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¿Quién fue el primer salteño nacido tras el 9 de Julio de 1816? 

En los años 60 del siglo pasado, César Perdiguero descubrió al primer salteño nacido después de la Independencia. 
Sabado, 07 de julio de 2018 23:30

La noticia de la declaración de la Independencia llegó a Salta antes del 20 de julio. “Fue una carta -dice Emilio Breda-, que el patriota Domingo Puch, suegro de Martín Güemes, escribió desde ‘Los Horcones’, el 18 de julio de 1816, a su sobrina doña Cesaria de la Corte de Romero, que residía en Salta”. 

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La noticia de la declaración de la Independencia llegó a Salta antes del 20 de julio. “Fue una carta -dice Emilio Breda-, que el patriota Domingo Puch, suegro de Martín Güemes, escribió desde ‘Los Horcones’, el 18 de julio de 1816, a su sobrina doña Cesaria de la Corte de Romero, que residía en Salta”. 

En esa carta, Puch escribe: “Acaba de llegar a ‘Los Horcones’ el gaucho Valentín Chocobar que trae carta de don Inucho (José Ignacio de Gorriti, diputado por Salta) que dice que el Congreso declaró la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Con el mismo Chocobar, va esa noticia a Salta, en la fecha, para conocimiento de mi hijo, Martín”. (Refiriéndose a su hijo político Martín Güemes).

Pero días antes que el gaucho Valentín Chocobar arribara a Salta desde Tucumán con tan importante noticia, el 12 de julio había nacido el primer salteño libre e independiente. Se trataba del niño Anacleto Díaz Díaz que había sido bautizado el 15 de julio en la Catedral, que por entonces ocupaba el templo que había sido de los Jesuitas, en la esquina Caseros y Bartolomé Mitre.

La investigación

Para constatar esta circunstancia, nuestro periodista y escritor César Perdiguero, llevó adelante en los años 60 del siglo pasado, una investigación en el archivo documental de la parroquia de La Merced. Allí consultó en primer lugar el Libro de Partidas de Nacimientos de Españoles, pues por esos tiempos aún se conservaban las prácticas discriminatorias para registrar este tipo de documentación. 

“Estaban habilitado -relata Perdiguero- un Libro de Españoles y un Libro de Indios. En el de los españoles solo encontramos dos asientos en julio de 1816. Allí se testimonian el bautismo de la niña, de un día, María del Carmen, hija de “padres desconocidos”, y que tuvo lugar el 21 de julio de 1816. El segundo bautismo es el del niño Feliz Ignacio, de un día, hijo también de “padres desconocidos”, registrado el 31 de ese mes. Son padrinos de Felix Ignacio, don Atanacio Archondo y doña Josefa Córdoba. 

Por su parte, en el Libro de Indios, Libro Nº10, folio 201, encontramos -dice Perdiguero- la partida de bautismo que nos permitió determinar cual fue el primer salteño que nació libre e independiente. Es decir que nació bajo la luminosa enunciación de derechos y libertades que involucra la declaración suscripta solemnemente por el Congreso General, en su sesión del 9 de julio de 1816. 

Según constancias, el bautismo de Anacleto Díaz Díaz, tuvo lugar el 15 de julio de 1816 y en el acta se hace constar que es un niño de tres días, es decir que nació el 12, tres días después de la declaración de la Independencia en Tucumán. 

El acta de su bautismo dice: “En esta Santa Iglesia Catedral, el 15 de julio del año del Señor 1816, Yo, Cura Rector Interino, bauticé, puse óleo y crisma a ANACLETO de 3 días, hijo legítimo de Bernardino Díaz y de Juana Paula Díaz, cholos de este Curato Rectoral. Fueron padrinos Bibiano Flores y María Aurora Molina, de esta Doctrina, a quienes advertí el parentesco espiritual que habían contraído y la obligación que tenían de instruir al ahijado de la Doctrina Cristiana, y para que conste lo firmo: DR. INOCENCIO ASTIGUETA”. 

Salta, en los tiempos del Congreso de Tucumán 

Cuando nació Anacleto Díaz Díaz, Salta era un centro comercial y social importante. Hasta hacía poco nomás, había sido la capital de la Intendencia de Salta del Tucumán; y tenía unos 10.000 habitantes entre españoles, criollos, cholos, mestizos e indios. 

Un año antes, y luego de ser electo gobernador de Salta (6/5/1815), Martín Güemes había lanzado la convocatoria del Congreso General a reunirse en la ciudad de San Miguel de Tucumán. 

“Mientras tanto -dice el Dr. Atilio Cornejo- la política de Güemes de avenimiento y concordancia con las autoridades nacionales continuaba. 

