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“Tenemos un desquicio macroeconómico: la deuda es el déficit acumulado”

Entrevista con Diana Mondino, licenciada en economía, máster en economía y dirección de empresas.
Sabado, 05 de octubre de 2019 00:06

En una etapa preelectoral signada por las malas noticias económicas, la economista Diana Mondino pasa revista a los distintos aspectos de la crisis. Categóricamente, sostiene que el país atraviesa un “desquicio macroeconómico”, destaca las posibilidades que brinda el comercio exterior y señala que “prometer que van a poner plata en el bolsillo de la gente es pensamiento mágico”.

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En una etapa preelectoral signada por las malas noticias económicas, la economista Diana Mondino pasa revista a los distintos aspectos de la crisis. Categóricamente, sostiene que el país atraviesa un “desquicio macroeconómico”, destaca las posibilidades que brinda el comercio exterior y señala que “prometer que van a poner plata en el bolsillo de la gente es pensamiento mágico”.

Sobre la pobreza, advirtió que solo va a retroceder con crecimiento y trabajo. “La deuda -dijo en una entrevista con El Tribuno- es la acumulación de déficit a lo largo de décadas” y también advirtió que “si no avanzamos en las ventas al exterior, la recesión se puede convertir en depresión”.

 En medio del desconcierto económico, ¿alguien toma medidas razonables?

Hay una situación particular. Los dos candidatos con mayor impacto tras las PASO aparecen con perfiles diferentes. Nadie sabe qué haría Alberto Fernández y muchos no están de acuerdo con lo que está haciendo Mauricio Macri. Pero el gobierno de Cambiemos tiene enorme credibilidad en el exterior y, como prueba, los importantísimos acuerdos firmados en las últimas semanas evidencian que siguen gobernando. 
No obstante, domésticamente, el electorado ha preferido otra opción. Alberto Fernández genera rechazo en el exterior, pero tiene apoyo doméstico. 
Pero nadie plantea dónde podría generarse el mayor crecimiento: ¿del mercado doméstico o del exterior? No estamos hablando de la cuestión de fondo.

¿Tenemos un problema macroeconómico?

Tenemos un desquicio macroeconómico. Un déficit acumulado muy importante que se trató de paliar con deuda, a la espera de la reactivación, de que el crecimiento incrementara la recaudación.

¿Y la deuda?

La deuda es déficit acumulado. Es la suma de todos los déficit. No producimos lo suficiente para pagar los gastos actuales y por eso recurrimos al Banco Central, lo que genera más inflación. Y la inercia lo convierte en un problema que se proyecta y se agrava en el tiempo. 
Tenemos un enorme problema de comercio exterior. Vendemos a 40 millones de personas en un mundo de 7.000 millones. 
Ponemos límites al que puede generar ingresos. Restringimos las exportaciones: ¡somos el único país que pone retenciones! ¡Entornamos la puerta al único que nos puede comprar en la medida de nuestras posibilidades y necesidades, que es el mundo!

¿Esto se vincula a la pobreza?

Se habla mucho de reducir la pobreza, pero solo se aplican paliativos. La pobreza se reduce con trabajo, que es la consecuencia de hacer bien las cosas, porque sin crecimiento no se va superar la pobreza.
Escuchamos a candidatos que prometen poner plata en los bolsillos de la gente. Siguen con el pensamiento mágico, y por eso ninguno dice de dónde va a salir esa plata. Suena a preludio de una nueva frustración.

¿La recesión ya lleva tiempo? ¿Hasta cuándo?

El nivel de actividad económica es lo que nos preocupa a todos. Hay que mirar la realidad de hoy. Argentina está inmersa en un proceso de cambio estructural que nadie hasta ahora ha sabido explicar. Me refiero a que hay nuevos modelos de negocios, sistemas diferentes, como las ventas por internet, cuya llegada al país aún no es plena, pero proliferan en el mundo. 
Esto hace que la gente compre de otra manera y en otros lugares. Esto afecta el nivel de ventas de las pymes chicas, por cierto. La educación también sufre el cambio estructural, porque los oficios que hoy se necesitan son diferentes a los que ofrece el sistema; en consecuencia, para muchas posibilidades de trabajo que se abren faltan personas capacitadas, mientras que muchas otras, con conocimientos en oficios viejos, no encuentran dónde ejercerlos.
Hay una cuestión importante vinculada a los precios relativos. Durante muchos años, la energía fue extremadamente barata para las familias a costa de un enorme esfuerzo fiscal.
Nadie lo explica, nadie lo dice y solo se escucha a los que se quejan porque ven limitada su capacidad económica. Y los que están creciendo, no hablan mucho.

