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Jesús, un joven que salva todos los obstáculos para terminar el secundario

Lunes, 13 de mayo de 2019 02:44

Jesús Miguel Ángel Romero Rodríguez llega temprano a la Escuela de Artes y Oficios con su mochila al hombro. Con entusiasmo se predispone a comenzar la jornada en el aula “Punto Digital”, un espacio de aprendizaje y conectividad. Es que el joven, de 30 años, está a un paso de finalizar el secundario a través de un Sistema Virtual de Formación a Distancia. Solo le queda rendir una materia. En diciembre pasado recibió su título de peluquería básica, oficio que aprendió en la misma institución y que constituye su sustento económico. Ahora continúa un curso de perfeccionamiento. 
Para Jesús el camino no fue fácil. Cuenta que le encanta estudiar pero que siempre tuvo que postergar por diferentes motivos relacionados con al aspecto económico. 
“Cuando era adolescente y estaba en tercer año del polimodal en el colegio Nacional tuve que elegir entre comer o estudiar. Era época de crisis. A mi madre, jubilada, le habían bajado sus haberes. Yo estaba becado por premio a la excelencia y tuve que dejar el secundario para ayudar a mi familia. Fui cuidacoches, mozo, encargado de un salón y de un estacionamiento”, relató. 
Después de un tiempo intentó retomar los estudios secundarios. Se inscribió en un colegio privado, cursó un año, pero el aumento de las cuotas fue otro obstáculo que lo obligó a dejar. 
“Hacía changas de un lado al otro. Cuando cumplí la mayoría de edad trabajé en bares y estuve varios años en un boliche de la Balcarce. Luego empecé a trabajar en una heladería donde aprendí el oficio y el gusto por la fabricación. Después conocí a quien es la madre de mi hija. Nos fuimos a vivir a Jujuy. Seguí trabajando en heladería. Pasaron unos años. Decidimos separarnos y volví a Salta”, contó el muchacho, quien es padre de una niña de cuatro años. 
“De Jujuy me vine con lo puesto en 2017 y pensé que tenía que empezar algo para mí. Ya tenía cierta cantidad de años y necesitaba buscar mi sustento, un futuro para mi hija, desarrollarme como persona”, narró.
En ese momento Jesús pensó en inscribirse en un curso de peluquería para tener una salida laboral. Buscaba un lugar gratuito y anual. 
“Vine a la Escuela de Artes y Oficios en diciembre de 2017 para inscribirme y poder cursar en 2018. Como necesitaba una partida para poder hacerlo, entré a la sala de informática y me encontré al profesor Juan Vilte. Le pregunté si podía usar la computadora para hacer el trámite y me dijo que sí, pero que ahí estaban los chicos del sistema virtual. Le pregunté en qué consistía eso y me respondió que era para terminar el secundario a distancia por la web”, expresó.
Inmediatamente el joven le planteó su situación el docente. La posibilidad de terminar los estudios que había postergado dos veces por razones económicas estaba frente a él. El profesor le recomendó que regresara en febrero para iniciar el curso de peluquería y que luego lo buscara para inscribirse en el Sistema Virtual, de validez nacional y gratuito. 
“El me dio su número de celular. Estuvimos en contacto. Me mandó los requisitos. Incluso me ayudó a obtener mi pase del colegio privado al que yo había ido, tarea que no fue fácil. El es mi guía, mi mentor”, recalcó Jesús. 
De esa forma, el muchacho inició las clases en el sistema, en un edificio de la calle Yrigoyen. 
“Me dieron mi clave, empecé a ver los programas. Cursaba por las tardes y a la par hacía peluquería por la mañana en la subsede del CIC de Palermo I, Cuchi Leguizamón”, recordó.
A mediados del año pasado Jesús comenzó a trabajar como peluquero. “Con lo que ganaba cortando el cabello solventaba mis gastos del Sistema Virtual”, sostuvo. En diciembre pasado recibió el título de peluquería básica. 
Finalizar el secundario por el Sistema Virtual lleva generalmente un tiempo de tres años pero Jesús lo cumplimentó casi por completo en nueve meses, ya que le reconocieron materias del colegio al que había asistido años atrás y además tiene un excelente desempeño. Solo le queda rendir una materia. Planeaba hacerlo a principio de este año pero tuvo problemas de salud. 
“Sufrí un ACV y no pude presentarme a rendir. Tuve un pequeño tropezón por problemas, estrés. El cuerpo me pasó factura. Pero no quería dejar de estudiar ni trabajar. Por recomendación médica tuve que cambiar mis hábitos. Estaba mal alimentado. Me faltaban vitaminas. Tenía colesterol alto. Modifiqué todo eso y ahora quiero seguir para adelante. Me inscribí en la UNSa para Ciencias de la Educación. Trabajo cuando se puede con los chicos de la Municipalidad, haciendo tareas sociales. Incluso estoy cursando el traductorado de lenguaje de señas en el mismo programa, los lunes a la mañana. Soy un convencido de que cuando uno quiere, puede”, finalizó. 

