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Javier Pino, el asesino serial que dejó su marca en Salta

El peligroso sujeto había sido condenado a perpetua por la muerte de un playero en El Galpón. La semana pasada recibió idéntica pena por 5 homicidios cometidos en 2015. 
Miércoles, 22 de mayo de 2019 17:25

Javier Hernán Pino, el asesino serial más peligroso de los últimos años, recibió la semana pasada la tercera condena a perpetua por cinco homicidios cometido en 2015 en el lapso de 8 meses. 
Uno de esos homicidios lo cometió en El Galpón, donde mató de un balazo a Ariel Fernando Ríos, el playero de una estación de servicio de esa localidad del sur de Salta. En mayo de 2017, Pino, de 29 años, oriundo de Entre Ríos, habia sido condenado a perpetua por los jueces del Tribunal de Juicio de Metán, Sebastián Fucho, Ramón Haddad y Carolina Poma Salvadores. 
La semana pasada el múltiple asesino recibió otra condena a perpetua por un tribunal de la ciudad de Buenos Aires, que lo juzgó por el asesinato de un comerciante chino y una masajista ocurridos entre febrero y abril de 2015. Pino llegó a este juicio con condenas a perpetua aplicadas en Salta y en la provincia de Santa Fe, por los homicidios de los hermanos Agustina (28) y Javier Ponisio (25), cometidos el 16 de octubre de ese año.
 Según publicó el portal Fiscales.gob.ar, la pena de prisión perpetua fue la misma que había sido requerida en el alegato por el fiscal Andrés Madrea.
 Pino fue condenado por los delitos de “homicidio criminis causae” en el caso del comerciante chino, Ni Qi Fu (40) y “homicidio doblemente agravado por haber sido cometido con alevosía”, en el caso de la masajista Claudia Marcela Sosa (32).
 El primero de los hechos ocurrió el 16 de febrero de 2015 a la mañana, cuando Pino ingresó a un supermercado ubicado en la calle Matheu al 27, fue hasta el sector donde estaba la caja registradora para asaltar al encargado, quien se resistió y ante esta situación, le disparó ocho veces.
 Luego de dos meses de ocurrido ese hecho, el 8 de abril, cerca de las 22, Pino ingresó con la masajista Sosa al edificio de Tucumán 1545, fueron al departamento de la mujer y, mientras ella preparaba café, le disparó por la espalda y a la altura de la cabeza. Del lugar el hombre se llevó dinero, una computadora y un celular, desde dónde había intercambiado mensajes con la víctima.
 Durante la investigación del homicidio de la masajista se encontró ADN del asesino en una cuchara y en una vaina servida de calibre 9 milímetros. Para la Fiscalía, en ambos casos el propósito que tenía el acusado fue apoderarse de los bienes y el dinero que tenían las víctimas. Para la fiscalía, las dos personas fueron asesinadas por ser “un mero obstáculo” para concretar los robos.
 Pino escuchó la lectura de la sentencia con la mirada enfocada en el piso, como en casi todo el desarrollo del juicio oral. Apenas levantó la vista para dedicarle una mirada y una sonrisa burlona a la hermana de Claudia Sosa (32), una de sus víctimas, que se encontraba en la sala a la espera del fin del juicio, según publicó el diario Clarin.
De las investigaciones en todos los homicidios que cometió se estableció que Pino se ganaba la confianza de sus víctimas, con alguna de ellas incluso llegó a entablar una relación de amistad. Pero todo era una farsa, ya que su objetivo era robarles y ejecutarlas.
“Por lo menos que no siga matando gente”, dijo Daniela Sosa, hermana de Claudia. Pino mantenía una relación de amistad con Sosa, a quien había ayudado a mudarse al departamento donde la mató.
 

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Javier Hernán Pino, el asesino serial más peligroso de los últimos años, recibió la semana pasada la tercera condena a perpetua por cinco homicidios cometido en 2015 en el lapso de 8 meses. 
Uno de esos homicidios lo cometió en El Galpón, donde mató de un balazo a Ariel Fernando Ríos, el playero de una estación de servicio de esa localidad del sur de Salta. En mayo de 2017, Pino, de 29 años, oriundo de Entre Ríos, habia sido condenado a perpetua por los jueces del Tribunal de Juicio de Metán, Sebastián Fucho, Ramón Haddad y Carolina Poma Salvadores. 
La semana pasada el múltiple asesino recibió otra condena a perpetua por un tribunal de la ciudad de Buenos Aires, que lo juzgó por el asesinato de un comerciante chino y una masajista ocurridos entre febrero y abril de 2015. Pino llegó a este juicio con condenas a perpetua aplicadas en Salta y en la provincia de Santa Fe, por los homicidios de los hermanos Agustina (28) y Javier Ponisio (25), cometidos el 16 de octubre de ese año.
 Según publicó el portal Fiscales.gob.ar, la pena de prisión perpetua fue la misma que había sido requerida en el alegato por el fiscal Andrés Madrea.
 Pino fue condenado por los delitos de “homicidio criminis causae” en el caso del comerciante chino, Ni Qi Fu (40) y “homicidio doblemente agravado por haber sido cometido con alevosía”, en el caso de la masajista Claudia Marcela Sosa (32).
 El primero de los hechos ocurrió el 16 de febrero de 2015 a la mañana, cuando Pino ingresó a un supermercado ubicado en la calle Matheu al 27, fue hasta el sector donde estaba la caja registradora para asaltar al encargado, quien se resistió y ante esta situación, le disparó ocho veces.
 Luego de dos meses de ocurrido ese hecho, el 8 de abril, cerca de las 22, Pino ingresó con la masajista Sosa al edificio de Tucumán 1545, fueron al departamento de la mujer y, mientras ella preparaba café, le disparó por la espalda y a la altura de la cabeza. Del lugar el hombre se llevó dinero, una computadora y un celular, desde dónde había intercambiado mensajes con la víctima.
 Durante la investigación del homicidio de la masajista se encontró ADN del asesino en una cuchara y en una vaina servida de calibre 9 milímetros. Para la Fiscalía, en ambos casos el propósito que tenía el acusado fue apoderarse de los bienes y el dinero que tenían las víctimas. Para la fiscalía, las dos personas fueron asesinadas por ser “un mero obstáculo” para concretar los robos.
 Pino escuchó la lectura de la sentencia con la mirada enfocada en el piso, como en casi todo el desarrollo del juicio oral. Apenas levantó la vista para dedicarle una mirada y una sonrisa burlona a la hermana de Claudia Sosa (32), una de sus víctimas, que se encontraba en la sala a la espera del fin del juicio, según publicó el diario Clarin.
De las investigaciones en todos los homicidios que cometió se estableció que Pino se ganaba la confianza de sus víctimas, con alguna de ellas incluso llegó a entablar una relación de amistad. Pero todo era una farsa, ya que su objetivo era robarles y ejecutarlas.
“Por lo menos que no siga matando gente”, dijo Daniela Sosa, hermana de Claudia. Pino mantenía una relación de amistad con Sosa, a quien había ayudado a mudarse al departamento donde la mató.
 

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