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Las declaraciones juradas de Cuenca no condicen con su fortuna

El intendente de Rivadavia Banda Sur, en su última presentación ante la Escribanía de Gobierno solo declara ser propietario de una camioneta Toyota 2015 y un terreno en La Unión, que fue donado.
Domingo, 03 de junio de 2018 00:00

Las últimas declaraciones jurada de bienes patrimoniales presentadas por el intendente de Rivadavia Banda Sur, Leopoldo Cuenca, ante la Escribanía de Gobierno de Salta, por lo menos son inconsistentes. El funcionario público declara ser poseedor de una camioneta Toyota 2015 y un terreno; una extensa finca ubicada a 30 kilómetros de La Unión sobre la ruta provincial 13. Se llama Las Botijas y perteneció a Fidela Guerra de Romero, una criolla que la obtuvo en 1948 por prescripción adquisitiva.

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Las últimas declaraciones jurada de bienes patrimoniales presentadas por el intendente de Rivadavia Banda Sur, Leopoldo Cuenca, ante la Escribanía de Gobierno de Salta, por lo menos son inconsistentes. El funcionario público declara ser poseedor de una camioneta Toyota 2015 y un terreno; una extensa finca ubicada a 30 kilómetros de La Unión sobre la ruta provincial 13. Se llama Las Botijas y perteneció a Fidela Guerra de Romero, una criolla que la obtuvo en 1948 por prescripción adquisitiva.

En la declaración jurada Leopoldo Cuenca no asienta los bienes de su mujer, Paola Alejandra Torres, por más que tiene la obligación manifestar cuál es el patrimonio de su cónyuge.

Una investigación periodística publicado por El Tribuno la muestran como titular de los dos camiones -chapas AA804DB y PFI 210- que fueron fotografiados dentro de la finca que el intendente disputa con la empresa Tierra Vasca.

Esas unidades Mercedes Benz fueron patentadas a nombre de la mujer de Cuenca en septiembre de 2015 y en diciembre de 2016. Cuestan más de $4 millones, contando los chasis y los semirremolques batea con los que están equipados.

En la declaración jurada presentada el 4 de marzo de 2016, después de finalizar su tercer mandato, Leopoldo Cuenca declara no tener bienes somovientes (parte del patrimonio que es capaz de moverse por sí mismo, ejemplo: cabezas de ganado). Sin embargo, en una denuncia que presentó en julio de 2017 contra personal de la empresa de los hermanos Jorge y Marcelo Pocovi, el intendente Cuenca afirmó que la rotura de una de las alambradas le generó perjuicios con cien cabezas vacunas de su propiedad y otras 150 de su suegro, el padre de Paola Torres, y de un allegado. Cada cabeza vale como mínimo $8.000.

Pocos bienes

Según las distintas declaraciones juradas a las que pudo acceder este medio, el intendente de Rivadavia Banda Sur no posee dinero en efectivo, ni de curso legal o de moneda extranjera, es más ni siquiera posee una cuenta bancaria. Sin embargo, pudo construir una lujosa residencia en La Unión y otra propiedad que figura a nombre de Paola Torres en la capital.

El patrimonio de la mujer de Cuenca registró en 15 años un exponencial salto que no se condice con los registros que tiene la AFIP. Pasó de ganar 15.000 pesos en marzo del 2008 a tener una empresa de transporte y a operar en la venta al por mayor de ganado bovino en pie.

En Salta, en virtud de la Ley 3.382 (modificada por la Ley 6.547), está establecido que los funcionarios también tienen que declarar los aumentos o modificaciones patrimoniales, originados por cualquier causa, algo que todavía no ocurrió con los documentos presentados por Leopoldo Cuenca ante la Escribanía de Gobierno.

Denuncias

Sobre él hay numerosas denuncias presentadas por maniobras de apropiación de tierras y malversación de fondos públicos. Sin embargo, desde hace ocho años que la Justicia de Orán tiene demoradas las acusaciones que se presentaron contra el intendente Cuenca por malversación de caudales públicos, incumplimiento de deberes y exacciones ilegales.

La primera acusación, en agosto de 2010, llegó de la mano del exconcejal Jorge Cruz. Ese expediente penal, por incumplimiento de deberes y malversación de fondos, partió de un informe de la Auditoría General de la Provincia.

En octubre de 2012, el diputado del departamento Rivadavia, Jesús Ramón Villa, inició otra causa, por exacciones ilegales. El legislador presentó pruebas documentales de una maniobra con la que Cuenca intentó adueñarse de más de 30.000 hectáreas de la finca Esquina Grande. Para ello hizo que 15 familias criollas le cedieran sus derechos posesorios en la citada finca mediante un leonino acuerdo firmado en 2011.

La pobreza de Rivadavia

Mientras Leopoldo Cuenca, intendente de Rivadavia Banda Sur, sigue acumulando tierras y lujos; la pobreza sigue avanzando y no da tregua a sus pobladores, que son víctimas políticas públicas ineficaces e inexistentes, donde hay una marcada ausencia de parte del Estado nacional y provincial.

El intendente Cuenca incrementó su patrimonio exponencialmente desde que asumió a su cargo en 2003, cuando fue tocado por "la varita mágica" de la política.

Durante estos años acumuló denuncias por enriquecimiento ilícito, malversación de fondos e incumplimientos de deberes de funcionario, en un departamento que tiene el mayor índice de necesidades básicas insatisfechas (81,3%) y es el segundo más pobre del país, después de Ramón Lista (Formosa).

Los datos sociales que surgen de Rivadavia son espantosos. El 88% de su población es rural y vive en ranchos sin acceso a agua segura, mientras Leopoldo Cuenca se hizo construir una mansión con piscina y baños con yacuzzi. Ante semejante indigencia, los lujos y ostentaciones del intendente Leopoldo Cuenca adquieren relieves obscenos. También sus tropelías con tierras ajenas, fondos públicos y bienes del Estado brillan con una impunidad total casi comparada a la que existía en el lejano oeste.

Antes de asumir el primero de los cuatros mandatos que lleva, el jefe comunal de Rivadavia Banda Sur era un simple carnicero quebrado de La Unión. Cuenca también probó suerte con un colectivo y en tiempos de vacas flacas abrió, donde tenía la carnicería, un cíber; sin éxito, como otros emprendimientos.

Fue la política la que puso fin a todos sus pesares, como en un cuento de hadas. Esa política que permite que unos pocos se enriquezcan en detrimento del patrimonio público y de la pobreza de la gente.

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