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"En la Argentina, creo que es evidente el deterioro de las condiciones de vida digna de la gente"

Entrevista con Manuel Gándara Carballido, doctor en Derechos Humanos y Desarrollo
Sabado, 11 de mayo de 2019 01:16

El doctor en Derechos Humanos (DDHH) y Desarrollo Manuel Gándara Carballido estuvo en la ciudad el fin de semana pasado, invitado por la especialización en DDHH de la Universidad Nacional de Salta, para dictar una materia. Gándara es venezolano y está haciendo un posdoctorado en la Universidad Federal de Río de Janeiro, en Brasil. Sus líneas de investigación y docencia se centran, sobre todo, en el campo de la teoría crítica de los DDHH. Al hablar con El Tribuno se refirió al conflicto que hay en la actualidad en su país de origen y a los problemas de acceso a condiciones de vida digna en América Latina.

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El doctor en Derechos Humanos (DDHH) y Desarrollo Manuel Gándara Carballido estuvo en la ciudad el fin de semana pasado, invitado por la especialización en DDHH de la Universidad Nacional de Salta, para dictar una materia. Gándara es venezolano y está haciendo un posdoctorado en la Universidad Federal de Río de Janeiro, en Brasil. Sus líneas de investigación y docencia se centran, sobre todo, en el campo de la teoría crítica de los DDHH. Al hablar con El Tribuno se refirió al conflicto que hay en la actualidad en su país de origen y a los problemas de acceso a condiciones de vida digna en América Latina.

¿Qué son los DDHH?

Desde la perspectiva del pensamiento crítico, los DDHH son vistos como procesos de lucha por condiciones de vida digna. Se habla de procesos de lucha, con el interés de no restringir los derechos al ámbito de la norma jurídica, sino reconociendo la importancia de esta, incorporar también otras dimensiones, que son la propia lucha social, el debate que se viene dando en el campo teórico sobre DDHH, la necesidad de desarrollo de la institucionalidad de la política pública y el trabajo que debe realizarse en materia de educación para crear una sensibilidad sociocultural que sea respetuosa de los DDHH. Hablamos de procesos de lucha por condiciones de vida digna que incorporen todas estas dimensiones: no solo lo jurídico, sino también lo político, lo cultural, lo económico, lo social.

En los medios masivos de comunicación se habla de violación de DDHH en Venezuela en la actualidad. ¿Cómo ve usted esta afirmación?

Creo que es una realidad que no puede ser vista en términos de blanco o negro. Por una parte, hay que reconocer que están ocurriendo hechos que necesitan ser investigados. Si hay una violación o una supuesta violación, debe haber una denuncia y, entonces, debe investigarse y sancionarse a los responsables. Si el propio Estado venezolano ha reconocido que ha habido casos en que los funcionarios de la fuerza pública han actuado en contra de los principios y de las normas de DDHH, probablemente ha habido incluso más denuncias de las que hayan sido conocidas.

Por otra parte, es importante tener en cuenta que cuando los medios de comunicación, sobre todo los grandes medios, cubren una noticia, no lo hacen de manera neutral, sino respondiendo a una determinada agenda política e ideológica. Tengo la clara convicción de que la situación en Venezuela está profundamente atravesada por ese debate ideológico-político. Entonces, dependiendo del medio que la presente, se hace ver que el Gobierno es un absoluto santo o un absoluto demonio. Creo que esa no es una aproximación favorable a la democracia en Venezuela, ni a la colaboración internacional.

Lo que requerimos es que se establezca cuáles son los hechos, para actuar sobre ellos judicializando lo que haya que judicializar, responsabilizando a quien haya que responsabilizar, pero sin entrar en este manejo de la información, que a veces tiene una sobreexaltación de los hechos o que reduce la comprensión del fenómeno venezolano solo a los casos de violación de DDHH. Así, no se da cuenta de un contexto bastante más complejo, en el que interviene el papel que Estados Unidos está teniendo en la situación económica en este momento, sin que eso niegue las propias responsabilidades que tienen el Estado venezolano y el Gobierno venezolano por las decisiones que han tomado sobre la situación que atraviesa el país.

