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Una casa para cumplir los sueños de mujeres de pueblos originarios

Un grupo de 26 chicas que estudian carreras universitarias o terciarias compartirán una vivienda en Leguizamón al 1.300. Por primera vez, ellas tienen una residencia en la capital.
Viernes, 15 de marzo de 2019 02:04

Ayer por la mañana, Gimena Tercero (21) y Alejandra Rodríguez (21) estaban felices por ser dos de las primeras 26 chicas que estrenarán la residencia para mujeres de pueblos originarios que estudian carreras universitarias o terciarias en Salta capital.

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Ayer por la mañana, Gimena Tercero (21) y Alejandra Rodríguez (21) estaban felices por ser dos de las primeras 26 chicas que estrenarán la residencia para mujeres de pueblos originarios que estudian carreras universitarias o terciarias en Salta capital.

Durante la inauguración, Gimena agradeció a funcionarios y funcionarias del Gobierno provincial: "Gracias por haber hecho posible que podamos estar nosotras, las mujeres, acá. Nos brindan el apoyo y un hogar; nos sentimos más contenidas. Nos dieron el lugar a nosotras, las mujeres aborígenes".

La casa, que está en Leguizamón al 1.300, tiene sala de estar, espacios para estudiar, cuartos grupales con baño privado, lavadero, patio interno, cocina equipada para preparar las comidas diarias y oficina administrativa. En breve, también habrá un gabinete digital, con conexión de Internet wifi. Además, las chicas tendrán la asistencia constante de un equipo de apoyo, integrado por una trabajadora social y un psicopedagogo, que las ayudarán en el cursado de sus carreras y a integrarse a los grupos de estudio.

Gimena y Alejandra son de la etnia guaraní: una, de Misión San Francisco, Pichanal, y otra, de Aguaray. El año pasado se conocieron en la residencia estudiantil para chicos de pueblos originarios que existe desde hace 10 años en Capital y que en 2018 recibió por primera vez a unas 10 mujeres.

Gimena está cursando el cuarto año de la Licenciatura en Ciencias Biológicas en la Universidad Nacional de Salta (UNSa) y, cuando empezó a estudiar, alquilaba en los alrededores de la UNSa. El año pasado, al abrirse un espacio para mujeres en la residencia de varones, aprovechó la posibilidad: "Esto me ayuda mucho más económicamente y a mi familia".

"Como todos, pensamos que vamos a hacer esto o aquello pero después, cuando llega el momento, la economía no ayuda porque somos una familia muy numerosa -nueve hermanos- y nos costaba un poco. Yo no tengo papá y mi mamá es sola", relató a El Tribuno. Su hermano, que también vivía en el albergue, se recibió el año pasado de licenciado en Trabajo Social.

Alejandra estudia la Tecnicatura Electrónica Universitaria en la UNSa: "Hace un año estamos aquí, muy contenidas. Cuesta dejar la familia, sobre todo a una, que es mujer, y sobrellevarlo, pero acá nos ayudan mucho".

Ambas agradecieron a Norma Calpanchay, la responsable de los dos albergues: "Es una madre para todas. Nos contiene y no hace diferencias entre nosotras".

Alejandra contó que la carrera que eligió es un poco difícil y que tiene que saber mucho de matemática: "Una no está muy bien preparada para venir a afrontar esas cosas en la universidad y, por eso, agradecemos que tenemos psicopedagoga, que nos ayuda a encontrar una solución para nuestras carreras".

Una de las dificultades con la que ambas se toparon al llegar a la ciudad fue el tránsito: "Donde vivimos no hay muchos autos ni motos. Acá hay mucho ruido y es más estresante". Comentaron que, como los pueblos de donde vienen son chicos, no se siente tanta "presión" de los vehículos.

Para ir a la universidad, salen muy temprano de la casa porque los colectivos van llenos y a veces, incluso así, no les alcanza el tiempo: "Ahí también una se estresa porque llega tarde algunas veces a la facultad".

Algunos días, ellas piensan que volverán a sus comunidades cuando terminen de estudiar y otros, no saben si lo harán. Creen que eso va a depender de los trabajos que consigan y de las oportunidades que tengan.

A las mujeres de pueblos originarios que tienen ganas de estudiar, les dijeron: "Que aprovechen la oportunidad. Que no se priven de venir. Ahora, también van a tener la posibilidad, como nosotras, de recibirse y tener una profesión".

"Para ellos, es su casa"

Calpanchay, la responsable de los albergues, recordó que cuando se abrió la residencia para varones había solo seis chicos y que ahora son 33. "Tenemos el orgullo de decir que en estos 10 años tenemos 44 chicos recibidos", expresó.

Contó que la experiencia del albergue mixto el año pasado fue muy buena, pero valoró que hubiera una residencia especial para mujeres: "Hoy, teniendo esta posibilidad ellas y siendo jóvenes, que tienen la mente más abierta, desean tener otro cambio en su vida, no quieren lo mismo. A veces la misma comunidad no las acepta, pero lo importante es que hoy los jóvenes abrieron los ojos y tienen otras aspiraciones".

La mujer opinó que la enseñanza que reciben tanto los criollos como los pueblos originarios en los departamentos más alejados de la Capital "no es tan fuerte como acá". Cuando los chicos y las chicas vuelven de la universidad, le cuentan: "Los profes dicen que lo tenemos que dar por sabido y para mí es nuevo".

Calpanchay opinó que se trata de un cambio "terrible" para todos: "Es acomodarse y estructurarse a una nueva vida, pero lo logran. Es impresionante cómo cambian. Ellos no le dicen residencia, ni hogar, ni albergue. Para ellos, es su casa y los demás, sus hermanos".

La modalidad

La Provincia se hizo cargo en 2009 de esta iniciativa, que originalmente fue privada y solo para coyas. El proceso para el ingreso, tanto de varones como de mujeres, comienza a través de pedidos enviados por los caciques de las comunidades al Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, que inicia el trámite administrativo correspondiente. Luego, se hace un sorteo, respetando cupos para cada etnia: wichi, chorote, diaguita-calchaquí, kolla, guaraní, chulupe, chané, toba y chorote.

La inauguración de ayer fue presidida por el gobernador Juan Manuel Urtubey, la ministra de Asuntos Indígenas y Desarrollo Social, Edith Cruz, y el sacerdote franciscano Gastón Hernández. Acompañaron el presidente de la Cámara de Diputados, Manuel Santiago Godoy; miembros del IPPIS, compañeros de la residencia masculina y madres y padres de las alumnas. El acto cerró con interpretaciones de copleros originarios de Iruya y Nazareno.

 

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