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La guerra fría tecnológica

Martes, 11 de junio de 2019 02:46

La estrategia no consiste en prepararse para librar mejor la guerra que pasó sino para ganar la guerra que viene.

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La estrategia no consiste en prepararse para librar mejor la guerra que pasó sino para ganar la guerra que viene.

Estados Unidos y China, su nueva superpotencia desafiante, han iniciado una nueva "guerra fría tecnológica". Ambas partes son conscientes de la vigencia del principio de la destrucción mutua asegurada. Como sucedía con aquel "equilibrio del terror" surgido de la paridad nuclear entre Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas durante la pasada "guerra fría", ninguno de los dos adversarios puede suprimir a su contendiente sin infringir un daño irreparable a su propia economía.

Buscan entonces ganar la delantera en el campo de la innovación tecnológica, cuya aplicación al mundo productivo y al poder militar es la llave de la hegemonía global en el siglo XXI.

Según las estimaciones de la International Data Corporation (IDC), la principal consultora estadounidense de telecomunicaciones, en 2025 el 75% de la población mundial (8.500 millones de personas) estará conectada digitalmente y cada una de ellas tendrá una interconexión cada dieciocho segundos, o más.

En este universo extraordinario de la "Big Data", el principal instrumento de conexión será la Internet móvil 5G, cuya celeridad de transmisión es cien veces superior a la 4G, actualmente en funcionamiento.

La convergencia entre la "Big Data" y la 5G es el núcleo de la llamada "Cuarta Revolución Industrial", orientada hacia la informatización generalizada de la industria manufacturera y de los servicios que transformará en sus raíces no sólo el sistema económico mundial sino también sus pautas culturales y las características de la sociedad planetaria.

IDC advierte que el crecimiento de la "Big Data" es explosivo. Señala que su indicador "Esfera Global" ("Global DataSphere") crecerá de los 33 Zettabytes (ZB) de hoy (un ZB equivale a un billón de Gigabytes) a 175 ZB en 2025 y que ese incremento continuará multiplicándose a partir de entonces.

La herramienta fundamental de este "boom" de innovaciones que está en marcha son las nuevas empresas tecnológicas.

Este es el terreno que domina ampliamente Estados Unidos pero que ahora empieza a horadar China, que se propone convertir en emprendedores a una parte sustancial de su actual fuerza de trabajo constituida por nada más y nada menos que unos de 900 millones de operarios.

En los últimos cinco años, China creó más de 40 millones de empresarios. El 15 por ciento de esas nuevas empresas son "start ups" de alta tecnología. El comunismo chino, antaño expresión del proletariado, impulsa el nacimiento de la burguesía más numerosa de la historia mundial.

Cuando China se avecina

El estudio de la IDC afirma que "en esencia, la "nube", o "cloud computing", se convierte en el núcleo de un nuevo sistema de acumulación, "superintensivo e hipercompetitivo". La consultora indica que en 2025 el 49% de la "Big Data" -es decir, casi la mitad- residirá en las usinas de la "nube" y que ese stock aumentará al 70% en 2030.

Pero ese aumento no es parejo: la "Big Data" china, que ya es la primera a escala mundial, crece a un ritmo del 30% anual y en 2025 será mayor que la de los Estados Unidos y la Unión Europea sumadas. Este desnivel otorga a la República Popular China una ventaja decisiva en el despliegue de las nuevas tecnologías, en especial de la inteligencia artificial.

Como en cualquier otra actividad, en la competencia tecnológica los chinos hacen uso de su principal ventaja competitiva: el número. Su inmensa población y la laxitud de sus leyes de privacidad les otorgan acceso a muchos más datos que a sus rivales norteamericanos.

Kai-Fu Lee, exdirector de Google en China, advierte que "los estadounidenses tienen ahora la desventaja de la información".

En China hay más "unicornios" (empresas tecnológicas con un valor accionario mayor a los 1.000 millones de dólares) que en Estados Unidos.

Al lado de Huawei, el gigante chino de las comunicaciones, se expanden otras empresas tecnológicas como Tencent, Alibaba (el Amazon chino), Baidu (el Google chino, que en la Bolsa de Hong Kong está valuada en 40.000 millones de dólares) y recientemente Didi Chuxing, una competencia de Uber a la que los analistas financieros valúan en 66.000 millones de dólares, cerca ya de los 68.000 millones de dólares en los que está valuada la compañía estadounidense.

Tucidides y el muro digital

Mientras tanto, si bien Microsoft, Google, Amazon y Apple son las mayores compañías del mundo por su cotización bursátil, Estados Unidos disminuye progresivamente su participación en la "cloud computing" global, que bajará del 51% en 2017 hasta el 31% en 2025, aunque en ese lapso en términos absolutos más que triplique su volumen de datos.

Frente a este desafío crucial, el gobierno de Donald Trump tomó el toro por las astas y desató una confrontación, planteada en términos de una "guerra comercial", cuyas consecuencias todavía no puedan precisarse con exactitud, pero genera un nuevo escenario que habrá de signar el escenario mundial de los próximos años, sino décadas.

El ala más dura de la administración republicana que lidera el polémico Trump acude a la metáfora histórica de la “trampa de Tucídides” para señalar que, desde la guerra del Peloponeso entre Atenas y Esparta, ocurrida hace casi 2.500 años, la mayoría de los cambios en la hegemonía mundial han surgido de confrontaciones bélicas entre la superpotencia existente y la superpotencia desafiante y advierte que Estados Unidos tiene que prepararse para esa contingencia. 

A esta visión, el gobierno de Beijing contrapone la idea de un “ascenso pacífico”, una consigna que define un modo de actuar y que no tranquiliza a los estadounidenses.

Las represalias norteamericanas contra el gigante chino de las comunicaciones Huawei condensan en un solo punto toda la dimensión del conflicto. 

Huawei, fundada por un ex ingeniero de la división de tecnología militar del Ejército Rojo, nació en Shenzhen, una pequeña aldea de pescadores del sur de China que por su proximidad con Hong Kong fue elegida hace cuarenta años por Deng Xiaoping como sede del primer experimento de apertura del régimen comunista a la economía de mercado y con ello, paulatinamente, a la globalización. 

Hoy esa pequeña aldea es considerada el “Silicon Valley chino”, asiento de las compañías tecnológicas que disputan con Estados Unidos el liderazgo en el campo de la innovación. 

El presidente chino, Xi Jinping, tiene un lazo familiar directo con aquella experiencia: su padre, Xi Zhongxun, quien estuvo prisionero en un “campo de reeducación” durante la Revolución Cultural, fue rehabilitado y convocado hace cuatro décadas por Deng para organizar esa primera experiencia capitalista en la República Popular. 

Las prohibiciones impuestas por la Casa Blanca a las empresas norteamericanas para contratar con la cuestionada Huawei, una medida que Washington pretende que sea imitada por la Unión Europea y por los países de América Latina, implica la intención de construir un “muro digital”.

En este caso, a diferencia del muro de Berlín, constituido por la Unión Soviética para evitar la migración desde Alemania Oriental hacia Alemania Occidental y cuyo final ocurrió en 1989, busca impedir que la penetración en Occidente de las nuevas compañías tecnológicas chinas acelere el desplazamiento de Estados Unidos por la nueva superpotencia emergente.
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