¿Considera que hay influencia externa en el conflicto en Venezuela?

Sí, yo creo que ha quedado claro que Venezuela se ha convertido en una ficha en el tablero internacional. Incluso en estos días se habla de Putin y de Trump discutiendo sobre la situación venezolana, en vistas de la reunión del Consejo Ártico, en Finlandia. Eso da cuenta de que Venezuela se ha convertido en un objeto de disputa. Además, Estados Unidos ha dado claras muestras de que está directamente implicado con algunas de las acciones. El bloqueo económico que Venezuela está sufriendo afecta la calidad de vida de los venezolanos, sin que eso implique cargar toda la responsabilidad solo sobre Estados Unidos y no reconocer que también hay responsabilidades del propio Gobierno venezolano y del empresariado venezolano, que también participa en toda esta disputa.

¿Esto se parece a lo que sucedió en América Latina hace 50 años?

No podemos ignorar el proceso histórico latinoamericano. No sería la primera vez que Estados Unidos interviene en la vida de otros países, en que el manejo de los medios de comunicación también ha sido central para la manipulación de la información o para la denuncia efectiva de lo que está ocurriendo. Creo que hay algunas lógicas de poder que se vuelven a presentar y que afectan las condiciones de vida digna de la población.

¿La vulneración de DDHH ocurre solo en Venezuela?

Los ojos del mundo, y en particular de América Latina, están puestos en Venezuela, donde hay una crisis importante, que requiere de la vigilancia y de la colaboración de la comunidad internacional, sin que eso signifique intervencionismo. El hecho es que también en otros contextos ocurren cosas muy graves, que no son denunciadas con la misma fuerza por los medios de comunicación, como la situación colombiana. Cada tres o cuatro días asesinan a un líder social en Colombia y el proceso de paz está seriamente saboteado a veces por el propio Gobierno. Hay atentados contra miembros de la FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) que se habían desmovilizado; aparte de la situación de control por parte de los grupos de poder económico y político, no solo en Colombia, sino en la gran mayoría de nuestros países.

¿Cree que hay una intencionalidad al comunicar ciertas cosas y no otras?

Por lo menos hay una agenda informativa que da prioridad a unos hechos sobre otros y uno tendría que preguntarse cuáles son los intereses por detrás de esa agenda informativa.

¿Qué otras violaciones de DDHH ve en Latinoamérica?

La situación de Honduras es terrible. El contexto de las migraciones en Centroamérica hacia Estados Unidos también constituye una seria vulneración de las condiciones de vida digna. La situación de Haití sigue siendo de extrema pobreza, que requeriría de una intervención de los organismos internacionales o de la colaboración de otros países, pero no en lógica de colonización y aplastamiento, como a veces se ha realizado con Haití.

Aquí mismo, en la Argentina, creo que es evidente el deterioro de las condiciones de vida de la gente. Si vemos a Chile, la instauración del neoliberalismo, con la privatización del sistema de la seguridad social, tiene consecuencias ahora sobre las personas mayores, que tienen comprometida seriamente su calidad de vida; además del conflicto mapuche...

Uno podría identificar realidades por país, pero también hay fenómenos transversales. Los problemas vinculados al irrespeto de los derechos de los pueblos originarios, a la pobreza estructural por las políticas neoliberales, al racismo, al machismo y a la violencia de género atraviesan todavía la gran mayoría de nuestros países -por no decir todos-, con diferentes intensidades, y se convierten en un desafío a ser enfrentado no solo por los estados, sino también por las poblaciones en general.

¿Cuál es el desafío de los DDHH en este contexto?

El desafío tiene que ser, por una parte, la denuncia de esas realidades. Por otra, obligar, a través de los distintos mecanismos, no solo jurídicos, sino también de la presión política, a que esas violaciones cesen; a que esas realidades, no solo de violación puntual de DDHH, sino de realidades estructurales, como la pobreza, el racismo y el machismo, desaparezcan y, así, tengamos condiciones de vida digna para todos y todas, que toda persona y todo colectivo pueda formular proyectos de vida y realizar esos proyectos de vida.

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