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Venezuela ya no aguanta más

Miércoles, 20 de marzo de 2019 00:00

­Que gane el mejor!, es lo que demandamos en Latinoamérica. En efecto, que gane la persona ideal, la que dispone de la formación, la experiencia y sensibilidad social que implica la responsabilidad de un cargo político. Hugo Chávez no gana las elecciones presidenciales en diciembre de 1998 por mérito. Él había participado en un intento de golpe de Estado al presidente Carlos Andrés Pérez lo que le permitió convertirse en una figura pública. Gracias al indulto otorgado por el presidente Rafael Caldera, se convirtió en un actor político.

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­Que gane el mejor!, es lo que demandamos en Latinoamérica. En efecto, que gane la persona ideal, la que dispone de la formación, la experiencia y sensibilidad social que implica la responsabilidad de un cargo político. Hugo Chávez no gana las elecciones presidenciales en diciembre de 1998 por mérito. Él había participado en un intento de golpe de Estado al presidente Carlos Andrés Pérez lo que le permitió convertirse en una figura pública. Gracias al indulto otorgado por el presidente Rafael Caldera, se convirtió en un actor político.

Si bien es cierto que Hugo Chávez era considerado una persona carismática, alguien que expresaba lo que los ciudadanos querían escuchar (fue un demagogo) y alguien que prometió (y mintió) resolver todo lo que en los 40 años precedentes los partidos del "pacto de punto fijo" no habían resuelto o incluso dañado (es decir, un discurso populista), hay estudios de la época que demuestran que en esas elecciones presidenciales de 1998, los ciudadanos votaron en contra de los corruptos y mediocres dirigentes de los partidos tradiciones Acción Democrática y Copei que ostentaron las presidencias desde la deposición del general Marcos Pérez Jiménez.

Es claro que el Chapulín Colorado se hubiese podido postular como candidato y seguramente hubiese ganado. Podríamos decir que hoy hemos entrado en una especie de Dejavú, ­claro! bajo contextos diferentes: en aquel momento nos encontrábamos en una dictadura progresista; hoy en Venezuela nos encontramos en una tiranía fatalista.

Dictadura y tiranía

Es importante hacer énfasis en diferenciar una dictadura de una tiranía.

En una dictadura, el gobernante se soporta en la Constitución (amoldándola) para ejercer imperativamente el poder; en una tiranía el gobernante hace caprichosamente lo que considera sin importarle lo que establezca la Constitución. En Venezuela vivimos en una tiranía Por eso genera suspicacia la manera en la que los desprestigiados partidos políticos que conforma la coalición "opositora" de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) han manejado mediáticamente lo que sucede en el país, canalizando por medios de comunicación y periodistas (que notoriamente son partidarios o reciben algún tipo de beneficio de estos partidos políticos) un escenario similar al surgido durante la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, como si quisieran emular la gesta que se le atribuye a los partidos políticos (AD, Copei, URD) firmantes del Pacto de Punto Fijo (pacto de gobernabilidad y alternancia política para garantizar la estabilidad democrática de Venezuela. Esta nueva Mesa de la Unidad Democrática (Primero Justicia, Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo y Voluntad Popular) aprovecha la presencia de un político relativamente nuevo como Juan Guaidó, una figura de segunda o tercera línea, pero que ha demostrado ser una persona dispuesta y capaz, algo que sin dudas ha obtenido un feedback positivo de la sociedad civil venezolana. Esto, a pesar de la sombra representada por Leopoldo López, un político que lleva 5 años privado de libertad, primero en una cárcel militar y luego en su casa.

Leopoldo López ha sido un político que ha pasado por varios partidos, fue uno de los fundadores de Primero Justicia, partido liderado por Julio Borges y Henrique Capriles, luego pasó a las filas de Un Nuevo Tiempo, liderado por Manuel Rosales, para luego crear su propio partido político Voluntad Popular. López ha tenido experiencia como alcalde, es uno de los llamados "líderes de oposición" que han disminuido su aceptación y credibilidad ante la ciudadanía por decenas de errores políticos y rumores de vinculación -por debajo de la mesa- con políticos del régimen. Hoy, Leopoldo López ve en Guaidó la oportunidad, el trampolín para llegar a su tan anhelada Presidencia de la República a pesar de los precedentes que le empañan, quedó de último en una elección primaria de candidatos (ganada por Henrique Capriles) y hay varios escándalos de corrupción de integrantes cercanos de su partido político.

