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Marcelo Capello: “Argentina tiene que ir a una economía en la que pueda crecer mucho durante mucho tiempo”

Entrevista con Marcelo Capello, presidente del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL).
Domingo, 28 de abril de 2019 00:37

La política y la economía viajan de la mano más que nunca en este año, cuando el país se enfrenta a la decisión de seguir apostando por un modelo de sacrificio que promete un país con economía fuerte y sustentable en el largo plazo o la heladera llena y períodos de bonanza alternados con crisis económicas cada tres años.

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La política y la economía viajan de la mano más que nunca en este año, cuando el país se enfrenta a la decisión de seguir apostando por un modelo de sacrificio que promete un país con economía fuerte y sustentable en el largo plazo o la heladera llena y períodos de bonanza alternados con crisis económicas cada tres años.

En el marco del ciclo de desayunos de trabajo, organizados por la Facultad de Economía y Administración de la Universidad Católica de Salta, se realizó la charla “Economía y política en un año electoral”, dictada por el presidente del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral), Marcelo Capello. 

Ante una nutrida sala, el disertante expuso la actualidad de la situación económica argentina, matizada por la política y los mercados internacionales, y evaluó los escenarios que se presentan en el corto y mediano plazo. 

Expuso sobre dos escenarios posibles para la economía argentina, uno con injerencia de la política y otro sin ella. ¿Cuál ve como más probable?
Lo primero que mostramos en la charla es el hecho de que si no fuera un año político, o sea con elecciones de Presidente nada menos, la economía después de un año muy recesivo como el 2018, cuando hubo una fuerte devaluación de la moneda local, lo más probable es que empezaría recuperarse la actividad y que se irían normalizando las variables económicas porque es lo que ocurrió todos los años después de las últimas devaluaciones; por ejemplo en el 2015, después de la devaluación del peso del 2014; o el 2017, después de la devaluación del 2016. En algún momento se recupera la economía, empieza el salario a ganarle a la inflación, se empieza recuperar el crédito, el consumo, etcétera. 
Lo que podría evitar que este año ocurra lo mismo, es el ruido político, o sea el año electoral, donde hay encuestas que muestran las diferentes posibilidades de cada uno de los potenciales candidatos. Hay algunas propuestas que son más disruptivas que otras para la economía, porque se los conoció en el pasado como presidente o ministro de economía, o el actual presidente y, entonces, los mercados empiezan a leer esas encuestas con cierto escepticismo respecto de lo que puede pasar cuando asuma el nuevo Gobierno, en torno a si se paga la deuda, si va haber cepo cambiario, obviamente dependiendo de quién gane. Y eso se transmite al riesgo país y al tipo de cambio. 
Al subir el tipo de cambio la inflación no baja, si la inflación no baja el salario este año va a seguir perdiendo contra los precios, si eso ocurre el consumo no se va a recuperar y estaremos de nuevo con la recesión que no cede que ya viene desde el año pasado y eso retroalimenta la política, porque si al Gobierno le empeoran los números, sube el dólar, no se recupera la actividad, le va a empeorar también la posibilidad de permanecer en el poder y le da más chances a las opciones políticas disruptivas de la economía y se genera un círculo vicioso. Por eso las soluciones pasan un poco desde lo político y, por supuesto, desde lo económico.

¿Y cómo se hace desde lo económico?
Desde lo económico (el Gobierno) debería dar más certidumbres respecto a que el dólar efectivamente no va a subir más mucho más este año, y eso tiene que ver con las bandas cambiarias, algo ya se reformuló, con la posibilidad del Banco Central de intervenir vendiendo dólares para que en un determinado momento no suba demasiado, pero eso hay que negociarlo con el Fondo Monetario por el acuerdo que hay con ese organismo.

De la charla se concluye que hacia fin de año aparece un mejoramiento de los índices del déficit fiscal como de PBI. ¿Esto significa que lo que el Gobierno viene buscando se puede empezar a ver recién sobre el final de su mandato?
Lo que más ha mejorado desde el año pasado a esta parte son variables fundamentales para la economía, pero para la economía a largo plazo es fundamental que el Gobierno no tenga déficit o que no haya de déficit comercial, cosas que están mejorando. Este año, muy posiblemente el déficit sea cero, antes de pagar intereses, y va a haber superávit comercial. Pero esos son números que se miran aunque, en el corto plazo, no cambian rápido la actividad económica; son importantes para lo que va pasar en el mediano y largo plazo, pero en el corto plazo podés seguir en recesión a pesar de que están mejorando esos números.
Hay algunas estadísticas, sobre todo en materia de la actividad industrial y la construcción, que muestran que en enero, febrero y marzo se está empezando a mejorar muy levemente respecto al mes anterior; si lo medimos con el año anterior todo da mal, pero si medimos febrero contra enero o marzo contra febrero, en algunas actividades como la construcción y la industrial hay alguna leve mejoría. 