El gobierno actual no se ha destacado por la capacidad de comunicación... Con el tarifazo actuaron como si la gente entendiera todo y fuera a aceptar cualquier cosa ...

Hay varias cosas ahí. El esquema tarifario heredado del kirchnerismo era extremadamente complejo y el actual gobierno solo lo actualizó. La complejidad está dada por el inmenso componente impositivo provincial y municipal. Y ningún gobernador de los que se quejó redujo los impuestos que cobra. 
Otro tema es que el cargo de distribución aumenta cuando se modifica el nivel de consumo. La gente nunca tuvo en claro que hay escalas en el precio. Cuando el precio de la energía era ridículamente bajo, no se sentía la diferencia, pero al actualizarse, un mínimo porcentaje en la variación del consumo causaba un impacto muy fuerte en la factura. Esto debió ser informado por el Gobierno nacional, no lo hizo, pero tampoco lo hicieron los intendentes ni los gobernadores.

La gente no entiende mucho de economía, pero sabe del daño que causa la inflación, el aumento de la pobreza y el empleo en negro...

Paso a paso. Empecemos por la inflación: ¿por qué se genera? Porque hay más dinero en la economía que bienes para vender. Esto se aborda de dos maneras: imprimiendo menos dinero o produciendo más bienes.

¿Por qué no se alinean estas dos posibilidades?

Porque el Estado soporta ya muchas décadas de déficit pronunciado y necesitaba financiarlo. Frente a cada shock inflacionario, habitualmente seguido de fuerte caída de empleo, la solución ha sido incorporar personal al Estado. Así, el gasto de todos los estamentos del sector público (Nación, provincias y municipios) llegó a representar hasta hace tres años hasta el 50% de la economía.
Esto genera una carga muy difícil de mantener y para eso hace falta una presión tributaria fenomenal. El Estado produce servicios de altísimo valor, como la salud y la seguridad, pero no puede cobrar por ellos. Entonces tenemos una enorme necesidad de cobrar impuestos a los que producen bienes que sí se cobran. Por este camino sin salida hemos llegado a que hoy el sector público se esté llevando el 40% del PBI.

¿Un callejón sin salida?

Tenemos un gasto público que no es financiable; aunque fuera financiable, seguiría siendo ineficaz; aunque fuera eficaz, seguiría siendo ajeno al rol del Estado. No es parte de su función. Gastamos más de lo que ingresa y generamos deuda, y esa es una mochila de piedras que agobia a la sociedad.

¿Cómo ve la polaridad entre neoliberalismo y populismo?

El neoliberalismo no existe. Se gestó ese término como un agravio. Yo conozco al liberalismo y puedo decir que si este gobierno de Cambiemos quiso ser liberal, no lo fue. Liberal es el gobierno que garantiza y respeta el derecho a trabajar: por muchas razones, esto no pudo modificarse. 
Las reformas laboral y previsional han tenido muchos obstáculos. Hay costos que el Estado no tiene por qué asumir, pero el populismo es simplemente una mirada de muy corto plazo. Se toman decisiones que me alegran hoy y mañana me dejan “con resaca”... “¿Quién me quita lo bailado?...

¿Cree que Alberto Fernández va a poder hacer lo que hicieron con Néstor Kirchner?

Fue cuando cerraron las exportaciones de carne, en 2005. Y la carne se fue por las nubes. Él afirma que va a tener superávit. Sería fantástico. Pero nosotros dejamos de tener superávit fiscal en 2006 y comercial en 2007. Ellos arrancaron con superávit heredado, y lo mataron. Ahora Macri va a dejar un superávit comercial importante y creciente y espero que si es presidente, Fernández no lo vaya a matar. El único futuro posible del país es vender algo a alguien. Es decir, exportar. El mercado domestico está castigado y sin poder adquisitivo; las inversiones, desalentadas, y el Estado no tiene recursos para invertir. Si no podemos aprovechar las posibilidades del comercio exterior, la recesión se puede convertir en depresión: El PBI es la suma del consumo, que está golpeado desde hace ocho años; la inversión, los ahorros, (que se van afuera, y los que ya están afuera, no vuelven) y al gasto público ya no se lo puede agrandar más. Solo queda mantener y robustecer el superávit comercial.

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