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Cora Gamarnik: “El movimiento feminista es un punto de inflexión en la historia argentina”

Entrevista con Cora Gamarnik, Doctora en Ciencias Sociales e Investigadora.
Viernes, 29 de junio de 2018 22:33

Cora Gamarnik no es fotógrafa, pero invita a ver la fotografía desde otro punto de vista: primero lo ideológico y luego la estética. Hasta tiene instrucciones precisas.

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Cora Gamarnik no es fotógrafa, pero invita a ver la fotografía desde otro punto de vista: primero lo ideológico y luego la estética. Hasta tiene instrucciones precisas.

De algún modo, les exige consecuentemente a los fotógrafos ese “plus” que solo tienen los que poseen una mirada crítica. En la semana estuvo en Salta para dar una charla en el marco de la Muestra de Fotoperiodismo de la Argra, que está abierta en el Museo de Bellas Artes hasta el 29 de julio.

Un pañuelo de un color verde más intenso que el de las calles, libros desordenados de fotografías, más fotografías, una mandala de mousepad, una computadora con calcomanías pegadas y una charla amena, más que de exposición académica le dieron una moldura cálida a su repaso por la historia del fotoperiodismo en Argentina. Destacó la “legitimidad social” de fotorreportero y se puso el cartel “Todos somos Télam”, tras los despidos en la agencia de noticias. En la charla, mediada con empanadas, Cora habló de dictaduras, verdades y del feminismo.

¿Qué hace una doctora en Ciencias Sociales dando una charla sobre fotografía?
La invitación se realizó en el marco de la presentación de la muestra de fotoperiodismo gráfico argentino, que está en el Museo de Bellas Artes de Salta. En la misma se dan una serie de actividades que rodean a la exposición. Se trata de que esto no sea solo de fotos y que haya otra vida alrededor. En ese marco, me pidieron una charla sobre la historia del fotoperiodismo, y yo hice solo una introducción porque obviamente la historia es muy extensa. Traté de destacar la importancia que tiene el fotoperiodismo en la historia argentina. Como yo me dediqué a investigar eso, la invitación fue para que la intervención acompañe el recorrido de la muestra, que es impresionante y que aún está dispuesta para visitarla. 

De su repaso histórico impactó mucho su análisis sobre la estética comunicacional utilizada durante la última dictadura cívico militar...
Hubo un equipo que trabajó la imagen oficial. Lo que nosotros fuimos viendo es que no hubo nada improvisado en la construcción del golpe de Estado en sí, en cómo hacerlo, cómo mostrarlo, cómo generar un golpe que no parezca cruento, violento, con militares armados que atemoricen a la población.
Todo fue pensado para que parezca un traspaso ordenado del poder. Y para eso usaron a intelectuales, investigadores, profesionales en modo de acción psicológica, según el término de las FFAA para engañar a la población y hacer creer que eran los militares los que iban a traer el orden y la paz, cuando el realidad eran militares que ya tenían planeado y diagramado un plan de asesinatos sistemáticos de argentinos con más de 500 centros clandestinos de detención repartidos en todo el país. Ese plan ya estaba desde antes del 24 de marzo del 76, porque ya había secuestros y lugares acondicionados para desaparecer a gente.

Hubo una manipulación importante de la información...
Desde el 75 ya estaba todo armado y sin embargo en la prensa lo que aparece es que el gobierno de Isabel Perón no se podía sostener más, que se caía por su propio peso, que se caía sola, que nadie la empujaba. Se instaló la idea de que no había salida democrática posible, lo cual no es así porque había elecciones previstas para octubre del 76. Se podría haber esperado a que haya elecciones y que se cambie un gobierno que efectivamente ya no gobernaba. Lo que se instaló desde el 75 es que la única solución que había era que los militares volvieran a hacerse cargo del poder y que iban a volver en son de paz, en son de orden, en son de tranquilidad para el pueblo. Y esto es lo que los medios de comunicación transmitieron y lo hicieron unánimemente, no había una sola voz disidente. Todos los medios, todas las voces decían lo mismo sistemáticamente, las radios, los diarios, los canales, las revistas. Ante eso, vos tenías que participar de otras redes de información para poder pensar que la dictadura podía ser otra cosa.

