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De verdulero a primer productor mundial de tabaco Virginia

Llegó al país en 1952 y de inmediato comenzó a trabajar de peón en una quinta proveedora del Mercado San Miguel.
Domingo, 10 de marzo de 2019 00:35
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Luis Muñóz nació en 1927 en Pulpí, un pueblito costero de la provincia de Almería, Andalucía. Llegó a la Argentina en 1952, después de recibir de sus parientes de San Cristóbal, Santa Fe, la famosa "Carta de llamada", documento que a los inmigrantes les permitía ingresar con mayor facilidad a nuestro país.

Así fue que por un breve tiempo convivió con sus parientes de Santa Fe, pero a poco comenzó a ver la posibilidad de conseguir trabajo en otro lugar de la Argentina. Estaba ansioso por "hacerse la América", y como contaba con información de Cuyo, trató de buscar trabajo por esa región. Pero tenía dos inconvenientes: primero, poco dinero y segundo, el tren que pasaba cerca de San Cristóbal (Ferrocarril Mitre) tenía solo dos destinos: Buenos Aires y Tucumán. Y como la ciudad puerto no le había gustado, le quedó solo la opción de rumbear para el Jardín de la República. Y más se entusiasmó cuando supo que en Tucumán había extensos cultivos de caña de azúcar y que para la zafra se tomaba mucha gente. No dudó más y se tomó el tren para Tucumán dispuesto a conseguir conchabo en alguno de los tantos ingenios y cañaverales tucumanos. Al fin y al cabo, había venido a la Argentina a trabajar y por lo tanto estaba dispuesto a machetear o a pelar cañas, aún sabiendo que la "malhoja" lastimaba las manos de los "braceros". Nada le importó, estaba dispuesto a trabajar donde sea, pero mucho mejor si era en el campo.

Ya rumbo a Tucumán, en el tren entró en confianza con el guarda y le contó que era un recién llegado de España. Y cuando el ferroviario le preguntó por su destino, Luis no solo le contó a donde iba sino también su intención de trabajar en la zafra. El hombre lo miró sorprendido y le espetó: "Ese no es trabajo para vos... mejor andá a Salta; allá vas conseguir trabajo en el campo y un clima más piadoso. Además -agregó- en la zafra solo podés trabajar seis meses...".

Primer trabajo

Luego de escuchar los consejos del guarda, Luis rumbeó para Salta en un colectivo que lo dejó en la Terminal. Aquí por dos noches durmió en un banco del parque San Martín. Con un ojo dormitaba y con el otro, cuidaba sus pocos bártulos. Al tercer día logró contactarse con Sebastián Artigas, un amigo que conoció en San Cristóbal y que lo alojó por un mes en la Belgrano arriba, cerca de la Olavarría. Desde el primer día buscó trabajo en campos aledaños a la ciudad. Y en eso anduvo hasta que alguien le sugirió ir al mercado San Miguel. Merodeó por los puestos hasta que se topó con el "Turco", un proveedor de verduras de la zona de La Isla, sobre el callejón que por entonces era la ruta 21. Y ahí fue que Luis consiguió su primer trabajo como peón en la quinta del "Turco" y del cual nunca supo su nombre.

A poco, Muñoz no solo se familiarizó con el cultivo de verduras sino también con su comercialización. Y eso lo llevó a que a los pocos meses, hablar con el "Turco" y le mingara, en arriendo, dos o tres hectáreas para independizarse como verdulero. El buen hombre aceptó el trato y le arrendó un campito donde Luis comenzó a trabajar por su cuenta y a llevar su producción en un carro hasta la ciudad, a unos 7 kilómetros. Por cuatro o cinco años fue proveedor de verduras de puesteros del mercado. Primero llevaba su producción en un carro, después cambió por algo más ligero, una jardinera, hasta que finalmente compró un camión "guerrero", de esos que en 1947 había comprado el gobierno de Perón como rezago de la Segunda Guerra Mundial.La primera experiencia en tabaco y un susto

Luego de su experiencia en verdura, hizo tabaco hasta el fin de sus días.

A ocho años de su arribo a la Argentina, don Luis Muñoz hizo su primera experiencia como productor tabacalero sembrando cinco hectáreas de criollo salteño. Al año siguiente, en 1961, duplicó la superficie y paralelamente consiguió un contrato con Gendarmería Nacional para comercializar batata para el consumo de los escuadrones de la Puna.

