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Llegó la hora de dar vuelta la hoja

Domingo, 12 de agosto de 2018 23:30

Hace dos meses, apenas, se suponía que con el fin del Mundial de Rusia comenzaba la carrera electoral en la Argentina. A nivel nacional, el debate sobre el aborto, los cuadernos K y la inflación aparecen como componentes de un drama que empantana la pista.
Probablemente, dentro de doce meses se realicen las PASO, y no hay certeza de que el capítulo provincial vaya a adelantarse. En Salta se inicia un nuevo ciclo político. El gobernador Juan Manuel Urtubey ya juega la carrera nacional, aunque aún no logra liberarse de la neblina que envuelve al peronismo.
Su heredero sigue siendo un enigma. La herencia, no tanto.
La provincia debe pensar los próximos ocho años asumiendo una realidad que no está en los mentideros políticos, sino en los indicadores sociales. En el desarrollo humano, el reloj atrasa de manera asombrosa. Es notable que muy pocos son los que se detienen en este punto: en el país y en la provincia se registra una tendencia declinante en materia de formación laboral y generación de empleo. La degradación laboral es alarmante y el cierre del ingenio San Isidro es solo un caso: el fenómeno se extiende en todo el territorio salteño, lo registra el Indec y, seguramente, dentro de dos años, quedará expuesto en el Censo Nacional 2020.
Un libro de Eduardo Antonelli (sobre Kelsen) y dos de Jorge Paz (sobre historia económica reciente y sobre demografía) aportan material de análisis para quien se proponga asumir la realidad y comenzar a salir del atolladero. La fórmula que proponen ambos economistas salteños consiste en orientar los subsidios a la pobreza hacia la capacidad de consumo y, también y en simultáneo, a la inclusión de los beneficiarios en el sistema productivo. Es decir, al desarrollo humano.
Hasta ahora, las recomendaciones parecen haber caído en saco roto.
Muchos voceros de la oposición coinciden en que las raíces del deterioro de Salta están en la fragilidad del federalismo. El NOA y el NEA padecen una situación de marginalidad y subdesarrollo estructurales, pero existe un componente local que desalienta la inversión e impide una distribución equitativa de bienes indispensables: la ausencia de un proyecto productivo, sumado a la práctica clientelar que permite a los punteros usar fondos del Estado para postergar incendios (o provocarlos si hace falta) y construir poder electoral.
Los mandatos indefinidos se convierten en monopolios. Por eso, tres precandidatos a gobernador (Alfredo Olmedo, Javier David y Sergio Leavy) coinciden en el proyecto para reformar la Constitución y establecer mandatos de cuatro años con la posibilidad de una sola reelección. Solo se opone el intendente Gustavo Sáenz.
El debate por la legalización del aborto permitió exponer la crudeza de la realidad social, aunque no aportó nada para resolverla. Nada, porque en realidad fue solo un argumento para apuntalar otro objetivo. Las conjeturas de Lucrecia Martel acerca de las culpas de la Iglesia Católica lo evidenciaron. Martel es cineasta, y los problemas no son películas.
La Iglesia, por cierto, no atraviesa su mejor momento y no puede hoy mostrar ni siquiera un currículum acorde con encíclicas de larga data, como Rerum Novarum y Populorum Progressio. Pero atribuirle la responsabilidad exclusiva de una cultura patriarcal, machista y violenta es prescindir del dato de la historia y de las realidades culturales del plantea en nuestro tiempo.
La transformación social radica en crear expectativas de futuro en una sociedad escéptica. La violencia social, la droga y muchos casos de violencia de género se asocian con la exclusión en su sentido más íntimo y profundo.
Pero el fervor del debate por el aborto no debe opacar la profundidad de lo que supone. Salta y el país entero padecen el machismo y tantos los pañuelos verdes como los celestes coincidieron en dar vuelta la hoja. La hegemonía masculina y las prácticas de sometimiento, de cualquier tipo, ya son inadmisibles. En este y en muchos otros aspectos llegó la hora de dar vuelta la hoja. 
 

