expresó las preocupaciones y los deseos de los ciudadanos brasileños que visten uniforme. Estamos juntos comandante Villas Boas", expresó Días Freitas. "Estamos juntos mi comandante. En la misma trinchera firmes y fuertes. Más preocupante aún, el débil repudio de los sectores democráticos del Brasil. El encarcelamiento de Lula fue festejado en público por un diputado de ultraderecha, Jair Bolsonaro. Dicen que tiene las manos limpias. Tenía un lejano segundo lugar detrás de Lula en las encuestas para las presidenciales próximas. ¿Ahora ganará?

 

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