¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

18°
25 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Transgénero, el tema que conmueve y desnuda la novela "100 días para enamorarse "

El personaje de Juani en 100 días para enamorarse muestra una dura realidad.Especialistas analizan el tratamiento del tema en la tira. 
Domingo, 15 de julio de 2018 16:43

El personaje que interpreta Maite Lanata en 100 días para enamorarse, Juani, es uno de los que más repercusiones ha generado desde que empezó la exitosa ficción de Telefe. Después de confesarle a su mamá, Antonia (Nancy Dupláa), que tiene una relación con otra mujer, la adolescente decidió ir más lejos y contar todo lo que siente.
“(...) yo ya no puedo ser más tu hija, porque no me siento así... ¿Vos ves una mujer en mí? ¡No, ma, yo tampoco!... ¡Me siento un varón!”. Esa fue la antesala de uno de los capítulos más contundentes y conmovedores sobre la realidad de una adolescente que empieza a revelar su necesidad de mostrarse al mundo como lo que se siente y no más como la quieren ver. 
La novela -que se transmite de lunes a jueves en el prime time- abre las puertas a un tema que muchos conocen pero no lo viven de cerca y del que otros prefieren ni hablar.
Una de las escenas más fuertes se da cuando las protagonistas llegan ante una profesional (Sandra Mihanovich), a la que recurre la adolescente en búsqueda de apoyo. 
“Lo que me mata es pensar que ella pueda llegar a sufrir”, dijo Antonia a la psicóloga, especialista en cuestiones de género. Y su hija, entre lágrimas, le confesó: “Sufro todo el tiempo, ma. Pero quiero que vean cómo me siento, aunque me da mucho miedo. Que vean cómo soy y quién soy”. 
A partir de ahí comienza para Juani un camino para nada sencillo, lleno de obstáculos impuestos por la escuela y hasta por su abuelo (Osvaldo Laport) que la llama “princesita” y se niega a ver la realidad. 

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

El personaje que interpreta Maite Lanata en 100 días para enamorarse, Juani, es uno de los que más repercusiones ha generado desde que empezó la exitosa ficción de Telefe. Después de confesarle a su mamá, Antonia (Nancy Dupláa), que tiene una relación con otra mujer, la adolescente decidió ir más lejos y contar todo lo que siente.
“(...) yo ya no puedo ser más tu hija, porque no me siento así... ¿Vos ves una mujer en mí? ¡No, ma, yo tampoco!... ¡Me siento un varón!”. Esa fue la antesala de uno de los capítulos más contundentes y conmovedores sobre la realidad de una adolescente que empieza a revelar su necesidad de mostrarse al mundo como lo que se siente y no más como la quieren ver. 
La novela -que se transmite de lunes a jueves en el prime time- abre las puertas a un tema que muchos conocen pero no lo viven de cerca y del que otros prefieren ni hablar.
Una de las escenas más fuertes se da cuando las protagonistas llegan ante una profesional (Sandra Mihanovich), a la que recurre la adolescente en búsqueda de apoyo. 
“Lo que me mata es pensar que ella pueda llegar a sufrir”, dijo Antonia a la psicóloga, especialista en cuestiones de género. Y su hija, entre lágrimas, le confesó: “Sufro todo el tiempo, ma. Pero quiero que vean cómo me siento, aunque me da mucho miedo. Que vean cómo soy y quién soy”. 
A partir de ahí comienza para Juani un camino para nada sencillo, lleno de obstáculos impuestos por la escuela y hasta por su abuelo (Osvaldo Laport) que la llama “princesita” y se niega a ver la realidad. 

