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Los Pumas-Inglaterra: críticas cruzadas, grandes duelos previos y un desafío crucial

El cruce dialéctico levantó temperatura rápidamente. Que el juego de Inglaterra es aburrido, que lo que cuenta es la cantidad de títulos que uno tiene en el bolsillo. "Juegos mentales", que le dicen. "Mind games", del otro lado.
Jueves, 03 de octubre de 2019 08:29

El sábado a las 17 (5 de la madrugada argentina), en el Tokyo Stadium, no habrá más que un partido de rugby. Quince contra quince y que gane el mejor. Hasta entonces, un montón de habladurías, chicanas y malos entendidos calientan lo previo a un enfrentamiento que tiene su historia, sí, pero todo eso quedará atrás cuando el árbitro, el gran Nigel Owen, marque el comienzo.
Para los Pumas está en juego la posibilidad de seguir adelante en el Mundial de rugby Japón 2019. Para Inglaterra, el pase a los cuartos de final sin tener que ir a un mano a mano con Francia en la última fecha. Demasiado como para andar pensando en quién dijo qué cosa y con qué sentido.

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El sábado a las 17 (5 de la madrugada argentina), en el Tokyo Stadium, no habrá más que un partido de rugby. Quince contra quince y que gane el mejor. Hasta entonces, un montón de habladurías, chicanas y malos entendidos calientan lo previo a un enfrentamiento que tiene su historia, sí, pero todo eso quedará atrás cuando el árbitro, el gran Nigel Owen, marque el comienzo.
Para los Pumas está en juego la posibilidad de seguir adelante en el Mundial de rugby Japón 2019. Para Inglaterra, el pase a los cuartos de final sin tener que ir a un mano a mano con Francia en la última fecha. Demasiado como para andar pensando en quién dijo qué cosa y con qué sentido.

Porque cuando Agustín Creevy dijo el lunes que Inglaterra tenía un juego aburrido, difícilmente haya querido generar el revuelo que se armó en los diarios del mundo. El hooker opuesto, Jamie George (de Saracens), salió a responder ayer diciendo que a fin de cuentas lo que importa es el número de títulos que uno acumula en el bolsillo. Una semana antes Mario Ledesma había hablado de "arrogancia" al referirse al estilo del seleccionado inglés. Y tres meses atrás Eddie Jones había afirmado que lo que había hecho Jaguares no incidiría en los Pumas porque el Súper Rugby era un show, palabras más, palabras menos. Todos tienen algo de razón.
Es más: si un equipo ha sido aburrido hasta ahora es el argentino, que consiguió cinco de sus seis tries como consecuencia de una jugada directa de una formación fija en cinco yardas, y el restante fue un contragolpe. Por ahora no mostró nada del esplendor que alcanzó un año atrás. El equipo de Ledesma luce conflictuado y necesitará algo más que refugiarse en la garra para superar a uno de los máximos candidatos a la corona.

También es cierto que el juego de Inglaterra es bastante poco atractivo considerando la calidad de jugadores que ostenta. Pero todo lo que no tiene de vistoso, lo tiene de efectivo.

Que los duelos entre la Argentina e Inglaterra tienen antecedentes memorables no deja de ser cierto. Desde el mismísimo primer enfrentamiento, un 13-13 en Twickenham en 1978 con presencia de Gabriel Travaglini, hoy presidente de la delegación argentina, y Bill Beaumont, actual presidente de World Rugby, enfrentados.

 

Después de la guerra de Malvinas (que nada tiene que ver con la "guerra" que mencionó Creevy al referirse al encuentro de pasado mañana) tardaron ocho años en volver a verse las caras, y fue en 1990 cuando llegó la primera victoria argentina, en cinco intentos (15-13 en Vélez, con cinco penales de Hernán Vidou). El partido siguiente, en noviembre, fue el segundo de Federico Méndez en los Pumas y el mendocino se iría expulsado por una alevosa piña al segunda línea Paul Ackford. Terminó 51-0 para los ingleses, la mayor paliza de un historial que está 18-2-4.
Otro hito se produciría en 2006, cuando los argentinos ganaron por única vez en Twickenham (25-18) camino al bronce de Francia 2007. Mario Ledesma, Juan Martín Fernández Lobbe, Nicolás Fernández Miranda (no ingresó) y Gonzalo Longo, integrantes del staff actual, estuvieron vestidos de celeste y blanco aquel día.
El siguiente éxito de la Argentina, un 24-22 en Salta en 2009, sería el último. Juan Manuel Leguizamón, autor de un try, es el único jugador de aquel encuentro que está en Japón 2019. Desde entonces, Inglaterra ganó nueve cruces seguidos. Lo hizo con titulares, con suplentes, en Buenos Aires, en el interior, en Twickenham, merecidamente, con fortuna, por goleada y hasta con un jugador menos. Desde que asumió Eddie Jones, la marca de Inglaterra es de 4-0.

En los mundiales

En mundiales, Inglaterra está 2-0, pero la cosa siempre estuvo pareja. Venció por 24-18 en Sudáfrica 1995, cuando los Pumas ganaron por 2-0 en tries pero Rob Andrew hizo 24 puntos con el pie. En Nueva Zelanda 2011, Ben Youngs anotó el único try británico a falta de 15 minutos para triunfar por 13-9.
Sería exagerado afirmar que se trata de un clásico, pero no que cada vez que se encuentran los Pumas y la Rosa dejan un poco más en la cancha. "Los argentinos juegan con pasión", reconoció Jones tras el éxito sobre Estados Unidos. "Son una nación extremadamente apasionada", redobló el pilar Joe Marler.
Los Pumas hicieron ayer el entrenamiento más fuerte de la semana. A puertas cerradas, algo inusual. Ledesma no quiere mostrar nada, aunque los edificios que rodean el Prince Chichibu Stadium, sede de Sunwolves y esta semana de los Pumas, lo hacen vulnerable. Al cierre de esta edición, el entrenador argentino estaba por develar los 23 titulares y suplentes; Jones iba a hacerlo un rato más tarde.
Quienes salgan a la cancha no pensarán en guerras, partidos aburridos ni rachas adversas. Solamente en jugar un partido de rugby. Si termina con una victoria, tanto mejor.

Fuente: La Nación

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