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Iglesia San Francisco: el campanil más alto de Sudamérica abre su magnificencia a la gente

Se puede ascender hasta la torre de 54 metros y tener una vista privilegiada de Salta. Alberga la Campana de la Patria, hecha con cañones de realistas rendidos en la Batalla de Salta. 
Domingo, 13 de mayo de 2018 09:42

De las imágenes posibles para registrar una visita por la ciudad, tal vez la de la iglesia San Francisco sea de las más complejas de tomar. Declarada Monumento Histórico Nacional en 1941 tienta al turista con su contraste de colores, sus columnas estilizadas y elementos decorativos de estilo italianizante. En este conjunto arquitectónico la torre campanario se yergue a 54 metros de la base del edificio y constituye en sí misma un desafío de encuadre fotográfico. Pero lo que los turistas y muchos salteños no sospechan es que su gran atractivo no está fundado en apariencias, sino que guarda la Campana de la Patria. 
El 26 de marzo pasado se habilitó la torre campanil para visitas guiadas y el interés en ella se revigorizó ante la experiencia de ascender por ella por primera vez. Desde el Museo San Francisco refieren que el campanario fue construido en 1882 por el arquitecto Francisco Righetti y diseñado por Fray Luis Giorgi. Está dividido en cuatro partes con columnas de diseño griego dórica, jónica y corintia. Por sus 54 metros de altura es considerado el campanil más alto de Sudamérica. 
Albergada en el tercer cuerpo se encuentra la Campana de la Patria, destacada entre un grupo de doce porque fue hecha con el mental de los cañones que se usaron en la Batalla de Salta de 1813. “Luego del combate, el general Manuel Belgrano fue al Tedeum en la Basílica de San Francisco y entregó los cañones a los franciscanos para que los fundieran”, comentó fray fuad Miguel Hilal, guardián, rector de la basílica y ecónomo del convento. La leyenda grabada en ella: “Larga vida a la Patria 1813 a la Inmaculada Concepción de María, Madre de Dios y para la religión seráfica, fui hecha por Miguel Mariano Silva”, denota la profunda devoción mariana de Belgrano, su donador. Y actualmente cada 20 de febrero al mediodía se tañe la Campana de la Patria, que homenajea con su sonar añejo y férreo la magnanimidad del general patriota al perdonar las vidas de los enemigos de la gesta independentista y libertarlos. También suena en otras ocasiones especiales. 

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De las imágenes posibles para registrar una visita por la ciudad, tal vez la de la iglesia San Francisco sea de las más complejas de tomar. Declarada Monumento Histórico Nacional en 1941 tienta al turista con su contraste de colores, sus columnas estilizadas y elementos decorativos de estilo italianizante. En este conjunto arquitectónico la torre campanario se yergue a 54 metros de la base del edificio y constituye en sí misma un desafío de encuadre fotográfico. Pero lo que los turistas y muchos salteños no sospechan es que su gran atractivo no está fundado en apariencias, sino que guarda la Campana de la Patria. 
El 26 de marzo pasado se habilitó la torre campanil para visitas guiadas y el interés en ella se revigorizó ante la experiencia de ascender por ella por primera vez. Desde el Museo San Francisco refieren que el campanario fue construido en 1882 por el arquitecto Francisco Righetti y diseñado por Fray Luis Giorgi. Está dividido en cuatro partes con columnas de diseño griego dórica, jónica y corintia. Por sus 54 metros de altura es considerado el campanil más alto de Sudamérica. 
Albergada en el tercer cuerpo se encuentra la Campana de la Patria, destacada entre un grupo de doce porque fue hecha con el mental de los cañones que se usaron en la Batalla de Salta de 1813. “Luego del combate, el general Manuel Belgrano fue al Tedeum en la Basílica de San Francisco y entregó los cañones a los franciscanos para que los fundieran”, comentó fray fuad Miguel Hilal, guardián, rector de la basílica y ecónomo del convento. La leyenda grabada en ella: “Larga vida a la Patria 1813 a la Inmaculada Concepción de María, Madre de Dios y para la religión seráfica, fui hecha por Miguel Mariano Silva”, denota la profunda devoción mariana de Belgrano, su donador. Y actualmente cada 20 de febrero al mediodía se tañe la Campana de la Patria, que homenajea con su sonar añejo y férreo la magnanimidad del general patriota al perdonar las vidas de los enemigos de la gesta independentista y libertarlos. También suena en otras ocasiones especiales. 