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Hace dos meses, apenas, se suponía que con el fin del Mundial de Rusia comenzaba la carrera electoral en la Argentina. A nivel nacional, el debate sobre el aborto, los cuadernos K y la inflación aparecen como componentes de un drama que empantana la pista.
Probablemente, dentro de doce meses se realicen las PASO, y no hay certeza de que el capítulo provincial vaya a adelantarse. En Salta se inicia un nuevo ciclo político. El gobernador Juan Manuel Urtubey ya juega la carrera nacional, aunque aún no logra liberarse de la neblina que envuelve al peronismo.
Su heredero sigue siendo un enigma. La herencia, no tanto.
La provincia debe pensar los próximos ocho años asumiendo una realidad que no está en los mentideros políticos, sino en los indicadores sociales. En el desarrollo humano, el reloj atrasa de manera asombrosa. Es notable que muy pocos son los que se detienen en este punto: en el país y en la provincia se registra una tendencia declinante en materia de formación laboral y generación de empleo. La degradación laboral es alarmante y el cierre del ingenio San Isidro es solo un caso: el fenómeno se extiende en todo el territorio salteño, lo registra el Indec y, seguramente, dentro de dos años, quedará expuesto en el Censo Nacional 2020.
Un libro de Eduardo Antonelli (sobre Kelsen) y dos de Jorge Paz (sobre historia económica reciente y sobre demografía) aportan material de análisis para quien se proponga asumir la realidad y comenzar a salir del atolladero. La fórmula que proponen ambos economistas salteños consiste en orientar los subsidios a la pobreza hacia la capacidad de consumo y, también y en simultáneo, a la inclusión de los beneficiarios en el sistema productivo. Es decir, al desarrollo humano.
Hasta ahora, las recomendaciones parecen haber caído en saco roto.
Muchos voceros de la oposición coinciden en que las raíces del deterioro de Salta están en la fragilidad del federalismo. El NOA y el NEA padecen una situación de marginalidad y subdesarrollo estructurales, pero existe un componente local que desalienta la inversión e impide una distribución equitativa de bienes indispensables: la ausencia de un proyecto productivo, sumado a la práctica clientelar que permite a los punteros usar fondos del Estado para postergar incendios (o provocarlos si hace falta) y construir poder electoral.
Los mandatos indefinidos se convierten en monopolios. Por eso, tres precandidatos a gobernador (Alfredo Olmedo, Javier David y Sergio Leavy) coinciden en el proyecto para reformar la Constitución y establecer mandatos de cuatro años con la posibilidad de una sola reelección. Solo se opone el intendente Gustavo Sáenz.
El debate por la legalización del aborto permitió exponer la crudeza de la realidad social, aunque no aportó nada para resolverla. Nada, porque en realidad fue solo un argumento para apuntalar otro objetivo. Las conjeturas de Lucrecia Martel acerca de las culpas de la Iglesia Católica lo evidenciaron. Martel es cineasta, y los problemas no son películas.
La Iglesia, por cierto, no atraviesa su mejor momento y no puede hoy mostrar ni siquiera un currículum acorde con encíclicas de larga data, como Rerum Novarum y Populorum Progressio. Pero atribuirle la responsabilidad exclusiva de una cultura patriarcal, machista y violenta es prescindir del dato de la historia y de las realidades culturales del plantea en nuestro tiempo.
La transformación social radica en crear expectativas de futuro en una sociedad escéptica. La violencia social, la droga y muchos casos de violencia de género se asocian con la exclusión en su sentido más íntimo y profundo.
Pero el fervor del debate por el aborto no debe opacar la profundidad de lo que supone. Salta y el país entero padecen el machismo y tantos los pañuelos verdes como los celestes coincidieron en dar vuelta la hoja. La hegemonía masculina y las prácticas de sometimiento, de cualquier tipo, ya son inadmisibles. En este y en muchos otros aspectos llegó la hora de dar vuelta la hoja. 
 

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