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Central luchó, sufrió y pasó, ahora quiere ser campeón

El cuervo empató sin goles con Ñuñorco e hizo valer la victoria en Monteros (2-1). El equipo de Medrán mostró la faceta de equipo rudo que ahora irá por el título.
Lunes, 27 de mayo de 2019 02:06

“Ooooh, el cuervo va a volver...” Quince mil hinchas se rompen las gargantas. Sueltan no solo la ilusión y el sueño de ascender. Se descargan. Tantos años de bronca acumulada, frustraciones apiladas, temporadas enteras tragando basura. “El cuervo va a volver...”, retumba en el Martearena. ¿Va a volver? Es muy probable.
Central entrega todo por ese bendito objetivo. Y se quedó con la serie de semifinal frente a Ñuñorco tras un sufrido empate sin goles, haciendo valer el triunfo en tierras tucumanas (2-1). Era un triunfazo ya en la noche salteña. 
Y puede volver Central Norte. Claro que sí. Pero todavía falta. Puede lograrlo porque estos jugadores de camisetas negras (ayer blancas) que enarbolaron una gran campaña saben lo que están haciendo. Porque Central tiene sólidos argumentos futbolísticos.
Frente a Ñuñorco, que no tenía otra que salir a quemar su nave, el equipo de Medrán jugó un partido casi perfecto desde la táctica, el orden y la entrega. Las virtudes de un equipo que pelea para ser campeón. Pero todavía falta.
Es que justo en la tarde más apagada de la Perla Reyes, por ejemplo, se iluminan los de atrás. Cuando los de arriba no se encuentran, empujan los del fondo. 
Central hizo un buen partido en la primera etapa imponiendo sus reglas. Con alta presión de los centrales y un doble cinco asfixiante. Con el Bocha Rodríguez devolviendo todo por arriba; y Patricio Krupoviesa sin dejar pasar a nadie por abajo. Con Matías Iglesias como rueda de auxilio del inexperto pero interesante Benjamín Jurado; y Osvaldo Young como un león y guardián de las espaldas de sus compañeros. Es también el equilibrio de un equipo que a veces duda, o tambalea.
Es que no había forma de romperle el arco a Ñuñorco. Las ocasiones no faltaron. En la única vez que combinaron Reyes y Ronaldo Martínez, el paraguayo la tiró a las nubes. La ansiedad merodeaba. Un cabezazo del bocha que despinta el travesaño, y otra arremetida de Ronaldo que el arquero Flores desvía como puede. Central fue más que su rival. Young se tira al piso y recupera en su área. Iglesias no solo lo copia sino también se vuelve una opción en el ataque: su remate se va por muy poco. Y aparece Reyes, al fin, pero su tiro se eleva apenas por encima. Diego Núñez (ya había reemplazado a Ronaldo) no quería ser menos y también prueba la resistencia del palo. Y al descanso. 
Ñuñorco sabía que tenía que arriesgar más allá para clasificar. Su única oportunidad de gol del primer tiempo fue contenida por Pegini. Ah sí, un arquero de esos que salvan partidos. Y volvió a demostrarlo ya en la segunda parte, cuando a Central lo abandonaron los creativos. Cuando los delanteros quedaron lejos. La formación de Medrán mutó de equipo goleador a equipo peleador. Y comenzó a bancar el empate duplicando sus fuerzas. Cortando, raspando. Con Young como bandera, y con la gente inyectando: “Para ser campeón, hoy hay que ganar...” Es que Ñuñorco comenzó a tirar al arco. Y seguía probando. Ya faltaban cinco para el final, la tensión era otro rival. Central siguió apelando al “aguante”, y a su arquero: Pegini tuvo una doble atajada cacheteando la pelota ante varias camisetas rojas. Arquero de un equipo que quiere ser campeón. Quizá si Núñez le ganaba a Flores el mano a mano en la única oportunidad clara del cuervo en complemento, el sufrimiento se acaba antes del pitazo final. Pero, ya lo sabe Central, si no sufre no vale. Si no sufre no será campeón. Esperemos que lo logre.    
 