También expuso que estamos en medio de un cambio de modelo de país, de consumo a exportador. ¿En qué instancias de esa transformación se encuentra la Argentina?
Mi visión particular es que para salir del estancamiento de tanto tiempo en Argentina, porque estamos estancados en el PIB desde el 2011, pero si lo vemos a largo plazo, por ejemplo el salario real o el PIB, son décadas de estancamiento, de inflación, de crisis periódicas. Y para salir de eso hay que ir a un modelo de exportaciones, o sea que seamos un país que exporta mucho más de lo que exporta ahora. Obviamente que no solo de productos primarios, sino y especialmente, industriales con valor agregado, alimentos, otros productos industriales, servicios que cada vez se exportan más, para no volver a caer en crisis por escasez de dólares genuinos o crisis fiscales. Eso implica una transición para llegar a ese modelo exportador. Una transición donde hay que mejorar la competitividad, primero la cambiaria, como ya ocurrió, y después la estructural, bajar algunos impuestos, mejorar la infraestructura, reforma laboral, desburocratización del Estado que a veces genera costos para la actividad productiva y otros. 
Eso lleva tiempo y, entonces, las exportaciones no reaccionan rápido y hay una transición que suele ser dura y hay que pasarla para poder llegar a esa situación en la cual la economía va a crecer, quizás a término medio, pero con más chances de que lo haga durante mucho tiempo seguido y no volver a esos modelos de solo consumo, que te permiten crecer dos o tres años mucho, y después te hacen caer en otra crisis por falta de dólares o por crisis fiscal. 
De una vez por todas Argentina tiene que ir a una economía en la que pueda crecer mucho durante mucho tiempo y es la única manera con la que se puede sacar a la gente la pobreza. En cambio, solo con consumo pero con crisis cada tres años no se saca a la gente de la pobreza, sino que cada vez va a haber más pobres, que es lo que viene ocurriendo desde la década del ‘80 a esta parte.

Usted expuso que eso es lo que hicieron otros países de la región que hoy están mejor...
En la época en la que le fue muy bien a Latinoamérica porque estaban caras las commodities, entre 2003 y 2008 o 2009, en Latinoamérica crecían prácticamente todos los países entre el 5 y el 9 por ciento anual. Los que crecían más eran Brasil, Argentina y Venezuela, pero crecían más sobre todo por consumo, por un modelo con fuerte intervención estatal que fue distorsionando mucho los precios y, otros países como Perú, Colombia y Chile, crecían menos. Pero resultó que después, los que crecían más en aquel momento luego cayeron en crisis y, esos que crecían menos, siguen creciendo todavía al día de hoy. O sea que ellos fueron por un camino un poco más lento pero más duradero. Argentina, Venezuela y Brasil fueron por un camino más corto, de alto consumo, pero que no duró y cayeron en crisis de la que no pueden salir todavía.

Planteó dos escenarios para la economía nacional este año: uno sin intervención de la política, en el que el salario, las jubilaciones y las asignaciones por hijo se recuperaban hacia fin de año, y otro, con intervención de la política, en el que esos indicadores cerraban negativamente el 2019. En este contexto, el condicionante era que no se dispare mucho el dólar. Ahora, ¿cuánto sería que se disparó mucho?
Cuando decimos intervención de la política nos referimos a que el año electoral se transforme en problemas para la economía a través de los mercados financieros. Suba del riesgo país y, sobre todo, suba del dólar. Que suba mucho el dólar y que eso genere otros problemas, además de que la inflación siga subiendo, o que no bajara y, si eso ocurre, no se recuperarían los salarios, ni las jubilaciones ni los montos de los planes sociales, no mejoraría el consumo y seguiríamos en recesión.
Que suba mucho el dólar sería que se vaya -por ejemplo- hacia el techo de la banda rápidamente, que está en 51 pesos, porque eso implicaría de nuevo un impacto sobre los precios. Estamos ahora cerca de los 45 pesos (al momento de la entrevista) y si subiera hasta los 51, que es el techo de la banda, tendríamos más del 10% extra de suba del dólar que se transmitiría en buena medida a los precios y genera un círculo vicioso hacia el consumo también.
En el techo de la banda, el Banco Central tiene más instrumentos para defender el tipo de cambio, defender el peso; aunque no garantiza que no pase de 51 de la banda superior porque en realidad tienen un límite de los dólares que puede vender por día en ese caso, que es algo que habría que negociar con el Fondo para darle un poquito más de libertad al Banco Central para manejar el precio del dólar, para contenerlo si se diera un escenario de suba muy fuerte.

Si el Gobierno obtuviera la reelección, ¿cree que verían en una segunda gestión los frutos de todo lo que hubo que pasar en estos cuatro años o todavía falta?
Creo que, si gana la elección, la tendría más fácil porque ya habría hecho buena parte del ajuste fiscal y cambiario, ya no tendríamos dólar atrasado, tendríamos equilibrio fiscal -al menos primario-, pero también quedarían por hacer reformas, como la laboral, probablemente también en las jubilaciones, reformas también impositivas, que es difícil hacerlas si no se tiene mayoría en el Congreso. Por eso no estaría mal que se amplíe la coalición actual de Gobierno para incorporar a algunos sectores de la oposición que no piensen tan diferente, para lograr mayorías en el Congreso para que se puedan aprobar esas reformas. Porque para lograr el modelo exportador, con fuertes inversiones, es difícil que eso se vaya a concretar si no es con otras leyes laborales, con impuestos más bajos, con menor burocracia, que faciliten las ventas al exterior de la Argentina. Difícilmente se verían esos frutos si no es con un apoyo político importante a ese modelo económico...

Que es lo que da tranquilidad a los mercados...
A los mercados ya les daría tranquilidad quién gobierne y, después, para que se dé un proceso de mayor inversión faltaría que se efectúen las reformas de fondo que la economía argentina necesita desde hace décadas.
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