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VIDEO Edificios encantados: las escalofriantes historias que rodean a la Legislatura salteña

Los leones en el pórtico de acceso simbolizan las fuerzas protectoras que buscan combatir las influencias malignas. Y quizás sean una seria advertencia.
Sabado, 15 de junio de 2019 07:35

El edificio de la Legislatura salteña, de Mitre 550, se encuentra custodiado por 22 leones que representan -de acuerdo a los significados iconográficos- la fuerza, la justicia y el valor. Sin embargo, su presencia también hace referencia a fuerzas protectoras que buscan combatir las influencias malignas. Y dos de los felinos están apostados en el pórtico de acceso, quizás como una seria advertencia.

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El edificio de la Legislatura salteña, de Mitre 550, se encuentra custodiado por 22 leones que representan -de acuerdo a los significados iconográficos- la fuerza, la justicia y el valor. Sin embargo, su presencia también hace referencia a fuerzas protectoras que buscan combatir las influencias malignas. Y dos de los felinos están apostados en el pórtico de acceso, quizás como una seria advertencia.

El edificio fue construido de acuerdo a los gustos y costumbres de mediados del siglo XIX, con claustros sombríos, amplios corredores y ambientes solemnes, detallan los historiadores. El palacio esconde secretos que algunas personas que lo frecuentaron no olvidarán jamás.

Juan Angel, quien vivía allá por los años 50 y 60 en Rivadavia al 900, contó a El Tribuno: “Antes la Legislatura estaba rodeada por un enrejado muy parecido al de la Escuela Normal. Cuando eramos chicos nuestros padres nos decían que de noche no pasemos por esa vereda, porque asustaban. Y de hecho solían escucharse gritos y ruidos como de peleas, sobre todo en el subsuelo donde estaba la biblioteca o mejor dicho, el depósito de la biblioteca. Dicen que también allí funcionaban calabozos”.

Cuentan que en las madrugadas suelen escuchase pasos que hacen crujir los antiguos travesaños de quebracho que sostienen el piso del recinto, que por cierto es de madera. “Siempre se tejieron muchas historias de este lugar. Los viejos empleados decían que antes de que exista el edificio, en este predio se libraron sangrientas batallas y se enterraron los cuerpos de los soldados que murieron”, contó Fidel, secretario de una legisladora salteña.

“Algunas noches y en las madrugadas cuando la calma reina en el centro de la ciudad, murmullos y debates con acento de otras épocas suelen oírse en el interior de las oficinas y en las galerías abiertas, que dan a los patios internos”, recordó Pin, un antiguo empleado de la Legislatura.       

El edificio tiene una dilatada historia. De acuerdo a datos documentales, desde su constitución en 1806 hasta 1889 funcionó en el Cabildo Histórico, frente a la plaza 9 de Julio, donde también se encontraba la Casa de Gobierno y el Palacio de Justicia. Luego el recinto se trasladó a instalaciones de la actual Central de Policía, en calle General Güemes, donde permaneció hasta 1902. Precisamente -de acuerdo a los relatos históricos-, ese año se terminó el actual Palacio Legislativo. Su construcción se había dispuesto en 1885. Los planos fueron diseñados por el Ing. Fernando Solá y los trabajos dirigidos por don Francisco Righetti. Luego la obra le fue confiada al Ing. Vicente Arquatti. A partir de su inauguración, la Legislatura funcionó en Mitre 550 donde compartía espacio con los poderes Ejecutivo y Judicial, hasta que la Casa de Gobierno se trasladó a Buenos Aires 177 (1940) y el Poder Judicial a Sarmiento esquina Belgrano (1961). A partir de entonces el Palacio de Gobierno pasó a ser el actual Palacio Legislativo o Casa de los Leones.

Fueron muchas las generaciones de salteños que desempeñaron allí diferentes funciones de gobierno y no menos las que dejaron gran parte de sus vidas entre sus paredes. “Hoy se resisten a abandonar el lugar y se manifiestan de tanto en tanto, como si intentaran retomar sus antiguas tareas”, cuentan los entendidos.

Testimonios

Los testimonios que dan cuenta que en el Palacio Legislativo ocurren cosas extrañas son innumerables. José de Guardia de Ponté, empleado legislativo e historiador quien pasó cerca de 40 años de su vida laboral entre sus muros y arcos de medio punto, contó: “Mucha gente fue testigo de fenómenos paranormales o al menos muy extraños. A mí, sin ir más lejos, me pasó en el año 98 algo muy raro”.

En su relato, el hombre recordó: “Eran las 3 de la madrugada y volviendo de una reunión social paré en la esquina de la Legislatura a comer una hamburguesa. Cuando levanté la vista, vi enfrente las luces prendidas en la sala de taquigrafía. Me resultó muy extraño. Luego busqué a los guardias y les pregunté quien podía estar a esa hora. Fueron terminantes: ¡No hay nadie!. A uno de ellos le dije que vaya a ver, pero me respondió ‘ni loco’, si queres vamos juntos”. Luego continuó: “Fue así que subimos las empinadas escaleras y una vez arriba comprobamos que estaba todo prendido, pero en ese mismo momento se produjo un apogón. El julepe que nos pegamos fue mayúsculo, estabamos completamente a oscuras y nos faltaron piernas para llegar a la vereda”, señaló José.

El fantasma de un exdiputado

Otro hecho que conmocionó a algunos empleados fue la aparición del fantasma de un expresidente de la Cámara de Diputados que había fallecido hacía unos cinco años, al momento de ocurrido el contacto paranormal. “Estaban los changos en las oficinas de la presidencia, como a las 8 de la mañana, y de pronto se abre la puerta y entra este hombre, vestido de traje directo y presuroso hacia su despacho. Quedaron todos mudos y llamaron a seguridad. Revisaron el lugar y no había nadie. Para asegurarnos les mostramos una foto del finado y confirmaron que se trataba de él”, detalló Guardia del Ponté.

La mujer y el ascensor

En el repaso sobre las experiencias de ultratumba junto Guardia Ponté, apuntó que es muy frecuente escuchar en las noches silvidos dentro del recinto que recuerdan melodías del Payo Solá, de Daniel Toro y del Cuchi Leguizamón, entre otros.   

“Otro tema fue el ascensor del área de Presidencia. Los guardias afirmaban que subía y bajaba toda la noche hasta que se rompió. Atribuían este fenómeno a travesuras de las almas en pena. El ascensor dejó de funcionar definitivamente por desperfectos allá por el año 1987, más o menos”, recordó José Guardia de Ponté. Por otra parte, puso de relieve testimonios que escuchó de los guardias y serenos sobre el espectro de una mujer que deambula por las galerías y los pasillos con un niño. “La describen como vestida de época y anda por las noches con el chiquito de un lado para el otro”, concluyó.

Textos: Daniel Díaz / Fotografías Javier Corbalán

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