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Jesús Miguel Ángel Romero Rodríguez llega temprano a la Escuela de Artes y Oficios con su mochila al hombro. Con entusiasmo se predispone a comenzar la jornada en el aula “Punto Digital”, un espacio de aprendizaje y conectividad. Es que el joven, de 30 años, está a un paso de finalizar el secundario a través de un Sistema Virtual de Formación a Distancia. Solo le queda rendir una materia. En diciembre pasado recibió su título de peluquería básica, oficio que aprendió en la misma institución y que constituye su sustento económico. Ahora continúa un curso de perfeccionamiento. 
Para Jesús el camino no fue fácil. Cuenta que le encanta estudiar pero que siempre tuvo que postergar por diferentes motivos relacionados con al aspecto económico. 
“Cuando era adolescente y estaba en tercer año del polimodal en el colegio Nacional tuve que elegir entre comer o estudiar. Era época de crisis. A mi madre, jubilada, le habían bajado sus haberes. Yo estaba becado por premio a la excelencia y tuve que dejar el secundario para ayudar a mi familia. Fui cuidacoches, mozo, encargado de un salón y de un estacionamiento”, relató. 
Después de un tiempo intentó retomar los estudios secundarios. Se inscribió en un colegio privado, cursó un año, pero el aumento de las cuotas fue otro obstáculo que lo obligó a dejar. 
“Hacía changas de un lado al otro. Cuando cumplí la mayoría de edad trabajé en bares y estuve varios años en un boliche de la Balcarce. Luego empecé a trabajar en una heladería donde aprendí el oficio y el gusto por la fabricación. Después conocí a quien es la madre de mi hija. Nos fuimos a vivir a Jujuy. Seguí trabajando en heladería. Pasaron unos años. Decidimos separarnos y volví a Salta”, contó el muchacho, quien es padre de una niña de cuatro años. 
“De Jujuy me vine con lo puesto en 2017 y pensé que tenía que empezar algo para mí. Ya tenía cierta cantidad de años y necesitaba buscar mi sustento, un futuro para mi hija, desarrollarme como persona”, narró.
En ese momento Jesús pensó en inscribirse en un curso de peluquería para tener una salida laboral. Buscaba un lugar gratuito y anual. 
“Vine a la Escuela de Artes y Oficios en diciembre de 2017 para inscribirme y poder cursar en 2018. Como necesitaba una partida para poder hacerlo, entré a la sala de informática y me encontré al profesor Juan Vilte. Le pregunté si podía usar la computadora para hacer el trámite y me dijo que sí, pero que ahí estaban los chicos del sistema virtual. Le pregunté en qué consistía eso y me respondió que era para terminar el secundario a distancia por la web”, expresó.
Inmediatamente el joven le planteó su situación el docente. La posibilidad de terminar los estudios que había postergado dos veces por razones económicas estaba frente a él. El profesor le recomendó que regresara en febrero para iniciar el curso de peluquería y que luego lo buscara para inscribirse en el Sistema Virtual, de validez nacional y gratuito. 
“El me dio su número de celular. Estuvimos en contacto. Me mandó los requisitos. Incluso me ayudó a obtener mi pase del colegio privado al que yo había ido, tarea que no fue fácil. El es mi guía, mi mentor”, recalcó Jesús. 
De esa forma, el muchacho inició las clases en el sistema, en un edificio de la calle Yrigoyen. 
“Me dieron mi clave, empecé a ver los programas. Cursaba por las tardes y a la par hacía peluquería por la mañana en la subsede del CIC de Palermo I, Cuchi Leguizamón”, recordó.
A mediados del año pasado Jesús comenzó a trabajar como peluquero. “Con lo que ganaba cortando el cabello solventaba mis gastos del Sistema Virtual”, sostuvo. En diciembre pasado recibió el título de peluquería básica. 
Finalizar el secundario por el Sistema Virtual lleva generalmente un tiempo de tres años pero Jesús lo cumplimentó casi por completo en nueve meses, ya que le reconocieron materias del colegio al que había asistido años atrás y además tiene un excelente desempeño. Solo le queda rendir una materia. Planeaba hacerlo a principio de este año pero tuvo problemas de salud. 
“Sufrí un ACV y no pude presentarme a rendir. Tuve un pequeño tropezón por problemas, estrés. El cuerpo me pasó factura. Pero no quería dejar de estudiar ni trabajar. Por recomendación médica tuve que cambiar mis hábitos. Estaba mal alimentado. Me faltaban vitaminas. Tenía colesterol alto. Modifiqué todo eso y ahora quiero seguir para adelante. Me inscribí en la UNSa para Ciencias de la Educación. Trabajo cuando se puede con los chicos de la Municipalidad, haciendo tareas sociales. Incluso estoy cursando el traductorado de lenguaje de señas en el mismo programa, los lunes a la mañana. Soy un convencido de que cuando uno quiere, puede”, finalizó. 

Su madre, el ejemplo

Jesús Romero Rodríguez se emociona cada vez que habla de su madre. 
“Mi mamá es un ejemplo de superación para mí. Es docente jubilada, fue supervisora en el hospital Ragone. Tiene un doctorado. Cumplió 71 años. Sufrió cáncer. Ahora está cursando una especialización en derechos humanos y trabaja el tema de adicciones en los niños”, dijo. 
Y añadió: “Ella siempre me dice que el título me abrirá puertas, me ayudará a desarrollarme, a tener un logro personal. Quiero decirles a los adolescentes y jóvenes que sí se puede. Más allá de las condiciones en las que uno está, siempre hay una posibilidad. No importa si vivís en un lugar humilde y tenés problemas. El que quiere encuentra su camino. Muchas veces la familia no acompaña no porque no quiera, sino porque no puede”.
Contó que encontró en el oficio de peluquero un sustento económico pero, sobre todo, su pasión. 
“Ser peluquero me permitió independencia económica. No tengo un auto 0km, pero puedo darme mis gustos. Llevar mi hija al shopping, comprarle lo que necesita y pagarme los gastos de la universidad”. 
Semanas atrás el joven viajó a Buenos Aires para rehabilitarse del ACV que sufrió y afortunadamente no padece secuelas.
Ahora planea presentar su proyecto y rendir la última materia del Sistema Virtual, conformar una peluquería social con sus compañeros del curso, presentarse un campeonato, la copa Martín Miguel de Güemes, en los próximos días y perfeccionarse en color a partir de julio.

 


 

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