El amor de padre no tiene límites. Y muchas veces los ejemplos se mezclan con el deporte. Las tiernas imágenes de un padre empujando a su hijo en silla de ruedas durante un partido de fútbol en México se hizo viral en redes sociales esta semana. Las fotografías, que el periodista Omar Rubio publicó en su Facebook, fueron tomadas en un “potrero” (como le decimos en la Argentina) en la Ciudad Juárez, Chihuahua (México). En ellas puede verse a Mario Treviño corriendo tras el balón mientras empuja la silla de ruedas de su hijo por todo el terreno de juego durante un partido de fútbol infantil.
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El amor de padre no tiene límites. Y muchas veces los ejemplos se mezclan con el deporte. Las tiernas imágenes de un padre empujando a su hijo en silla de ruedas durante un partido de fútbol en México se hizo viral en redes sociales esta semana. Las fotografías, que el periodista Omar Rubio publicó en su Facebook, fueron tomadas en un “potrero” (como le decimos en la Argentina) en la Ciudad Juárez, Chihuahua (México). En ellas puede verse a Mario Treviño corriendo tras el balón mientras empuja la silla de ruedas de su hijo por todo el terreno de juego durante un partido de fútbol infantil.
De acuerdo a El Diario, el menor juega en el equipo León Juárez, cuyas catergorías son mixtas y van del Sub-8 al Sub-16. Los jugadores entrenan varias veces a la semana y juegan los sábados en la liga local. “Para el pequeño no hay motivos suficientes para cancelar un entrenamiento o partido de fútbol aunque sea un día lluvioso”, contó el periodista en una de las publicaciones que colgó en la red social.
“Yo soy sus pies, yo le muevo, le acerco todos los días a la escuela, le traigo, le llevo a sus terapias, hacemos terapia en casa. Ahora me estoy dedicando 100 por ciento a él”, aseguró Mario Treviño en una entrevista exclusiva concedida al medio mexicano.
“Marito”, como cariñosamente le llaman sus compañeros de equipo, padece esquizencefalia un trastorno encefálico, escoliosis una desviación lateral de la columna vertebral y tiene la cadera dislocada. Su padre describe el trastorno como una parálisis cerebral infantil pero “un poco más agresiva”.
Aunque no habla ni camina, acude a la escuela y se expresa a través de miradas o gestos que sus conocidos ya comprenden. “Su problema es motriz. Ha estado desde segundo año en esa escuela, entonces todos sus compañeros del grupo A y B se han ido alternando. Ellos y sus maestros ya saben cómo comunicarse e interactuar con él, ya entablan una comunicación efectiva con Mario”, relató su progenitor.