En Salta, Tatiana

Allá por mediados de abril se conocía a través de El Tribuno el caso de Tatiana (nombre ficticio para preservar su privacidad), una niña de 10 años que cambió su identidad. 
“Vos me tenés que aceptar como soy. Soy tu hija, no tu hijo”, le indicó la pequeña a su padre, quien sintió esa frase como una “piña” a su machismo y creencias religiosas. 
Tatiana venía dando señales desde hace tiempo con cosas que parecían un juego, pero que para ella eran cosa seria. Una simple sombrilla vieja tirada en el patio le sirvió de pollera, pero no fue suficiente hasta que le pidió a su mamá un elástico para poder llevarla como vestimenta. 
Finalmente este grupo familiar, eslabón de una familia ensamblada, “cayó” en manos de un especialista salteño que los acompañó en el cambio que culminó en el DNI que identifica a la niña tal y como se siente. Ese profesional es el psicólogo Nicolás Pecci (MP 891), quien en diálogo con este medio se expresó sobre el tema. 
“Me preocupa el miedo que hay con lo diverso, con la diferencia. Todavía no hay una aceptación, es algo que se vive y se ve en el trabajo diario. Lo distinto pasa a ser lo opuesto e innegociable. Porque lo común es tener la certeza de que uno pertenece a un lugar y que en ese lugar está salvo. Esto pasa en todos los ámbitos, pero en lo particular, cuando hablamos de sexualidad, se piensa en la construcción del cuerpo y el género. Nos quedamos con la idea de lo binario: lo masculino y lo femenino. Entonces la construcción que tienen muchos es la de tener el género con el que han nacido y se les ha asignado y se construyen con lo que se les dijo que es ser varón o mujer”, puntualizó Pecci. Para el profesional la novela muestra una dura realidad con mucho respeto. Es casi un ideal que el personaje cuente con el apoyo de los padres desde un principio. Pero también muestra que no querer escuchar o ver lo que le pasa a un hijo lleva a otro camino, que no es el mejor, como el del encierro y la exclusión. “Es el camino que muchos chicos y chicas ‘trans’ debieron pasar, yéndose de la casa y quedando excluidos”, aclaró Pecci. 

La maduración de la ficción

La ficción argentina está dando señales de maduración desde la trama planteada en 100 días para enamorarse.
La conexión con chicos trans reales y con sus padres y con la ONG Familias Diversas muestra la seriedad con la que plantean un tema que atraviesa la sociedad y que además implica el reconocimiento tanto de la propia identidad como la autoaceptación y la aceptación de los demás de dicho descubrimiento. El personaje de Juani es un gran recurso para abrir conciencias.
“Lo importante es lograr visibilizar el conflicto que se presenta para poder construir una identidad trans y las situaciones que se viven con el entorno más directo, como es la familia”, sostiene Pía Ceballos quien es una de las directoras del Observatorio de Violencia contra la Mujer. 
Para la dirigente trans la primera lucha es individual e interna “lograr constituirse en una identidad diferente del sexo asignado al nacer es un fuerte trabajo interno”. Y agregó que “la familia no está preparada, hay quienes dicen: ‘Primero que sea lesbiana’, porque eso de construir una identidad diferente de la que la familia conoce, rompe los esquemas culturales y sociales, por lo que genera una trama de conflictos que por suerte muchas veces terminan bien, porque los padres logran abrazar a sus hijos. Sobre todo porque hoy en la sociedad contamos con recursos que antes no había, como una ley nacional de identidad de género que contempla los derechos de los trans”. 

Definiciones

Ambos especialistas fueron consultados por las definiciones de los términos que muchos solo abrevian en “trans”. Pero ¿hay una diferencia entre transgénero y transexual? 
Para Pecci la diferencia está dada en el tiempo en que se los nominaba “no por una cuestión propia del cuerpo, sino que en los 90 se decía transexual y después de los 2000 se empieza a hablar de transgénero. Lo sexual es lo biológico. Por otro lado, está la construcción sobre ese organismo biológico que va de acuerdo con el binomio masculino y femenino, sobre eso se construye el género. Y por otro lado está la orientación sexual”.
“La transexualidad estuvo asociada durante mucho tiempo con lo patológico. Se entendía que las personas transexuales eran quienes habían llegado a intervenirse quirúrgicamente los genitales”, informó Ceballos. Para ella el transgénero tiene que ver con aquellas manifestaciones de la identidad diferentes al sexo asignado al nacer, independiente de los tratamientos hormonales u operaciones.
Pero más allá de las definiciones ambos coinciden en la importancia de la palabra, la nominación de la identidad y construir lo que se quiere ser desde el “soy”. 
Como finalmente el personaje de Maite Lanata logra hacerlo: “Quiero que sepan que soy Juan y así me gustaría que me llamen”. 

En primera persona y lejos de la ficción

Nicolás L., joven transgénero salteño, cuenta su experiencia: Tiene 27 años, y recuerda que desde los 13 empezó a hablar con sus padres sobre cual era el género con el que se identificaba. No fue sencillo y menos viviendo en un hogar de niños en el que tuvo que quedar por la situación económica de su familia. 
Nicolás se sometió a una mastectomía en diciembre del año pasado, cómo uno de los pasos que necesitaba dar luego del cambio de identidad. 
Está en pareja con una jóven trans que trabaja “en la calle”, a pesar de tener estudios terciarios, mientras él lo hace en la gastronomía, pero “en negro sin aportes ni obra social”. 
Cuenta con el apoyo de su madre, quien en principio “miraba para otro lado” y si bien se habla con su padre, él sigue llamándolo por el nombre femenino asignado al nacer. 
 

PUBLICIDAD