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Sudamérica arde por la desigualdad, la corrupción y las intrigas políticas

En Chile, detrás del país modelo de la región, saltó a relucir la inequidad más extrema. Bolivia y Ecuador redujeron la pobreza, pero Evo Morales y Rafael Correa terminaron exiliados.
Domingo, 17 de noviembre de 2019 00:00

Si algo demuestran las crisis de Chile, Bolivia y Ecuador es que, aun con los mejores indicadores económicos, la indignación social crece hasta explotar cuando los pueblos ven traicionadas sus expectativas por extrema desigualdad, privilegios, corrupción, intrigas políticas o ceguera en sus gobernantes.

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Si algo demuestran las crisis de Chile, Bolivia y Ecuador es que, aun con los mejores indicadores económicos, la indignación social crece hasta explotar cuando los pueblos ven traicionadas sus expectativas por extrema desigualdad, privilegios, corrupción, intrigas políticas o ceguera en sus gobernantes.

En las convulsionadas calles de Chile, que hasta hace un mes era el país modelo de la región, es donde más claramente se sintetizan todas las desviaciones.

En el país trasandino la suba del precio del boleto del subte fue solo la gota que colmó el vaso. La crisis explotó por el agotamiento de un modelo político, económico y social que lo convirtió en uno de los más inequitativos de América Latina. Los bajos salarios, las magras pensiones, el oneroso acceso a la educación, las grandes brechas del sistema de salud, el alto costo de la canasta familiar y el alza de las tarifas hicieron que buena parte de la sociedad chilena se sintiera abusada.

El asfixiante endeudamiento de la clase media frente a los marcados privilegios de las franjas altas, incluidas las dirigencias políticas, completaron el clima de una tormenta perfecta.

Chile presenta muchos de los mejores indicadores macroeconómicos de Sudamérica, incluida una inflación anual de solo 2,49% y un PBI per cápita de 14.323 dólares, pero son notables la desigualdad, la brecha entre clases sociales y la extrema concentración de la riqueza.

En el Indice de Gini (que refleja la desigualdad) tiene 0,45 en la distribución del ingreso corriente de los hogares, pero en la estructura de la propiedad de los activos físicos y financieros el indicador trepa a un impresionante 0,72, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

De acuerdo con registros de ese organismo de Naciones Unidas, en la nación que gobierna Sebastián Piñera el 50% de los hogares menos favorecidos tiene solo un 2,1% de la riqueza, mientras que el 10% de la franja más acaudalada concentra dos terceras partes (el 66,5%) y el 1% acapara el 26,5% de los recursos netos del país.

La suba del pasaje desveló una mayor indignación social.

El 53% de los trabajadores chilenos gana menos de 550 dólares al mes, con los que cubren los gastos de la canasta básica de alimentos y de servicios. Esto los pone por encima de la línea de pobreza (el índice es de solo el 8,9% en Chile). Sin embargo, el acceso a la educación, la salud y los medicamentos es excluyente y tiene altos costos para las clases menos acomodadas, porque casi no existe cobertura pública de esos servicios.

Las dietas de los diputados y senadores chilenos ascienden a 11.600 dólares, mientras que el salario mínimo es de 423 dólares: la diferencia es de 28 veces.

Jubilación y deudas

El sistema jubilatorio de capitalización, cuyas bases se establecieron en 1980 durante la dictadura de Augusto Pinochet, obliga a los trabajadores a depositar cada mes cerca del 12% de sus sueldos en cuentas individuales manejadas por Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) privadas.

La mitad de los 700.000 jubilados chilenos que accedieron a una pensión de vejez por edad (equivalente a la jubilación argentina) tiene haberes de poco más de 200 dólares.

Los trabajadores chilenos deben aportar por lo menos el 7 % de sus sueldos a planes de salud y pueden optar entre un fondo público (Fonasa) o un sistema de atención privada (Isapres). Cerca de 14 millones están afiliados a Fonasa, que desborda de quejas por deficiente atención hospitalaria y largas esperas de turnos que no tienen excepción ni siquiera ante urgencias.

Más de 4,6 millones de chilenos, cerca del 26% de la población adulta, tiene deudas crediticias vencidas. La mayoría las contrajo con comercios minoristas. El valor promedio de la mora es de 1,7 millones de pesos chilenos (2.125 dólares). Según el Banco Central de Chile, la deuda de los hogares tiene moras de un año en más de la mitad de los casos y ya representa el 73,5% del ingreso disponible de las familias.

La educación universitaria de Chile está entre las más caras del mundo. El costo promedio de las carreras, solo en matrículas anuales, supera los 8 mil dólares. La mayoritaria expresión de jóvenes estudiantes en las protestas callejeras que dejaron 22 muertos y 2.200 heridos en un mes no es un dato menor de la crisis que forzó a los partidos políticos a acordar la gestación de una nueva Constitución.

Chile, en los últimos años también vio escándalos de corrupción que envolvieron a altos mandos de las fuerzas armadas, a la cúpula de Carabineros y a partidos de izquierda y de derecha por financiamiento ilegal de campañas.

 

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