¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

17°
25 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Entre libros y la pelota, encontró la fórmula para madurar estando solo en EEUU

A los 20 años, Matías Núñez tuvo que aprender a vivir solo en Estados Unidos. 
Sabado, 07 de julio de 2018 23:38

Matías Núñez ya no es el mismo, y no por haber vuelto a Salta de vacaciones como estudiante de la Universidad Central Christian College, de Kansas, Estados Unidos. Sus logros son más grandes y van más allá de cruzar fronteras y llenar de sellos el pasaporte.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Matías Núñez ya no es el mismo, y no por haber vuelto a Salta de vacaciones como estudiante de la Universidad Central Christian College, de Kansas, Estados Unidos. Sus logros son más grandes y van más allá de cruzar fronteras y llenar de sellos el pasaporte.

Ni sus padres lo reconocen. El hijo que no tendía una cama, ahora limpia baños. El hijo que siempre pedía dinero, ahora le da consejos a su papá sobre “cómo ahorrar”. El que se llevaba inglés, ahora da lecciones en ese idioma. Al joven de 21 años, “la vida le cambió” hace un año.

Con el mismo entusiasmo de un niño que vivió una aventura que necesita ser compartida, Matías tiene ansias de hablar. Sentado en el comedor de la “casa de sus papás”, cuenta cómo comenzó su viaje. Un viaje que podría sospecharse que recién comienza, y que será largo.

El fútbol fue la llave, los amigos y los amigos de los amigos los puentes. El joven logró hace un año ser aceptado en la universidad por su desempeño en el “soccer”. Allí, juega al fútbol y estudia Administración de Empresas. Pero llegar allí no fue fácil. Antes pasó por la universidad de Alabama donde al principio se le ofreció una beca del 100 %, luego por demoras de papeles la oferta se achicó a la mitad. Los altos costos que eso significaba para la economía familiar cerraron esa puerta. 

“Como estaba muerto de la angustia, le dije que ya se dará”, contó Pablo, su padre. Y así fue. La oferta llegó de Kansas, donde actualmente tiene una beca completa, aunque debe solventarse la comida, transporte y alojamiento. 

Matías ayuda con los gastos trabajando en el mantenimiento de la Universidad, aspirando alfombras, limpiando el gimnasio, y hasta baños. “Ganar tu propia plata es hermoso. Uno nunca valora todo hasta que no es propiamente suyo”, afirmó orgulloso.

Como el pago es por hora, se esfuerza, hace “buena plata” y ahorra. Antes no traía el vuelto del dinero que le daba su padre, “ahora me tira consejos a mí”, agregó su papá divertido de ver los resultados del viaje en su hijo. 

La universidad a la que asiste es cristiana y realizan controles semanales de las habitaciones. Para Matías, esto sirvió para “formarlo como persona”. “Ahora entiendo a mis amigos que me decían que me tenía que ir de mi casa. Lo recomiendo, si no me iba, seguiría en la misma caja” aseguró. 

“Muy pegoteados a la madre no aprenden”, añade Irma, su mamá. Aunque reconoce que “cuesta y duele”, arriesgó y ya comenzó a saborear los frutos del esfuerzo. El acusado de “no saber ni hacer un huevo frito”, ahora le cocina.

La necesidad de un abrazo familiar se hace sentir en momentos como la pérdida de una semifinal “para acceder a los nacionales”. Pero también son momentos de despojo y de probar nuevos caminos. “Está tu familia atrás, pero estás solo allá. Siempre me creí canchero de que me la sabía todas”, aseguró, nostálgico, Matías, como si hablara de hace muchos años atrás. Consciente de que ya se probó sus límites, se anima y dice: “Ya me veo en Europa”.

Una de las cosas que más le costó fue manejar las distancias. “Olvidate de un asado, no existe, no comparten. Aunque sean los amigos más íntimos, te miran a lo lejos y te dicen ‘seguí, sonreí’. Pero los argentinos tenemos la capacidad de adaptarnos a todo y me adapté y la llevo”, relató. A pesar de haberse llevado siempre inglés, fue una barrera que salteó con esfuerzo y ayuda. “Mi profesora de inglés no lo podía creer cuando fui a rendir la previa y le dije que me iba a vivir allá”, contó riendo. La solidaridad de sus compañeros norteamericanos fue clave en el aprendizaje, “se quedaban hasta una hora luego de clases para ayudarme”, resaltó agradecido. 

Las distancias acercan, “ahora puedo compartir una peli con mis hermanas y nos disfrutamos porque saben que ya me voy”, contó. Matías ya procesó el desarraigo, su casa ahora está en la otra punta del continente. “Extraño el estar allá, el moverme solo y no tener que depender de los horarios de la casa”, aseguró. 

Si bien le faltan cuatro años para el vencimiento de su visa, ya piensa en su futuro. Reconoce que le gustaría quedarse allá, aunque agrega que una posibilidad es apoyar a su papá. “Siempre le dije que me gustaría seguir con la empresa constructora que comenzó, pero papá me dice que acá las cosas se ponen cada vez peor”, concluyó. 

Un futbolista argentino que da sus pasos en el “soccer” de EEUU

El joven futbolista vive cada partido “pasionalmente”.

Matías jugó desde los cuatro años al fútbol. Estudiante del Colegio Salesiano, comenzó en la escuelita de fútbol “Don Bosco”, luego pasó por Juventud y su última posta fue Gimnasia y Tiro, donde llegó a entrenar con la primera división. Si bien agradece a todos en su formación, cuando llegó a la primera, los logros le saben a poco. 

Jugando ahora para la Universidad Central Christian College de Kansas, Estados Unidos, tuvo que aprender a jugar “soccer”. “El fútbol recién empieza allá”, contó, y planea aprovechar esa oportunidad. 

Los cambios comenzaron por aprenderse nuevas reglas en la cancha; “allá los cambios son ilimitados. Si se empata el partido vas a tiempo extra, y si metés gol, es gol de oro”, explicó.

Acostumbrarse a las nuevas reglas no fue tan difícil como manejar la “pasión futbolera”. “Nosotros tenemos mañas de gritarnos en la cancha. Con mi inglés intentaba retar a mis compañeros, los mechoneaba, el couch me retaba”, contó entre risas. “Es que son fríos, a veces te da la sensación de que les da igual perder o ganar y yo, si bien fui a estudiar, voy a ganar”, se justificó. 

Por su buen desempeño, en la universidad le preguntaron si “tenía refuerzos”. Ya reclutó a dos amigos “para su equipo”, quienes están próximos a rendir sus exámenes de inglés. 

 

PUBLICIDAD