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Un salteño siguió el rastro de Maradona por el mundo, hasta que lo contactó en Sinaloa: “solo atiné a decirle gracias por todo”

Fue a la medianoche después del partido entre los Dorados de Sinaloa y Zacatepec. “Le dije que lo quería y le agradecí por haber cambiado el fútbol para siempre”, relató el periodista salteño Julio Nakhle.
Lunes, 25 de febrero de 2019 09:47

Le siguió el rastro por el mundo hasta que pudo fotografiarse con Diego Armando Maradona, en el mismísimo Sinaloa. Fanático del astro mundial, el periodista salteño Julio Nakhle vivía desde muy chico con la ilusión de cruzárselo, de verlo y de hablar con él. Julio nació precisamente en 1986, una fecha que lo marcó de por vida. Hace algunos años en su afán por conocer los detalles más íntimos de su ídolo viajó Nápoles.

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Le siguió el rastro por el mundo hasta que pudo fotografiarse con Diego Armando Maradona, en el mismísimo Sinaloa. Fanático del astro mundial, el periodista salteño Julio Nakhle vivía desde muy chico con la ilusión de cruzárselo, de verlo y de hablar con él. Julio nació precisamente en 1986, una fecha que lo marcó de por vida. Hace algunos años en su afán por conocer los detalles más íntimos de su ídolo viajó Nápoles.

“Estuve en el estadio San Paolo. En esa ciudad italiana no solo recorrí los lugares en los que Maradona vivió su época de oro, sino también indagué en diarios viejos, en artículos que se publicaron cuando con el equipo local ganaron todo”, contó el comunicador.

Recorriendo Nápoles y la historia de Maradona

Pasó el tiempo y los avatares de la vida lo cruzaron con un asistente de Diego. Un hecho que desencadenaría una serie contactos y viajes que culminarían con el sueño cumplido. El primer paso -recordó el periodista salteño- fue preguntarle si había alguna posibilidad de contactarse con él en Culiacán, capital del estado mexicano de Sinaloa, donde dirige al Dorados. “No me aseguró nada. Pero me alentó a que lo intentara. Y lo hice. El primer paso fue viajar al Distrito Federal, donde hice base con mi esposa y visité el Azteca, estadio en el que fuimos campeones del mundo, gracias a su magia. Por cuestiones económicas, viajé solo a Culiacán. De acuerdo a mis cálculos llegaría 10 minutos antes del partido entre el Dorados de Sinaloa y Zacatepec, por la Copa MX”, recordó el salteño.

 

Estadio Azteca, México


Pero, como suele suceder, las cosas no salen como las planeamos. El vuelo se retrasó media hora y Nakhle veía que sus ilusiones se le escapaban de entre los dedos. Al llegar al aeropuerto de Culiacán, corrió con su mochila para abordar un taxi que lo llevara directo al estadio del Dorados antes de la finalización del encuentro. Había muchas cosas que debían confluir para tener la oportunidad de ver al 10. 

“Antes que nada, rogaba que no perdiera el equipo de Maradona, que venía de una mala racha, porque si eso pasaba seguramente no iba a tener oportunidad de verlo. Segundo, quería llegar a tiempo. El partido había comenzado a las 8 de la noche y cruzar Sinaloa era una aventura arriesgada”, reflexionó.

Una vez en el estadio llamó por celular al mentado asistente, quien le dijo que se apostara en la puerta por donde entran los jugadores. Ya estaba por comenzar el segundo tiempo y el salteño todavía estaba afuera del estadio. “Hablé con los de seguridad y les expliqué la situación. Primero me dijeron que era imposible ingresar, pero luego averiguaron si lo que yo decía era cierto y al corroborarlo me permitieron el ingreso. Encaré al palco, donde estaban el asistente con su mujer, Verónica Ojeda y Dieguito Fernando. Me quedé paradito ahí cerca”.

 

Las última odisea

Una vez que terminó el encuentro en el que Dorados de Sinaloa se impuso por 3 a 0 ante el Zacatepec, el asistente con un ademán le pidió que lo siguiera. “Le expliqué que solo quería una foto, nada más. El entró al vestuario. Me quedé una hora afuera. La tensión era tremenda, la ansiedad me carcomía, hasta que finalmente vi el automóvil y a los de seguridad que llegaron al lugar para trasladar a Diego. Cuando salió no lo podía creer, se me acercó gentilmente. Le conté que venía de Salta. Me dejó filmar un video y sacarme una foto. Solo atiné a decirle que lo quería, no me salió otra cosa. Me lo agradeció y me firmó un autógrafo en la camiseta argentina del Mundial 86 que yo llevaba puesta”, recordó emocionado. 

Era la medianoche en la peligrosa Sinaloa. El salteño con la emoción y la firma impresa en el pecho retornó al aeropuerto. Pasó la noche en uno de sus sillones, aún sin saber si lo que había vivido era cierto. "Otra cosa que le dije a Diego fue: gracias por todo. Porque los amantes de este deporte sabemos, que Maradona cambió el fútbol para siempre”.

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