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Morir por la patria es gloria

Martes, 19 de junio de 2018 00:00

Hace algunos años, en esta misma columna y con motivo de un nuevo aniversario del natalicio del Gral. Martín Miguel de Gemes, publiqué bajo el mismo título un homenaje al prócer máximo de nuestra salteñidad y uno de los Padres de la Patria, junto a San Martín y Belgrano, creyendo oportuno reflejar algunos párrafos de aquel sentido recordatorio.

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Hace algunos años, en esta misma columna y con motivo de un nuevo aniversario del natalicio del Gral. Martín Miguel de Gemes, publiqué bajo el mismo título un homenaje al prócer máximo de nuestra salteñidad y uno de los Padres de la Patria, junto a San Martín y Belgrano, creyendo oportuno reflejar algunos párrafos de aquel sentido recordatorio.

Decíamos así que, nos proponíamos evocar su figura inmortal, cual savia abreva nuestro espíritu no exento de sufrir los embates de una apatía apátrida que en vil ingratitud amenaza el ostacracismo de los fundadores de nuestra nacionalidad, en desmedro de quienes hemos escogido con creces vivir en libertad y con dignidad en procura de retomar la senda perdida, dejando atrás espurios intereses que han dividido a una sociedad ávida de una fraterna reconciliación nacional.

Hace poco se instaló con pretensión de consigna nacional una frase que arengaba que "La Patria está en peligro", cuyos mentores, a pesar de los vanos esfuerzos prodigados para esclarecer el sentido de la convocatoria, no obstante, no lograron explicar la dudosa legitimidad de una proclama sospechada de un velado tinte político y desestabilizador, que no puede compartirse de ninguna manera.

En esta hora en que las pasiones de los hombres horadan la fe de los pueblos y arrasan impiadosamente la cultura del encuentro, imbuidos de una profunda unción patriótica que enaltece la "Semana de Gemes", muy cara para todos los salteños, resulta útil y propicio rememorar algunas de aquellas frases célebres del ilustre salteño que guía nuestros pasos, tales como "He jurado sostener la independencia de América y sellarla con mi sangre" (carta a Pedro de Olañeta, 22 de setiembre de 1816), "Nunca he deseado ser vano, sino bueno: un soldado de la Patria y un ciudadano honrado" (carta a Ignacio Álvarez Thomas, 19 de octubre de 1815) y "Yo no aspiro a premios ni recocompensas: trabajo por la libertad del país" (Carta a Guillermo Marquiegui, 19 de setiembre de 1816).

Sosteníamos, entonces que, "si bien la entrega abnegada y desinteresada de una pléyade de patriotas logrando en aquellos aciagos tiempos la libertad de la Patria, la Intendencia de Salta, sin embargo, había quedado devastada y arruinada, según le escribe Gemes a Belgrano donde dice: "Esta provincia por todos sus aspectos no representa más que un semblante de miseria, de lágrimas y agonía.

Ya envié todo proyecto para proporcionar auxilios que franqueen las intenciones de guerra; pero ni para conservar la existencia de los que deben sostenerla.

La Nación sabe cuan grandes sacrificios tiene hechos la provincia de Salta a favor de la idolatrada libertad y debe saber se halla dispuesta a otros mayores tocado en medio de tantos conflictos el último de los recursos, el cual es imponer una contribución con anuencia del Cabildo para sostener las tropas y las esperanzas de nuestra defensa y sin embargo de ser la más castigada es la más prudente, la multitud de clamores a puesto en problemas mi resolución. Esta representación no tiene por objeto encarecer los servicios que Salta en obligación de consagrar a la sociedad, sino exigir arbitrios que afiance el éxito de sus más nobles esfuerzos para conseguir el total exterminio del enemigo'" (Martín Miguel de Gemes).

Sobre la prédica heróica del valiente y honorable comprovinciano, sólo nos cabe honrar su memoria con aquel inmortal pensamiento, en cuanto que "morir por la Patria es gloria", para dejar atrás, de ese modo, la tentación de algunos pocos sobre que "La Patria está en peligro", cuando en verdad, no lo está.

 

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