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Cura argentino, en el caso Pensilvania

Carlos Urrutigoity fue señalado por un joven. También figuraba en el informe de Boston.
Sabado, 25 de agosto de 2018 00:00

El caso de los niños y jóvenes abusados por curas en Pensilvania tiene un capítulo en la Argentina. Entre los más de 300 miembros de la Iglesia Católica acusados de abuso sexual por la Justicia norteamericana, el nombre de Carlos Urrutigoity aparece en la página 880. Se trata de un cura mendocino de 54 años, que nunca ejerció su ministerio en el país, pero que tiene una "licencia sabática" en la Argentina como sacerdote de la diócesis de Ciudad del Este, en la triple frontera paraguaya.

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El caso de los niños y jóvenes abusados por curas en Pensilvania tiene un capítulo en la Argentina. Entre los más de 300 miembros de la Iglesia Católica acusados de abuso sexual por la Justicia norteamericana, el nombre de Carlos Urrutigoity aparece en la página 880. Se trata de un cura mendocino de 54 años, que nunca ejerció su ministerio en el país, pero que tiene una "licencia sabática" en la Argentina como sacerdote de la diócesis de Ciudad del Este, en la triple frontera paraguaya.

El testimonio que en 2003 dio ante la Justicia un adolescente de Pensilvania (en el expediente identificado con el pseudónimo John Doe), fue lo que permitió incluirlo en esa lista.

Urrutigoity, según La Nación, también aparece mencionado como uno de los curas pedófilos al final de la película Spotlight, que cuenta la investigación periodística que destapó los abusos en Boston.

El abuso

El calvario de este joven empezó en 1999, en su segundo año en la Sociedad de San Juan, un grupo católico que dependía de la diócesis de Scranton, en Pensilvania. Allí conoció al cura mendocino, que pronto se convirtió en su guía. "Le tenía una gran confianza y respeto, pensaba que era un sacerdote perfecto", declararía años más tarde sobre su relación con Urrutigoity. El joven recordó que el sacerdote le propuso dormir juntos y que cuando él lo rechazó, el cura, enojado, le contestó que se debía a "una mala relación con su padre". Las insinuaciones siguieron hasta que no hubo más dudas: una noche se despertó con la mano del sacerdote sobre sus genitales. John y sus padres intentaron llevar al cura ante la Justicia. Aunque el caso había prescripto, en un acuerdo extrajudicial el obispado terminó pagándoles 380.000 dólares.

 

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