A fines de 1961, Luis resolvió darse una vuelta por su patria. Para ello dejó los cultivos en manos de su amigo Moya. Entre ellos no hubo contratos ni papeles, solo un arreglo de palabra entre dos hombres honrados. Por dos años, Moyita atendió como si fuese propio el campo de Muñoz, quien regresó a Salta dos años después, es decir en 1963. Pero no volvió solo sino casado con doña María Martínez Oller. A poco, Luis retomó su trabajo y un año más tarde llegó Cristóbal, el único hijo del matrimonio andaluz.

Virginia por criollo

En 1965, Luis Muñoz hizo su primera experiencia en tabaco Virginia. Hizo cinco o seis hectáreas que curó en un par de estufas de adobe y leña, de esas tipo “catedral”. Su pequeña producción, que no alcanzó los 8.000 kilos tuvo como destino la planta de acopio de la Nobleza, en El Carril. Es que el gerente de la firma, don Leonardo Modugno, era quien lo había convencido y ayudado para que en lugar de criollo salteño hiciera Virginia. 

Por cuatro años hizo el tabaco aconsejado por la Nobleza hasta que en 1969, Luis de nuevo sintió necesidad de volver a España para visitar sus seres queridos y su terruño natal. Sin duda extrañaba mucho a la familia, al pueblo, el mar y las cuevas de las playas, cosas que lo hacían dudar sobre dónde aquerenciarse definitivamente: si en Cerrillos o volver a su amado Pulpí. 

Por dos años disfrutó de su tierra natal pero en 1971, regresó a los campos de Cerrillos. Y aunque lo hizo sin las dudas aún no disipadas, de inmediato retomó el camino del tabaco, arrendando a Casimiro, un criollo de la zona de La Islas, quince hectáreas y cinco estufas. La cosecha fue tan buena que para la campaña 72/73 se animó un poco más arrendando treinta hectáreas en la misma zona pero esta vez a “Bebe” Saravia. 

El susto

Pero 1973 llegó con sorpresas. Por un lado, la satisfacción de adquirir a “Bebe” Saravia 70 hectáreas. Pero a ese logro lo disfrutó poco, pues un médico de nuestro medio le pronosticó a su esposa una enfermedad incurable. La noticia le cayó a Luis como un mazazo pero no se desanimó. Abatido y con un niño de solo nueve años, la familia partió a España tras un tratamiento adecuado para María, allá en Europa. Por suerte, ahí el mal fue descartado de cuajo, pero si no hubiese sido así, Luis -alguna vez lo confesó- seguramente no hubiese regresado más al país. 

Pero en 1974 Cerrillos lo tuvo de vuelta, con María sana y retomando el camino del tabaco.

La angustia por la guerra y su éxito como productor

Luego de Malvinas, su hijo Cristóbal se sumó con éxito al esfuerzo familiar. 

Entre 1974 y 1982, don Luis no hizo otra cosa que trabajar y mejorar económicamente. De pronto en abril de 1982, estalla la Guerra de las Malvinas. El conflicto sorprendió a todos los argentinos y obviamente también a Luis Muñoz que justamente había programado para esos días de poscosecha, una vuelta por España con la familia. Fue el viaje más angustioso pues Luis estaba seguro que a su hijo de 18 años, no lo dejarían viajar al exterior. Sin embargo, la familia pudo partir de Ezeiza sin problemas, pero desde España siguió con preocupación el conflicto y en octubre regresó a la Argentina. 

Democracia

Para los agricultores del Valle de Lerma, el retorno a la democracia trajo cierta prosperidad más allá de los fracasos económicos de los distintos gobiernos. Pero aun así, a los pueblos y campos del Valle de Lerma, llegó más electrificación y gas, lo que mejoró sustancialmente la producción. Los Muñoz, al igual que otros productores, no desaprovecharon la oportunidad. Ahora, a la actividad tabacalera de la familia se había sumado Cristóbal, quien tomó las riendas del cultivo y la producción, en tanto sus padres la administración y la comercialización. Esta fue una combinación casi perfecta pues a poco, los Muñoz pasaron de 70 hectáreas de cultivo a 250, y de producir 500.000 kilogramos de alta calidad a casi 800 mil. La consecuencia fue que en 1990, la firma de los Muñoz, sea la primera productora de tabaco Virginia en el mundo. 

"El Indiano”

En Pulpí, su pueblo natal, Luis Muñoz era “El Indiano”, pues se había venido a “las Indias”. Volvió varias veces pero murió en Salta el 5 de agosto del año 2007. 
 

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