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Entre barrotes, el exjuez Reynoso despunta el vicio de las letras

Detenido hace dos años y medio en Güemes, se propone publicar once cuentos. En el juicio oral, la querella pidió 18 años de prisión “por ser jefe de una organización ilícita”.
Domingo, 06 de enero de 2019 02:10
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De juez a prisionero, viajando por los extremos de la desgracia ajena y propia, el exjuez federal de Orán, Raúl Reynoso, lleva dos años y medio entre barrotes, cerrando los ojos para imaginar la libertad como un halcón que delira en su jaula al ver una bandada de pájaros que vuela por el firmamento. Preso en su oscuridad, cacheteado por las leyes a las que les habría dado la espalda, sus vivencias carcelarias encendieron un fuego en su imaginación que se traduce en los cuentos que escribe y que reflejan su mirada de par sobre quienes delinquieron. Estos relatos, que son once, conformarán un libro que Reynoso planea publicar en febrero próximo y que se suma a otros varios que publicó cuando era considerado un intelectual de las leyes y tenía el martillo de la justicia por el mango.

A mediados de diciembre pasado se iniciaron los alegatos de su juicio y la querella solicitó una pena de 18 años de prisión para este exjuez federal, acusado de ser el jefe de una asociación ilícita destinada a favorecer a narcotraficantes mediante resoluciones judiciales.

Raúl Reynoso estuvo a cargo del Juzgado Federal de Orán durante 11 años. Con 59 años, llegó al debate procesado como jefe de la organización, mientras que en el banquillo de los acusados también estaban los abogados María Elena Esper (73), Ramón Valor (54), Arsenio Eladio Gaona (55) y René Gómez (79); el jefe de despacho del juzgado, Miguel Ángel Saavedra (57); el ordenanza César Aparicio (60) y su hermana Rosalía Aparicio. El juez federal 1 de Salta, Julio Bavio, fue quien procesó a Reynoso por los delitos de "asociación ilícita en carácter de jefe u organizador". Para Bavio, esta organización fue montada, coordinada y encabezada por Reynoso, y funcionó en la ciudad de San Ramón de la Nueva Orán, al menos desde el 19 de marzo de 2010, dedicada a la gestión y concesión de resoluciones judiciales contrarias a derecho, favorables a los intereses de personas imputadas en procesos judiciales vinculados a la narcocriminalidad.

El Tribunal Oral en lo Criminal Federal 1 de la capital salteña -integrado por Federico Díaz y los jueces subrogantes de Tucumán Gabriel Eduardo Casas y Carlos Jiménez Montilla- está a cargo del juicio. 

En este proceso, Reynoso lleva ya dos años y medio de vivencias en la cárcel federal de la ciudad de Gemes. Ahí buscó un escape a la locura del encierro, esa soledad poblada de culpas, de rezos, de evangelistas, de testigos de Jehová y Atalayas. En su celda cierra los oídos al clamor de la ciudad y oye el murmullo de los arroyos y el crujido de las ramas de la libertad. Entonces surgen las historias que escribe y que logran un caleidoscopio narrativo de delitos del fuero común (aquellos donde el ciudadano es afectado por el delincuente; homicidio, amenazas a la integridad física, violación) y federal (los que perjudican a la seguridad del país; defraudación fiscal, crimen organizado, lavado de dinero, narcotráfico) cometidos por aquellos a quienes penalmente se les considera una amenaza social, y que deben ser puestos "a la sombra" por un tiempo prolongado, extirpándoles su libertad y suspendiéndoles sus derechos. Todo en aras de reinsertar socialmente a los presos a partir de la disciplina, el castigo, el trabajo y la educación, a quienes se les castigará respetando su humanidad, parafraseando la ironía del filósofo francés, Michel Foucault, en su obra, Vigilar y Castigar (1975).

Una de las hijas de Reynoso le propuso a este diario la difusión de los cuentos de su padre, a quien naturalmente ama y admira. "Desde muy joven escribió poesías, formó parte de grupos literarios de Orán, participó en muchos concursos con cuentos, novelas, y publicó desde adolescente su primer libro de poesías. Siempre nos inculcó el amor por el arte. Ya lleva 2 años y medio detenido, es una situación muy difícil para su familia y fundamentalmente para él que lo vive en carne propia. Nadie sabe de qué trata la cárcel hasta que pasa por tal situación, no es posible imaginarlo. En el encierro, escribir siguió siendo su cable a tierra y su forma de compartir los sen timientos que lo atraviesan".

“Una conversación a solas”

En todo este tiempo, el exjuez Raúl Reynoso escribió cuentos referidos a su vivencia en la cárcel, y está previsto que en febrero salga un libro con el material que incluirá once cuentos largos que relatan las vivencias transformadoras de los personajes que habitan las cárceles de máxima seguridad salteñas.
“-¿Que debemos esperar?- preguntó Pancho, el de San Pedro, mientras mateaban en la celda con el broder Alfredo de Olmos, el barbado marino Oscar y el recién ingresado que trajeron de Tartagal, apodado El Oreja.
Un silencio profundo se desprendía de la incipiente tristeza que turbaba al Oreja; entre los barrotes y puertas de hierro se filtraban sonidos casi imperceptibles, parecía que letanías lejanas intentaban alentarlo pero el mordaz sufrimiento lo hacia desconfiar de todo.
Oscar cebaba amargos aromatizados con malva que sembrara El Pampa, mientras subía el volumen y pugnaba por sintonizar algo audible con la vetusta radio que había dejado para que pasara de mano en mano el Loco Lalo que ya estaba descansando en un mejor lugar después de purgar algunas condenas de poca monta.
....un irrefrenable proceso de conversión hizo que (el Oreja) se pusiera de pie y previo agradecer la invitación a compartir la mateada se dirigió meditando hacia la iluminada inmensidad de su celda. 
Allí, arrodillado ante el resplandor del amor inició su más diáfana conversación a solas y casi con un susurro se lo escuchó cantar:
 Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre, en la arena he dejado mi barca, junto a tí buscaré otro mar (fragmento del cuento “Una conversación a solas”).

 

 

 

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