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“Ooooh, el cuervo va a volver...” Quince mil hinchas se rompen las gargantas. Sueltan no solo la ilusión y el sueño de ascender. Se descargan. Tantos años de bronca acumulada, frustraciones apiladas, temporadas enteras tragando basura. “El cuervo va a volver...”, retumba en el Martearena. ¿Va a volver? Es muy probable.
Central entrega todo por ese bendito objetivo. Y se quedó con la serie de semifinal frente a Ñuñorco tras un sufrido empate sin goles, haciendo valer el triunfo en tierras tucumanas (2-1). Era un triunfazo ya en la noche salteña. 
Y puede volver Central Norte. Claro que sí. Pero todavía falta. Puede lograrlo porque estos jugadores de camisetas negras (ayer blancas) que enarbolaron una gran campaña saben lo que están haciendo. Porque Central tiene sólidos argumentos futbolísticos.
Frente a Ñuñorco, que no tenía otra que salir a quemar su nave, el equipo de Medrán jugó un partido casi perfecto desde la táctica, el orden y la entrega. Las virtudes de un equipo que pelea para ser campeón. Pero todavía falta.
Es que justo en la tarde más apagada de la Perla Reyes, por ejemplo, se iluminan los de atrás. Cuando los de arriba no se encuentran, empujan los del fondo. 
Central hizo un buen partido en la primera etapa imponiendo sus reglas. Con alta presión de los centrales y un doble cinco asfixiante. Con el Bocha Rodríguez devolviendo todo por arriba; y Patricio Krupoviesa sin dejar pasar a nadie por abajo. Con Matías Iglesias como rueda de auxilio del inexperto pero interesante Benjamín Jurado; y Osvaldo Young como un león y guardián de las espaldas de sus compañeros. Es también el equilibrio de un equipo que a veces duda, o tambalea.
Es que no había forma de romperle el arco a Ñuñorco. Las ocasiones no faltaron. En la única vez que combinaron Reyes y Ronaldo Martínez, el paraguayo la tiró a las nubes. La ansiedad merodeaba. Un cabezazo del bocha que despinta el travesaño, y otra arremetida de Ronaldo que el arquero Flores desvía como puede. Central fue más que su rival. Young se tira al piso y recupera en su área. Iglesias no solo lo copia sino también se vuelve una opción en el ataque: su remate se va por muy poco. Y aparece Reyes, al fin, pero su tiro se eleva apenas por encima. Diego Núñez (ya había reemplazado a Ronaldo) no quería ser menos y también prueba la resistencia del palo. Y al descanso. 
Ñuñorco sabía que tenía que arriesgar más allá para clasificar. Su única oportunidad de gol del primer tiempo fue contenida por Pegini. Ah sí, un arquero de esos que salvan partidos. Y volvió a demostrarlo ya en la segunda parte, cuando a Central lo abandonaron los creativos. Cuando los delanteros quedaron lejos. La formación de Medrán mutó de equipo goleador a equipo peleador. Y comenzó a bancar el empate duplicando sus fuerzas. Cortando, raspando. Con Young como bandera, y con la gente inyectando: “Para ser campeón, hoy hay que ganar...” Es que Ñuñorco comenzó a tirar al arco. Y seguía probando. Ya faltaban cinco para el final, la tensión era otro rival. Central siguió apelando al “aguante”, y a su arquero: Pegini tuvo una doble atajada cacheteando la pelota ante varias camisetas rojas. Arquero de un equipo que quiere ser campeón. Quizá si Núñez le ganaba a Flores el mano a mano en la única oportunidad clara del cuervo en complemento, el sufrimiento se acaba antes del pitazo final. Pero, ya lo sabe Central, si no sufre no vale. Si no sufre no será campeón. Esperemos que lo logre.    
 

CENTRAL 0           ÑUÑORCO 0
M. Pegini        (8)    M. Flores     (6)
L. Beterette    (6)    M. Romero   (5)
F. Rodríguez   (7)    D. Romero  (6)
P. Krupoviesa (8)    N. Campos  (5)
E. Buruchaga (6)    R. Villagra    (5)
P. Figueroa     (6)    C. Aldonate (6)
O. Young        (9)    J. Díaz         (5)
M. Iglesias     (8)    N. Roldán     (4)
B. Jurado       (6)    C. Juárez     (5)
R. Martínez    (5)    J. Gómez     (5)
F. Reyes        (5)    D. López       (4)
DT: E. Medrán        DT: F. Sosa

Cambios: PT: 25’ Diego Nuñez por Ronaldo Martínez (CN). ST: Luis Ortíz por R. Villagra (Ñ) y Fausto Apaza por Pablo. Figueroa (CN), 26’ Facundo Ruiz por Carlos Juárez (Ñ), Francisco Ortega por Benjamín Jurado (CN) y Alfredo Carrizo por Matías Romero (Ñ).
Incidencia: ST: 47’ expulsado N. Roldán (Ñ).

Jornada: Semifinal - revancha.
Árbitro: Juan Cruz Caldez (Casilda).
Estadio: Padre Martearena.

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