El 16 de noviembre de 1815, la Asamblea de Diputados de Salta que presidía el Canónigo Dr. José Ignacio Thames, resolvió por mayoría de votos “que la voluntad de esta ciudad y de su campaña ha de pender únicamente del Congreso General (de Tucumán) que ha de formarse”, a cuyo efecto ordenó “comunicar dicha resolución a todas las ciudades de la comprensión de esta Provincia para que si convienen en lo mismo, pueda ésta, por medio de un Congreso Provincial, proceder a erigir el Gobierno que estime más conveniente; reconociendo entre tanto al Supremo Director de las Provincias Unidas, dándose cuenta al Gobernador Intendente con lo acordado para que lo haga publicar por bando con música y repliegue (repique) general de campanas o sea, con la solemnidad que halle por conveniente y lo mande circular a las ciudades de esta comprensión y Provincias hermanas.

El gobernador Güemes envió la resolución al Cabildo de Jujuy, y este acordó el 18 de noviembre de 1815, convocar a Cabildo Abierto para el 30 de ese mes”. 

Asamblea de Salta

Consecuente con la comunicación a Jujuy, el 11 de diciembre de 1815, se reunió aquí la Asamblea Electoral integrada por el Dr. José Redhead, José Alonso de Zabala, Pbro. José Gabriel de Figueroa, Dr. Manuel de Ulloa, Pbro. Florencio Torino, Dr. Juan Manuel Güemes, Francisco de Guzmán, Felix Delgado, Pablo de la Torre, Gerónimo López, Dr. Mariano Boedo, Francisco Velarde, y Juan M. Quiroz, siendo secretario Feliz L. Molina.

Realizada la elección, fueron electos diputados por Salta, el Coronel José de Moldes, y los doctores José Ignacio Gorriti y Mariano Boedo. 

El 22 de marzo de 1816, el general Rondeau y el gobernador Güemes firmaron el Pacto de los Cerrillos, tratado que garantizó el normal funcionamiento del Congreso de Tucumán.

Por fin, el 24 de marzo de 1816 se constituyó el Congreso de Tucumán. Al tratarse los poderes de los representantes, al diputado por Salta, José de Moldes se le negó la incorporación.

El 15 de mayo de 1816, el Cabildo de Salta, presidido por el gobernador Güemes, prestó solemne juramento al Congreso de Tucumán y al nuevo director Supremo, general Martín de Pueyrredón, nombrado por el mismo Congreso. 

Los “cholos”, según el doctor Frías 

Se advertirá -comenta Perdiguero- que en el asiento de Anacleto Díaz Díaz dice: “hijo de Bernardo Díaz y de Juana Paula Díaz, CHOLOS”. 

Definiendo al cholo, el Dr. Bernardo Frías dice: “que flotaba al pie de esta parte distinguida de la sociedad (de Salta), otra clase intermedia, nacida esta de los caprichos de nuestra antigua población. 

Era lo que en España la plebe y que en América había alcanzado el rango de línea superior. De lo bajo vinieron y en lo bajo se quedaron, sentaron plaza de soldados, de guardianes nocturnos de seguridad del vecindario; formando en las patrullas, corrieron a las quintas y a las chacras cercanas de la ciudad y allí continuaron su natural oficio de hortelanos, mozos del servicio doméstico, labradores o peones. Los ahorros o el matrimonio en familia de los suburbios o de la campaña, de origen oscuro, que por lo general gozaban de la pequeña herencia de sus mayores, vino a algunos a darles ascensión a pulperos de segundo orden y pequeños propietarios agricultores. 

Amores ligeros

De esas uniones y del fruto que en ligeros e ilícitos amores producía en aquella clase de la población la juventud decente -que era rica y aventurera y galante en celebrado extremo- vino a producirse el tipo de ‘cholo’ de color blanco en unos, bastantes oscuros en otros, generalmente de cabellos rubios, cantaba bien alto su origen y llegó en su crecimiento a formar la clase ligeramente acomodada de los barrios pobres y alegres. Era por consiguiente, la masa decentona de la ciudad”, concluye Frías.

Bueno, a esta clase perteneció Anacleto Díaz Díaz, registrado en el acta como CHOLO y como hijo de madre y padre cholos. Más tarde esa discriminación desapareció de los libros registrales, pero el término llegó hasta nuestros días aunque algo distorsionado. Así es que en el siglo XX, para el salteño común los “cholos” eran los que integraban lo que, astutamente monseñor Tavella definió allá por los años 30, como “la gente de sociedad”. Definición que dejó interrogantes. El resto de la población ¿qué era?
 

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