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"Hay chicas jóvenes que se dedican a esto por no poder estudiar"

Así aseguró Ana Díaz, una de las referentes de las empleadas domésticas en Salta.
Domingo, 07 de abril de 2019 00:03

Si bien, las empleadas de casas particulares deben “mantener la privacidad” de sus empleadores, ante el alto índice de trabajo no registrado, que según el Indec llega a más del 70 por ciento, advierten que en los lugares con mayor poder adquisitivo se encuentra la mayor porción de trabajadoras informales.

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Si bien, las empleadas de casas particulares deben “mantener la privacidad” de sus empleadores, ante el alto índice de trabajo no registrado, que según el Indec llega a más del 70 por ciento, advierten que en los lugares con mayor poder adquisitivo se encuentra la mayor porción de trabajadoras informales.

“En los barrios privados es dónde más se registra el trabajo en negro. La gente del ministerio (de Trabajo) nos cuenta que cuando llegan para controlar o informar, llegan hasta la puerta y las mismas chicas se esconden o los empleadores las buscan y las hacen entrar para disimular”, relató Ana Díaz de la Asociación de empleadas domésticas “Unidas podemos lograrlo”.

La mujer que trabaja en casas particulares desde los 19 años, recordó que “por ley no podemos difundir dónde ni para quién trabajamos”, aunque señaló que en conversaciones privadas muchas de las trabajadoras no registradas le cuentan que “son empleadas de dueños de radios, de concejales o de empresarios de comercios importantes”.

La referente advirtió que muchas de sus compañeras evitan los controles por miedo a quedarse sin trabajo, o por estar desinformadas sobre sus derechos. “Algunas creen que van a perder los beneficios como la Asignación Universal, pero no es así”, resaltó. 

El sueldo fijado para las empleadas con el último aumento del 15 por ciento llegó a 12.700 pesos, 1.500 pesos por encima de lo que fijó en febrero el Indec para que una familia de cuatro integrantes no sea considerada indigente. “Pero la que está en negro cobra menos, entre un 50 y 70 por ciento de lo que dice la ley”, aseguró Díaz. Es decir entre 6 y 9 mil pesos. “Nosotras no podemos manifestarnos, deberíamos ir casa por casa”, advirtió. En Salta, las empleadas de casas particulares no tienen sindicato que las represente.

Ana Díaz le dio forma a la asociación “Unidas podemos lograrlo” junto a una compañera, cuando fueron a tocar la puerta de su gremio y se dieron con que estaba cerrado. Si bien ella está registrada formalmente, bajo esta asociación busca informar a sus compañeras sobre sus derechos y romper con la invisibilidad que aísla la realidad de las trabajadoras domésticas. “Ya no somos esclavas o sirvientas, como en las épocas anteriores, somos personas que prestamos servicios”, lanzó tajante.

La mujer contextualizó la delicada situación de la empleadas de casas particulares, indicando que la mayoría de sus compañeras son “cabeza de familia” y que muchas de ellas “terminan” dedicándose a este oficio por pertenecer a una clase económica baja, y no poder apostar a otras salidas laborales.

Entrar joven y no jubilarse

Las trabajadoras ingresan al rubro a una temprana edad y estiran su retiro hasta que el cuerpo acompañe. “Conozco chicas muy jóvenes que tienen entre 16 y 18 años, que comenzaron a trabajar por no poder sostener los estudios y tomaron este oficio como palanca para seguir adelante. Hay mujeres que están muy grandes y con su estado de salud no deberían seguir trabajando, pero siguen porque con su jubilación no les alcanza”, advirtió. 

Muchas de las trabajadoras son mujeres solteras, por lo que para ir a cuidar los hijos de sus empleadores deben dejar los suyos en cuidado de otra persona. Lo que se torna difícil ya que con su sueldo no pueden solventar dicho gasto. En este sentido, Díaz resaltó el necesario acompañamiento del Estado con las guarderías públicas. “Yo a mis cinco hijos opté por dejarlos todo el día en la guardería. Pero esas guarderías deberían ser más accesibles para que las chicas no se sientan atadas para salir a trabajar”, resaltó.

Al hablar de los derechos otorgados por ley del sector al que pertenece y con el que pudo criar a sus cinco hijos, Ana los detalló minuciosamente. Aseguró que los marcos legales avanzaron a paso lento y aún las tiene bajo desprotección.

“Hay una cláusula del régimen de la ley 26.844 que fija que nuestro sueldo está atado a la variación del Salario Mínimo Vital y Móvil. Por eso nuestro sueldo nunca va a alcanzar la canasta básica”, advirtió. 

Según Díaz, la diferencia entre las empleadas domésticas y cualquier otro oficio o profesión, es que mientras que las demás ocupaciones se rigen por la Ley de Contrato de Trabajo, “nuestro régimen no tiene todas las cláusulas de la ley de Contrato”. 

La ley 26.844 que se reglamentó en el 2013, “solo incorporó la ART. Ese fue el único cambio significativo, los demás artículos están igual a las leyes de 1950”, destacó poniendo la lupa en los lentos avances para el sector.

Además de solicitar descuentos al boleto de transporte público, beneficio al que si acceden empleadas domésticas de otras provincias, las trabajadoras velan también por poder profesionalizarse. Aseguran que de esta manera podrían percibir mayores ingresos. 

“Nosotras no tenemos un título, por eso le pedimos hace tiempo al Ministerio de Trabajo que nos brinde capacitación. Porque si tengo un título como maestra jardinera o auxiliar de maestra jardinera, puedo pelearle a mi empleador por ese título y que me suba de categoría. A nosotras ahora nos dejan siempre en la categoría 5”, señaló Díaz. Según la trabajadora, acceder a las escalas superiores solo sería reconocer el trabajo que ya realizan, como el cuidado de personas, pero por el cual no se les paga por falta de la formalidad que otorgaría un título.

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