Los trabajos de restauración como así también la iluminación ornamental de la fachada y laterales del templo -finalizados en 2015- fueron una empresa del Gobierno de Salta, pero la recuperación del interior del campanario se logró con aportes económicos de laicos afines a la obra franciscana. “Costó mucho poner en valor la parte interna del campanil y que la gente pudiera subir a él y tener la vista hacia los cuatro puntos cardinales de la ciudad”, destacó fray Hilal. 
Agregó que se puso énfasis en lograr la uniformidad de los aspectos decorativos y arquitectónicos con el exterior del complejo y que se atendió la seguridad de los visitantes. 
“El gran signo que muchos de nosotros no tenemos en cuenta es la Campana de la Patria, que al fundirla en el convento los frailes lograron moldear 1.406 kilos de historia, arte, cultura, trabajo, dignidad, belleza y turismo”, expresó fray Hilal. Durante el recorrido, como acostumbra el Museo San Francisco, pueden hallarse datos excepcionales. Por ejemplo, rescataron que en una edición del diario El Tribuno del 5 de junio de 1977 se difundía que -en el marco del Congreso Nacional de Filatelia realizado aquel año- en el Correo Central se había puesto a la venta por primera vez en el interior del país un sello postal correspondiente a la serie ordinaria aplicándole el matasello confeccionado con la leyenda “Primer día de circulación”. “Esto fue un logro para nuestra provincia, ya que se trató de un sello de $1.000 con la vista del campanil de nuestra hermosa Basílica menor San Francisco”, registró el redactor aquella vez. 

Datos curiosos

* 1.406 kilos pesa la campana de la Patria, hecha con el metal de los cañones usados en la Batalla de Salta.

* 54 metros de altura tiene la torre campanario y es una de las más altas de Hispanoamérica.

El museo de arte sacro más importante del país

La orden de los franciscanos guarda una relación con la comunidad salteña que se imbrica en los ámbitos cultural, arquitectónico, histórico, geográfico, deportivo, evangélico y artístico desde el momento de la fundación de la ciudad, en 1582. Parte de esta riqueza se puede apreciar en el Museo San Francisco. El recorrido se inicia en el patio central, donde el reloj de sol, construido en 1864, capta la atención del visitante. Luego hay habilitadas 14 salas, dispuestas en torno del patio central. En junio próximo, se inaugurarán tres salas más, ubicadas en el último piso del convento. 

El expositorio tallado en madera por el fray Luis Giorgi. Foto: Javier Corbalán. 
En cada recinto hay piezas únicas en su tipo como un piano de media cola y otro de cola vertical, un armonio italiano del siglo XVIII, un violín del siglo XIX y una cítara u objetos etruscos de los siglos III y IV a.C., que fueron traídos desde Roma en 1950 por fray Tito Collalunga, entre otras. 
Capítulo aparte merecen los pasadizos de altura. En estos pasillos ocultos hoy se exponen objetos de la fábrica de velas y de hostias de los franciscanos, también sellos para cartas, petacas de viaje, la imprenta de La Voz Seráfica (un periódico franciscano), balanzas, otros elementos que datan de los primordios de la fotografía. También se cree que en ese lugar trabajaba el arquitecto y escultor fray Luis Giorgi porque en las paredes hay bocetos de las distintas decoraciones de la basílica.
“Desde que se inauguró hace tres años y medio los visitantes se quedan sorprendidos de la conservación, el cuidado y los detalles de los objetos y de que esto no sea reconocido. Lo que más llama la atención es que un espacio así, en pleno centro de Salta, no tenga la difusión y no sea conocido por muchos salteños, sino solo por los turistas”, señaló fray Miguel Hilal.
Asimismo, el conjunto de piezas sacras es inestimable. 
Por ejemplo, un cuadro de 1786 con la imagen de Jesús cuando es bajado de la Cruz. También exponen el oratorio de la familia Solá Paulicci, un San Francisco penitente realizado en pasta encolada, que mantiene su policromía original y fue hecho en Perú en el siglo XVIII, una sagrada familia, la virgen de La Merced, un Cristo enclavado en la cruz con los ojos abiertos realizado en madera tallada y policromía (siglo XIX) y una imagen de la Dolorosa con su corazón de plata atravesado por siete espadas. 
Además, se le ofrece al visitante una oportunidad única: la de conocer sus instalaciones los viernes a la luz de las velas, tal como las recorrían los frailes antes de 1901, año en que llegó la luz eléctrica a la ciudad. La basílica, el convento y el museo de arte sacro cobran una vez al mes un aspecto mágico que trasciende la mente y el corazón de quienes los visitan. 
Así todos dejan al trasponer las puertas su identidad de turistas para calzarse los ropajes de embelesados viajeros.
 

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