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La economía ya no da para el facilismo

Viernes, 17 de mayo de 2019 00:00

La última parte de 2018 marcó un punto importante del deterioro en los ingresos reales de los argentinos. Según la Encuesta Permanente de Hogares del Indec, la comparación interanual del cuarto trimestre arroja un perjuicio del orden del 13%, sea en los ingresos de la ocupación principal (IOP), en la totalidad de los ingresos individuales (II - cualquiera fuera su origen) o en el ingreso per cápita familiar (IpcF).

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La última parte de 2018 marcó un punto importante del deterioro en los ingresos reales de los argentinos. Según la Encuesta Permanente de Hogares del Indec, la comparación interanual del cuarto trimestre arroja un perjuicio del orden del 13%, sea en los ingresos de la ocupación principal (IOP), en la totalidad de los ingresos individuales (II - cualquiera fuera su origen) o en el ingreso per cápita familiar (IpcF).

La pregunta es: ¿para qué nos sirve este termómetro de la situación económica y social?

Una forma de aproximarnos a la respuesta es preguntarnos qué ocurría en el primer trimestre de 2018. En ese momento, la comparación interanual arrojaba una mejora de 2,4% del IOP, del 5,6% de los II y del 9,9% del IpcF. Visto retrospectivamente deberíamos haber estado descorchando champaña. En el cuarto trimestre, los números fueron: -12.6% (ocupación principal); -12.5% (ingreso individual) y -13.2% (ingreso per capita familiar)

Números y sorpresas

Aquellos buenos indicadores de hace un año y los pésimos más recientes, se conjugan en el resultado del promedio de 2018 respecto de 2017. Los tres indicadores comentados fueron negativos pero más moderados: -5,0% para el IOP, -4,0% para los II y -2,4% para el IpcF.

Dicho de otro modo el deterioro mayor vino del lado de los ingresos laborales ya que al computar todos los ingresos de las personas (que pueden incluir jubilaciones o transferencias públicas) la pérdida fue menor. Finalmente para las familias, el resultado negativo agregado fue la mitad de lo que sufrió el ingreso del trabajo.

Pero aún se puede hacer otro contraste que no deja de tener interés. Si se compara la pérdida sufrida en los tres indicadores en 2018, los guarismos son menores que lo que pasó con los mismos en 2014.

Por ejemplo el ingreso de los hogares se deterioró más de tres veces en 2014 que lo que perdió en 2018.

El lector se estará haciendo la pregunta sobre qué significa la información estadística frente a las expresiones de preocupación y descontento de la sociedad.

Sin duda es un buen interrogante sobre el que es necesario reflexionar.

En 2014 la caída anual había sido 6.7% (IOP) contra -5% de 2018; en Ingreso individual la comparación da -5.9% (2014) contra -4% (2018) y en Ingreso per capita familiar es -8.1% (2014) contra -2.4% (2018)

Sabemos que en 2014 hubo una fuerte devaluación apenas se inició el año, y que hubo notables pérdidas de empleo, una presión inflacionaria notable en especial en la primera mitad de ese año- lo que en conjunto derivó en un sensible deterioro de los ingresos reales.

Pero, haciendo memoria, no es posible revivir el hervidero que parece representar la situación y el humor social perceptibles en 2018.

La distribución

Aún no están disponibles los datos oficiales sobre participación salarial en la riqueza generada. Estimaciones propias ubican la cifra de 2018 en el orden del 46% es decir cuatro puntos porcentuales menos que en 2017. De ser así retornaríamos al nivel de participación correspondiente a 2011 año en el que la Dra. Kirchner fue reelegida con más del 50% de los votos.

Indudablemente, a menos que optemos por desechar los indicadores sociales utilizados en las últimas décadas, debemos seriamente cuestionarnos por la verdadera significación de la dura experiencia económica y social de Argentina.

Claro que el ejercicio no debe tener como propósito encontrar ningún tipo de "consuelo de tontos" sino que podríamos aprovecharlo para un cometido doble.

Primero para esforzarnos para entender los contenidos estructurales de las situaciones que padecemos. Segundo para reflexionar en torno de las vías para encontrar un camino verdaderamente diferente que nos aleje de la realidad presente.

El humor y el dolor

Dicho de otro modo, si todo fuera tan sencillo como para retrotraer la política económica y la fase del ciclo económico a algún momento del pasado reciente la cuestión no sería muy complicada.

Si, lo es, apenas reconocemos que aunque no haya eclosionado la angustia laboral y social en ciertos momentos del pasado, eso no significa que no hayamos sufrido similares contingencias.

Pero, además, esa reiteración tiene su origen en acciones (o, posiblemente, en no acciones) de los gobiernos de turno pero también en otras falencias como, por ejemplo, la escasa productividad de la economía argentina y el déficit que venimos arrastrando en materia de inversión productiva desde hace demasiado tiempo. Esta carencia es atribuible, de modo esencial, a la deserción de los empresarios al no transformar parte de la ganancia en incremento del nivel de actividad.

Es notable. Desde la mirada pro mercado se apela a intervenciones erradas que estimulan al capital a actuar en sentido contrario al pregonado. Y desde la mirada más intervencionista se omite completamente reflexionar sobre las razones por las cuales el porcentaje de inversión sobre el producto viene bajando desde Alfonsín para acá.

Las situaciones críticas requieren fuerte presencia en materia redistributiva pero ésta no se sostiene si no es con una intensa y persistente expansión del nivel de actividad, es decir con inversión.

Muy poco se pone sobre la mesa que la construcción de un futuro mejor se logra iniciando un camino que, por definición, debe ser de largo aliento. Y la pelea contra los facilismos de distinto signo es una tarea de la dirigencia y de la sociedad civil.

 

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