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El "deja vu" de aquel megacanje

Martes, 25 de septiembre de 2018 00:00

La Argentina se encuentra otra vez en medio de una crisis de deuda pública una crisis financiera por insolvencia e iliquidez del Estado en la que cayó por culpa de la política del presidente Macri de gobernar con deuda desde el momento mismo en que asumió la presidencia hasta hoy.

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La Argentina se encuentra otra vez en medio de una crisis de deuda pública una crisis financiera por insolvencia e iliquidez del Estado en la que cayó por culpa de la política del presidente Macri de gobernar con deuda desde el momento mismo en que asumió la presidencia hasta hoy.

La administración macrista, bajo una gestión de total irresponsabilidad financiera fiscal por endeudamiento sistemático y en gran escala, sin capacidad de repago y por partida triple Tesorería Nacional, Banco Central (BCRA) y Provincias llevó al país, en poco menos de dos años y medio de gobierno, a un nuevo default (cesación de pagos), un default que ahora trata desesperadamente de cubrir o enmascarar con el megapréstamo de emergencia del Fondo Monetario Internacional por US$ 50.000 millones del que hasta la fecha se han desembolsado US$ 15.000 millones, y con su eventual ampliación, así como con la obtención de otras fuentes de ayuda extraordinaria (caso Tesorería Norteamericana y/o nuevo Swap con China).

El destino de tales fondos y el discutible comportamiento del FMI al respecto no aclaran precisamente el panorama financiero, cambiario y fiscal de la Argentina sino que, por el contrario, lo ensombrecen.

En principio, el FMI está facultado estatutariamente para dar préstamos a los países miembros (en función de su cuota-aporte) para atender desequilibrios de balanza de pagos, que tradicionalmente se entendían como necesidades derivadas de pagos internacionales por déficits comerciales, servicios económicos y financieros y/o urgencias circunstanciales de corto plazo (un año), pero en los últimos años se fue ampliando en forma relativamente discrecional el alcance de estos préstamos -fundamentalmente los créditos tradicionales Stand-By (SBA-Stand By Arragement)- abarcando casos de shocks de precios de materias primas, catástrofes naturales, situaciones de conflicto y otras emergencias.

El nuevo stand-by para la Argentina, en cambio, está dirigido primariamente al salvataje del BCRA por su altísima deuda cuasifiscal en Lebac y a sostener el tipo de cambio, con lo que en la práctica se alimenta así gran parte de la salida de capitales del país.

Es o puede ser bastante discutible si hoy el comportamiento del FMI, estrictamente hablando, está cumpliendo realmente con sus funciones específicas en el caso argentino.

La gran ecuación

Todo este fortísimo ajuste fiscal y económico que se está produciendo desde el Gobierno no ajuste financiero, que por el contrario es potenciado en sus beneficios tiene una finalidad central: aumentar la presión tributaria y recortar los gastos públicos para poder afrontar el pago del extraordinario aumento de los intereses por la deuda del Estado.

Tal es la explicación esencial del proceso de ajuste que está en curso para lo que resta del 2018 y todo el Ejercicio 2019, un proceso que a su vez está en línea lógica con el rol del FMI como auditor de los intereses de los acreedores financieros del Estado argentino y con facultades de intervención sobre las cuentas fiscales de la Argentina

Esta gran ecuación para equilibrio de las cuentas fiscales, que han sido distorsionadas por el sistema de la deuda pública, se obtendría: por un lado, mediante la licuación por devaluación expresada en dólares del gasto público primario en pesos, sin contar el pago de intereses de la deuda, y mediante el recorte de gastos corrientes y de capital. Y por otro lado, aumentando en forma extraordinaria la presión tributaria, con la implementación de retenciones generalizadas a las exportaciones y con el paralelo incremento de toda la línea de tributos existentes, empezando por el IVA y el impuesto a las ganancias, que crecen más que proporcionalmente con respecto a la inflación.

Observaciones

Se ha observado y se ha observado con razón que este nuevo impuestazo, unido al simultáneo aumento general y extraordinario de los precios y tarifas de servicios públicos (que conllevan a su vez un importante componente impositivo) constituye en realidad la verdadera clave de corto y mediano plazo para mejorar las cuentas fiscales en consonancia con los compromisos asumidos con el FMI.

La cara complementaria de la baja de gastos públicos en términos reales, o sea, sin considerar la inflación mientras tanto, está liderada por la gran licuación de las erogaciones del Estado medidas en dólares merced a la macro devaluación del año (más del 100% en lo que va del ejercicio) y afecta principalmente a las remuneraciones de la administración pública, jubilaciones, pensiones y gastos.

Y el acuerdo con el FMI está para garantizar el cumplimiento de esta gran ecuación. En forma engañosa las cifras oficiales hablan usualmente en porcentajes del PBI más que en valores absolutos (un monto de PBI-

producto bruto interno que se desconoce, aunque puede inferirse o deducirse, pero que no se explicita).

