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Evelia Murillo

Viernes, 08 de marzo de 2019 00:00

Hace poco más de cuatro años, en la localidad norteña de El Bobadal, la maestra Evelia Murillo murió bajo las balas de un lugareño que pretendía prostituir a una alumna. La docente defendió a la joven, y eso le costó la vida.

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Hace poco más de cuatro años, en la localidad norteña de El Bobadal, la maestra Evelia Murillo murió bajo las balas de un lugareño que pretendía prostituir a una alumna. La docente defendió a la joven, y eso le costó la vida.

El crimen es emblemático. La provincia había declarado la emergencia por violencia de género pocos días antes del asesinato. El agresor -una persona, al parecer, de costumbres feudales y violentas- debe haberse sentido "propietario" de la jovencita, perteneciente a la etnia wichi. Pero, además, desconoció por completo la autoridad y la humanidad de Evelia.

Para algunos, podría ser una historia paradigmática de lo que llaman "sistema patriarcal", aunque en este caso no aparecen señores feudales, sino un hombre prepotente. La voluntad de posesión, de hecho, está presente y es el desencadenante.

Es probable que el concepto de "patriarcado" no sea más que un formato para describir los desequilibrios de una sociedad (en realidad, de la mayoría de las sociedades) que durante milenios se sustentó en una economía en la que la maternidad obligó a la mujer a permanecer en el hogar o sus inmediaciones y al hombre a alejarse, para trabajar y para hacer la guerra.

La afirmación de la mujer es fruto de avances de hecho, especialmente en los últimos 150 años, aunque ahora se ha convertido en uno de los emblemas de lo que se nos aparece como una "revolución del siglo XXI".

Probablemente haya habido muchas anónimas "Evelia" en las escuelas y las comunidades rurales de Salta. Sin embargo, por algún motivo, los íconos del feminismo no son heroínas de la dimensión que sí le reconoce la gente común.

La violencia contra las mujeres está presente y se esparce por toda nuestra sociedad, la de Salta y la del mundo. El femicidio, precedido del robo y la violación, restablece la actitud instintiva del predador hacia su presa. Y el aislamiento, la distancia, alimentan la sensación de omnipotencia y de impunidad en el femicida. Son crímenes que coronan una vivencia posesiva y violenta del sexo y de la relación del hombre con la mujer. Es discutible el encasillamiento ideológico que se hace de estos fenómenos. Y es discutible porque habría que establecer y probar que se trata de fenómenos exclusivos de una determinada sociedad. Y no es fácil. El sometimiento de las cautivas obligadas a integrar el harén de los caciques pampas, tehuelches, pehuenches o ranqueles ¿escaparía a la clasificación de "cultura patriarcal?". El sometimiento, de diversas formas, se verifica en diversas civilizaciones. ¿Acaso los Niños de Llullaillaco no fueron inocentes inmolados en homenaje a las deidades incaicas? Si bien la política suele mostrarse dispuesta a conceder derechos y con eso aspirar a congraciarse con las ONG y sus modas, la realidad es que hoy, en la Argentina, las mujeres promedian dos años más de permanencia en el sistema educativo, por encima de los varones. Esto, que es un dato significativo, no es fruto de "la lucha" sino de la evolución del sistema y la mayor disciplina que exhiben las mujeres en el estudio.

En cambio, la misma ley de igualdad de género que se sancionó para los cargos políticos es inaplicable en la cámara de diputados de Salta, y mucho más, en el senado provincial. Al presentarse diversas listas para lo que en definitiva será un bloque, en ambos casos prevalecen los varones. En la Cámara Alta, donde hay un senador por departamento, la única posibilidad sería obligar a que, período tras período, a un hombre lo sucediera una mujer en la banca; algo inimaginable en las actuales autoridades de ambas cámaras, Mashur Lapad y Manuel Godoy, que llevan dos décadas en el sitial y que difícilmente accederían a semejante concesión. Ni el movimiento feminista ni la docencia ha otorgado aún el reconocimiento que merece Evelia Murillo. Ella ofrendó su vida en defensa de su alumna wichi. Quizá suene a poco porque faltó politización y marketing.

 

 

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