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Del abucheo al aplauso, vamos despacio...

Lunes, 24 de junio de 2019 02:18

Si vamos a pasar del abucheo al aplauso fácil en cuestión de horas, debemos hacerlo con cautela, con cierto recelo, con precaución. 
Hace apenas un puñado de días, cuando Argentina cayó sin atenuantes contra Colombia y luego no supo cómo vencer a Parguay, la Selección recibió todo tipo de críticas, válidas y justificadas. Porque lo que se había observado en el campo de juego no ameritaba otra cosa.

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Si vamos a pasar del abucheo al aplauso fácil en cuestión de horas, debemos hacerlo con cautela, con cierto recelo, con precaución. 
Hace apenas un puñado de días, cuando Argentina cayó sin atenuantes contra Colombia y luego no supo cómo vencer a Parguay, la Selección recibió todo tipo de críticas, válidas y justificadas. Porque lo que se había observado en el campo de juego no ameritaba otra cosa.

Hoy, tras la victoria sobre Qatar, no hay que perder de vista el panorama completo de lo que la Selección va dejando en esta Copa. Hoy no se puede hablar de un equipo ya formado, hecho y derecho. La crítica no puede irse al otro extremo ni mucho menos. Los desacoples siguen estando a la vista y algunas bajas actuaciones también.

Muchas dudas surgieron sobre la capacidad de Lionel Scaloni para digirir a la Selección y esas dudas siguen pesando sobre el técnico. Pero, para ser franco, al menos Scaloni no se encerró en la soberbia y se animó a demostrarse así mismo que puede ser más valiente a la hora de planear los partidos. Hay errores, como el de no haber convocado a un cinco de corte y recuperación, que ya no lo puede solucionar, pero al menos algo logró cambiar en la mente de Leandro Paredes, por ejemplo, que además de hacer circular el balón, se animó a raspar un poco más, a “comer tobillos” como se dice en la jerga futbolera.

Scaloni escuchó lo que le pedía un país prácticamente, juntar a Lautaro Martínez con el Kun Agüero, y el plan dio buenos resultados. Argentina fue mucho más peligrosa que en sus presentaciones anteriores. No hay verdades absolutas como las que creía en su momento Marcelo Bielsa cuando se negó a juntar Batistuta y Crespo en el Mundial del 2002. De esa, aprendieron varios.

Scaloni algo logró cambiar a tiempo y los jugadores hicieron el resto. Lo Celso también se dio cuenta de que el equipo necesitaba mayor entrega de su parte. De Paul tuvo mucha más actitud, mayor convicción. Saravia tuvo otra chance e intentó no desaprovecharla. El que sigue sin “pegarla” es Otamendi, y Messi aparece poco. ¡Ojo a La Pulga!

Argentina logró un triunfo que apaga el fuego de los incrédulos y les da un sorbo de esperanza a los creyentes, a los que se ilusionan con facilidad. Pero despacio, Venezuela no es Qatar y mucho menos Brasil, el posible rival de la semifinal. Vamos despacio...    

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