¿No siente miedo de la manipulación mediática que se está viendo de nuevo?
Miedo no me da. Me da la sensación de la necesidad de estudiar estos sucesos porque siento que lo que estamos viviendo hoy es también parte de una manipulación. Muchísima gente, en 2015, no votó a un gobierno para que se endeude de nuevo con el FMI, que reprima violentamente las manifestaciones, que le descuente el sueldo a los jubilados, que despida a miles de trabajadores, que baje el presupuesto para educación. Hay muchos que no votaron esa propuesta que sí es programática. En el 2015 hubo una manipulación mediática propagandística muy astuta, pensada, muy bien creada que permitió engañar a mucha gente con un cambio, con la alegría de ese cambio, en el que se iba a mantener lo que estaba bien y se iba a cambiar lo que estaba mal. Hoy, mucha de la gente que votó a Cambiemos está sufriendo sus políticas actuales. 
Entonces, yo creo que es tan estratégico el tema de la construcción de la imagen, de los mensajes políticos, el tema del cercenamiento de la libertad de expresión, que es imprescindible estudiarlos. La censura mediática y la cantidad de despidos de periodistas es dramática. Hoy mismo tenemos que solidarizarnos con los 354 despedidos de la agencia oficial Télam.
Esto habla de nuevo sobre que está sucediendo lo mismo que en la dictadura, cuando hablamos de la homogeneización de una voz diciendo al unísono lo mismo. Si vos hacés eso no tenés otras visiones, otras formas de penetrar ese discurso que te permita contar la vida de otra manera. A eso hay que contrastarlo con tu propia experiencia. Yo creo que es peligrosísimo un sistema de medios que no permita la libertad informativa, que no permita el pluralismo democrático. Es muy peligroso. 
Yo por ahora no tengo miedo, no siento que estemos en un momento de peligrosidad de vida así como ya los tuvimos en otras épocas, pero siento que tengo la responsabilidad de estudiar estos temas desde el punto de vista del poder. Ellos estudian mucho, son muy hábiles, tienen mucho dinero y por otro lado veo que en las universidades y en los movimientos sociales y culturales no le estamos dando la importancia que se merece.

¿Hay alguna esperanza de poder develar esa manipulación mediática?
Por un lado, hay una resistencia dentro de los medios fuertes ante los despidos. Hay una agremiación en donde los sindicatos vuelven a ser protagonistas. Yo creo que la esperanza tiene que ver con el grado de organicidad de los propios trabajadores. Por otro lado, veo esperanzada que hay una forma de comunicación alternativa vía redes sociales que saltean a los medios tradicionales. Esto no resuelve la problemática laboral de los periodistas, pero es verdad que estamos logrando comunicarnos, decirnos cosas más allá de lo que los medios quieran hacer. Muchas veces nos informamos y comunicamos por fuera de los medios. Por otro lado, se puede decir que los despidos y cierres de medios dieron resultados inesperados e interesantes. El ejemplo es la cooperativa de Tiempo Argentino, un medio que fue desguasado por los dueños, le hicieron un desfalco y los trabajadores se organizaron y hoy son un medio de los más serios que hay en el periodismo argentino. Me parece que ahí la crisis va generando nuevas respuestas. 

¿El movimiento feminista es también una esperanza para el país?
El movimiento feminista no solo es una esperanza, sino que es una forma de trabajo e intervención social, es organización, es una forma de discusión que me parece que es un punto de inflexión en la historia argentina.
No solo por las conquistas que se van logrando sino porque se construye desde otros lugares y con otras formas, incluso con otras palabras; se crean nuevas palabras. 
La discusión asamblearia, democrática, en los plenarios, la participación horizontal de miles de mujeres, con sus diversidades, a mí me parece que está dejando un precedente que cambia las agendas políticas y mediáticas, legislativas y judiciales del país.
Es un movimiento poderosísimo que además es trasclasista, hay de todas clases sociales, de todos los tipos de mujeres y de géneros. Y básicamente porque es un grupo diverso. 
Además, es un colectivo que no solo modifica el afuera, lo social, lo masivo, sino que modifica el interior de los hogares. Lo temas que están en discusión pasan desde quién lava los platos, quién cocina o quién lleva a los chicos al colegio al cómo me tratás, cómo me vinculo con vos, qué es lo más íntimo. Cuestiona hasta lo que pasa dentro de la cama. Va desde lo más íntimo a lo más colectivo, público y amplio. Me parece muy revolucionario.

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