En el armado de las cuentas fiscales del presupuesto el déficit primario es el producto de gastos superiores a los ingresos.

Pero, atención, que se trata aquí de los gastos públicos sin contar los intereses de la deuda pública (está la deuda que vence por capital - no se registra como gasto del ejercicio porque no se amortiza dado que hasta el último centavo de tales vencimientos de capital se cancela con nuevas deudas).
El proyecto de Presupuesto 2019 conlleva un déficit fiscal primario cero (equilibrio fiscal) mientras que los Intereses a pagar suman unos $600.000 millones, por lo que se omite aclarar que el déficit real total va a ser de $600.000 millones, o 
US$ 15.000 millones.

El FMI ayer y hoy

La principal peculiaridad del Acuerdo firmado con el FMI en junio pasado es que los desembolsos del Organismo no estarían destinados primordialmente a cubrir el déficit fiscal del gobierno Macri sino a salvar de la quiebra técnica al BCRA, una quiebra por iliquidez e insolvencia del Banco derivada de la bola de nieve de las Lebac y que fue generada por el propio gobierno Macri, bajo la dirección operativa de Federico Sturzenegger al frente de la institución. La Bomba de las Lebac que le estalló al actual gobierno no fue herencia recibida de la administración Kirchner sino que este aumento descontrolado de la deuda cuasifiscal Macri lo hizo.
Sin embargo, el resultado de las negociaciones en curso con el Fondo que el presidente Macri dio imprudente y prematuramente por aprobadas recibiendo en cambio una desmentida expresa del FMI no está todavía muy claro a la fecha:

a) Después del fracaso por incumplimiento de las metas programadas según el acuerdo Stand-By de junio pasado -incumplimiento producido a menos de dos meses de firmado!- el FMI exige que el gobierno Macri logre la aprobación del Presupuesto 2019 con el macro-ajuste fiscal pactado antes de encarar la revisión de dicho acuerdo.

b) Para cumplir con el punto anterior el Gobierno necesita acordar con los gobernadores, garantizar la convalidación fáctica de la baja de los salarios reales en curso con tranquilidad sindical relativa, acordar con los movimientos sociales, estabilizar la cotización del dólar, garantizar los márgenes de rentabilidad, alta inflación local pautada como forma de bajar los ingresos fijos en dólares, provocar la caída de la demanda y, con ello, la del consumo masivo de la población.

c) La administración macrista debe garantizarle al Fondo no solo que cumplirá puntillosamente las exigencias del SBA sino, además, que dejará sellado este acuerdo para su continuidad por parte del próximo que surja de las elecciones del 2019, para lo cual también la mayoría de la oposición política con representación parlamentaria debe dar su conformidad por anticipado. Y además (detalle no menor) tendrá que explicarse en algún momento cómo se piensa devolver la plata prestada al FMI.
Que una administración financieramente irresponsable y políticamente debilitada como la actual conlleva el peligro de aceptar cualquier cosa no es solamente un riesgo para la Argentina sino incluso para el propio FMI, dado el enorme compromiso de apoyo que le está prestando al gobierno macrista.
Y el Fondo tiene muy malos antecedentes al respecto a través de su historia de las últimas décadas por haber sostenido a gobiernos técnicamente quebrados y en virtual default para prolongar estados de crisis de deuda que después del despilfarro de recursos para sostener el flujo de pago de intereses a los acreedores de los países deudores como el nuestro terminaron gracias al FMI más endeudados que antes (casos de México, Brasil, Perú, Rusia, Países Bálticos, Grecia y toda una larga lista de estados sometidos a crisis típicas de sobreendeudamiento). 

Actualidad en Argentina

Algo muy parecido a lo que está ocurriendo en la actualidad sucedió en la Argentina con la crisis de deuda y default del 2001, cuando el FMI en función del entonces llamado Blindaje de las Reservas Internacionales (suscripto en diciembre del año anterior) hizo grandes desembolsos de divisas a nuestro país que solo sirvieron para dilatar la cesación de pagos mientras los principales bancos y fondos especulativos sacaban del país más de 20.000 MD (como hoy, que se estima que han salido hasta unos 24.000 MD en lo que va del año) , esto es, para financiar en la práctica la fuga de capitales
Es muy probable que también hoy, a la luz de la probada iliquidez e insolvencia del Estado argentino, el apoyo urgente del FMI al gobierno Macri termine resultando un préstamo-puente para cubrir el default de la deuda pública del tesoro y del BCRA una reedición frustrada de la política de Déficit Fiscal Cero de entonces y una forma de diferir y preparar las condiciones para una nueva o enésima reestructuración de deuda, expresión esta que normalmente se utiliza para tratar de evitar la palabra megacanje.


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