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Por tercera vez en 15 años fue destrozado el perro del parque

Llegó a Salta a principios del siglo XX, cuando trajeron de París adornos para la plaza 9 de Julio y el parque.
Domingo, 14 de abril de 2019 01:04

El perro del parque San Martín, otra vez fue víctima de los vándalos urbanos. Y no es la primera vez. En 2003 lo destrozaron y dejaron su estructura metálica al aire en patas y cabeza. Luego de reparado y para que no vuelva a suceder, lo pusieron atrás de la escultura del poeta Manuel J. Castilla, en Yrigoyen y San Martín. Por un buen tiempo disfrutó del lugar. Por entonces, algunos “guías” de turismo lo mostraban como el perro que en vida había sido de Castilla. Menos mal que no estaban al tanto de la familia del vate, sino habrían dicho que de chiquito el picho jugaba a la “mamilla” con el Teuco. 

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El perro del parque San Martín, otra vez fue víctima de los vándalos urbanos. Y no es la primera vez. En 2003 lo destrozaron y dejaron su estructura metálica al aire en patas y cabeza. Luego de reparado y para que no vuelva a suceder, lo pusieron atrás de la escultura del poeta Manuel J. Castilla, en Yrigoyen y San Martín. Por un buen tiempo disfrutó del lugar. Por entonces, algunos “guías” de turismo lo mostraban como el perro que en vida había sido de Castilla. Menos mal que no estaban al tanto de la familia del vate, sino habrían dicho que de chiquito el picho jugaba a la “mamilla” con el Teuco. 

El hecho es que tras de don Manuel estuvo hasta el 2010, cuando de nuevo los patoteros le destrozaron el hocico y sus partes pudendas. 

Reparado otra vez, volvió a San Martín y Catamarca, su esquina desde 1936, cuando lo trajeron del zoológico que supo tener el parque. Allí, la comuna le hizo un corralito para protegerlo de los vándalos. Pero de poco sirvió. El año pasado de otra vez le destrozaron la cabeza, y más aún, se llevaron el enrejado. Y ahora, mientras él espera que alguien cure sus heridas, conversó con nosotros.

Otra vez los cobardes...

Y sí, aquí me tiene con la mitad del hocico. Ni que me hubiese ‘mordío‘ el ñato Pujol.

La verdad, lo veo peor que a Dardo, ese perro que se comió una bombas allá por 2012 ¿se acuerda?

Mire mocito, soy del parque pero yo no me como nada. Soy varón cabal aunque los vándalos me hayan arrancado la herramienta. Eso sí, no vivo tranquilo con estos tipos que cada tanto se la agarran conmigo; y eso que ni ladro ni hago mis necesidades en los pastos donde de día juegan los niños y de noche se revuelcan los mayorcitos.

¿Pero de dónde es usted?

Mire, yo soy como los Baissac, de Francia pero más salteño que la zapatería de los Briones. 

¿Y cuando llegó a Salta?

Uhhhhh, a principios del siglo XX. Vine de París con otros adornos para la plaza 9 de Julio y para este parque, por el centenario de la Batalla de Salta. Yo, para el pórtico del zoológico que estaba entre Lavalle, Urquiza, Yrigoyen y San Martín. Ahí estuve hasta 1936 cuando me trajeron a esta esquina (Catamarca y San Martín). Recuerdo que en esa mudanza perdí mi pedestal de piedra tallada por un italiano. 

¿Y luego qué pasó con ese lugar?

No bien desarmaron el zoológico, ya que no había plata ni para el maíz de las gallinas, a esa fracción la dividieron. Y en San Martín y Lavalle se hizo el Parque Incaico que primero se llamó Parque Aborigen, y el resto se forestó con eucaliptos, palmeras y otros árboles.

¿Y cómo era ese parque?

Bueno, ese paseo se hizo aprovechando un bajo del terreno. Tenía escalinatas de piedras y en su interior los canteros estaban delimitados por pircas de piedra que simulaban ruinas calchaquíes, como las de La Paya. En su interior había flora autóctona, especialmente cactáceas y, según los profesores del Museo de Ciencias Naturales, en la selección de esas especies, mucho tuvo que ver el Instituto Miguel Lillo de la Universidad de Tucumán. Según ellos, esa colección era una de las mejores del país. Además, había farolas de Francia, cuencos calchaquíes, morteros de quina y tinajas de barro cocido de los valles, incluso una forrada en cuero crudo (foto). 

¿Y que pasó con todo eso?

Y que va pasar... Después del golpe de 1966, las autoridades de facto desmantelaron todo para erigir ahí el anfiteatro “Cuchi” Leguizamón. En realidad, intentaron replicar el anfiteatro del Parque Sarmiento de Córdoba, pero nada que ver. 

¿Y de la seguridad que me dice?

Era muy buena, claro había placeros, jardineros y serenos que cuidaban día y noche los bienes del parque. Conmigo los changos solo se divertían pintándome la “herramienta” de rojo, pero nunca me levantaron la mano. Más bien era una broma para los municipales que al otro día tenían que despintarme a mano y ante los paseantes. Eso los indignaba. 
Mire, a decir verdad, aquí la inseguridad creció cuando se permitió que en calles aledañas al Museo de Ciencias Naturales, tolderías y chupanderías asienten su reales, arruinando así, el más lindo e importante pulmón verde de la ciudad. 

Bueno, no reniegue y cuentemé algo más del parque...

Sabe que, no me puedo olvidar de esa bella señora que estaba al borde de la fuente de piedra, en Santa Fe y San Juan. Vinimos juntos de Francia y un buen día alguien se la raptó. Otra, el águila de bronce que estuvo en Buenos Aires y San Martín, en 1959 la colocaron pegada al Museo de Ciencias Naturales, de donde casi se la roban en el año 2008. 
Bueno, sabe qué, otro día desé una vueltita y le cuento más cosas; ahora no doy más. Es que según el Dr. Chiam no tengo que hablar y ya me pasé de la cuenta. No se ofenda... 

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