El desgaste

Los partidos que conforman la coalición inicialmente identificada como Coordinadora Democrática, luego Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y ahora buscando adoptar la nueva denominación Frente Amplio, están muy desprestigiados por errores cometidos desde que Hugo Chávez llegó como presidente republicano, se convirtió en dictador al cambiar la Constitución amoldándola a su interés y terminó como un tirano al avasallar la Constitución Nacional.

Los partidos opositores han tenido multiplicidad de aciertos políticos, pero errores tan graves que opacan notablemente esos aciertos. Fueron complacientes y oxigenaron al régimen, entre tantos otros reclamos que hace la ciudadanía debido a las decenas de escándalos que han salido a la luz pública, negociaciones a espaldas del país, asociaciones entre políticos de un bando y el otro e incluso el peculiar "salto de talanquera", expresión que identifica cuando un político identificado con uno de los bandos, termina pasando al bando opositor recibiendo el beneplácito y reconocimiento de ambos.

En la mayoría de estas situaciones "parecieran" estar inmiscuidos "líderes" políticos, empresarios, comunicadores sociales, artistas y tantos otros ciudadanos identificados de un lado (gobierno) como del otro (parte de la oposición), lo que cierra escenarios y genera en la ciudadanía un nivel de incredulidad, desconcierto y desmotivación bastante alta.

Hoy, -reitero-, Venezuela vive una coyuntura a nivel social, económico, político y, sobre todo, cultural, que demanda un cambio de modelo político que, lamentablemente, no está en las figuras de estos “líderes” de oposición, por lo que la ambición de Leopoldo López de llegar a la presidencia, lo único que garantizaría es la continuidad de los errores políticos y el riesgo de que el chavismo se reorganice y oxigene para volver como una fuerza mayor.

Pensar en hacer una campaña presidencial tal como se evidencia que indirectamente está haciendo Leopoldo López utilizando la figura de Juan Guiadó, es contraproducente, es un riesgo tanto para los planes que buscan la deposición del poder por parte de Nicolás Maduro, como para la imagen del presidente de la Asamblea. Juan Guaidó muestra carisma, disposición, capacidad y apego a hacer las cosas bien, por lo que todos los venezolanos apostamos al logro de las tres etapas: la primera, el cese de la usurpación del poder por parte de Maduro; la segunda, la activación de un Gobierno de transición liderado y dirigido por Juan Guiadó que trabaje en estabilizar la crisis humanitaria que envuelve al país, y tercero el llamado a elecciones libres.

El desafío

Ahora bien, ¿cómo hará Guaidó para ser neutral?: pertenece al partido de Leopoldo López, quien no ve la hora de tener en sus manos la banda presidencial. ¿Cómo logrará elegir la nueva directiva del Consejo Nacional Electoral sin que este sea la versión leopoldista de lo mismo que hizo Chávez con este órgano comicial?

La respuesta supone un nivel de ciencia ficción inigualable, porque de tomar las decisiones equivocadas, marcará el declive político de Juan Guaidó a pesar del espacio que ha construido y ganado como potencial futuro líder político y potencial presidente de la República, para un hipotético segundo mandato posterior a la recuperación de la democracia.

Pero el país ya no aguanta más errores, más traiciones, más mentiras, porque en las calles han muerto decenas de personas que han arriesgado su vida en las protestas, han muerto decenas de personas por no disponer de los medicamentos para curar un estado de salud, para sobrevivir y han desaparecido decenas de personas, el país no aguanta más!

¿Las conclusiones? Simple: cese de la usurpación del poder por parte de Nicolás Maduro, activación de un gobierno de transición liderado y dirigido por Juan Guiadó con el objeto de estabilizar la crisis humanitaria que envuelve al país y llamar a elecciones libres, esto último, condicionado por la elección de nuevas autoridades del Consejo Nacional Electoral, que deben ser ciudadanos que no tengan nexo alguno con los partidos políticos y se asuman como los encargados de planificar la realización de unas elecciones de forma tradicional, donde el voto sea ejercido en un papelito, sean contados al final de la jornada electoral y las actas sean completadas en presencia de funcionarios gubernamentales, representantes de cada partido político, ciudadanos actuando como testigos de mesa y representantes de la sociedad civil en general a fin de garantizar que “ningún acta mate a ningún voto”, que los resultados de cada mesa electoral sean transmitidos honestamente y se asuma el compromiso -por encima de los intereses individuales y partidistas-, de sacar al país del momento más crítico de la historia republicana de Venezuela, de ser así, tal como dictamina la constitución al juramentar a un representante, “Si así lo hiciereis Dios y la Patria os lo premien, si no, Él y Ella os lo demanden”.
 

 

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