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“Las mujeres, de forma colectiva, estamos alumbrando una historia de silencios”

La escritora, galardonada con el primer lugar en el Premio Luis de Tejeda por "Formosa" habla de la literatura, el feminismo y la deconstrucción. 
Martes, 25 de junio de 2019 12:38

Anahí Pérez Pavez escribe  desde hace años, como solo lo hacen los apasionados. Ese ejercicio constante, sutil y minucioso dio sus frutos a fines de 2018, cuando su primera novela resultó elegida entre las más de 160 recibidas para el Premio Luis de Tejeda,  un certamen literario de carácter anual, y alcance nacional, organizado por la Municipalidad de Córdoba.

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Anahí Pérez Pavez escribe  desde hace años, como solo lo hacen los apasionados. Ese ejercicio constante, sutil y minucioso dio sus frutos a fines de 2018, cuando su primera novela resultó elegida entre las más de 160 recibidas para el Premio Luis de Tejeda,  un certamen literario de carácter anual, y alcance nacional, organizado por la Municipalidad de Córdoba.

La joven porteña, quien recientemente vio su trabajo cristalizado en un libro, dialogó con El Tribuno sobre Formosa, que transita una polifonía enriquecida por el tango, la política y la violencia al interior de un hogar con líderes opacos. La obra, definida por la autora como autobiográfica y feminista es, sin dudas,  uno de los hallazgos literarios de 2019.  “Ficción y realidad son dos maneras de nombrar lo mismo”, asegura la joven artífice de estas páginas que conmueven con altura, escapan a los golpes bajos e invitan a la deconstrucción.

Formosa, tu primera novela, cruza la política, la violencia intrafamiliar y el tango ¿con qué criterio seleccionaste esos tres ejes?

El criterio para elegir esos tres ejes fue pensar el poder; más bien el micropoder que fluye en la dinámica de las relaciones sociales. Me interesaba revisar cómo la asimetría puede darse de distintos modos, con personas de diferentes espacios y jugar un rol tan central en la trayectoria de una vida. Eso implicó un trabajo donde debía hacer literatura con cuestiones que desde el razonamiento podía entender, hoy existen conceptos que antes no respecto de la violencia machista, pero los que escribimos sabemos que literatura es casi lo opuesto a “explicar”. Y eso fue un gran trabajo.

 Esta obra es el resultado de varios años de escritura ¿cómo describirías el proceso para llegar a ella?

El proceso de escritura de Formosa fue trabajoso, en un hermoso sentido del término. En un blog que usaba hace años me leí escribir que “Formosa iba a terminar cuento”. Me reconozco en ese pensamiento porque para que un texto quede publicable hay que poner y quitar muchas cosas. Yo sabía que tenía algo para decir pero tenía que encontrar cómo. Encontrar las palabras para decir lo que se tiene para decir es un gran trabajo técnico y anímico. Ya en 2016, luego de haber sido finalista de un primer concurso, tomé nota de eso y me di cuenta de que mi tono y registro habían cambiado mucho. Mi voz de los treinta años era distinta a la de los veinte. Tuve que encontrar una forma que conjugue a ambas y mejorar el texto. Lo que no implica que me guste todo de Formosa hoy, pero la acepto como a una hija amada.

Hay una mención a tu nombre dentro de la novela,  asociado al femicidio de una india “insurrecta” ¿cuánto hay de autorreferencial en tu obra?

Mucho. Formosa es una ficción autobiográfica con todo lo que ese mote implica. Hace un tiempo se renegaba mucho de ese “mal uso” de la ficción, o de esa “prostitución” de la realidad. Lo cierto es que hoy estamos más relajados y aceptamos que ficción y realidad son dos maneras de nombrar un mismo objeto. Lo que nos pasa, lo que sentimos, lo que percibimos, lo que fantaseamos. Lo que está en el orden de lo posible y lo potencial. Y me encanta que digas femicidio respecto del asesinato de una india, porque la historia está muy manchada de víctimas que racializadas y como mujeres ni siquiera tuvieron la oportunidad de ser nombradas, cuyas historias no se documentaron, cuya palabra se perdió casi para siempre y que sólo se puede reponer a partir de la fantasía y la investigación de las mujeres que somos.

El hecho de abuso que se adivina desde las líneas iniciales, cumple para vos una función “didáctica”, ¿considerás que a partir de tu ficción algunas mujeres pueden animarse a denunciar?

No me arrogo tanto poder, pero sí creo que entre todas, de forma colectiva, estamos las mujeres alumbrando una historia de silencios. No es casual que cuando yo aún no había leído sobre abuso y pretendía escribir lo propio muchas otras lo estaban planeando o haciendo desde sus casas, desde sus computadoras, desde sus fanzines. Somos muchas las mujeres que tenemos algo para decir sobre abuso sexual y violencia machista. Hay toda una genealogía patriarcal que desentrañar. Para entender y aprender a desactivar en el presente. Además hay  autoras maravillosas que nos precedieron y debemos descubrir. Un ejemplo es que Enero de Sara Gallardo fue escrita en 1958 y es la historia de Nefer, una mujer violada que aborta.

 

En la trama describís algunas postales provincianas, incluís versos del salteño César Isella, casi sobre el final de la historia, en un punto clave ¿considerás que las voces de otros son herramientas para aquello que es complejo decir, o simplemente son recursos literarios?

Las voces de otros son ambas cosas, recursos literarios y herramientas para decir. Yo creo que la literatura es un tejido, el lenguaje es una madeja donde otros ya dijeron de otra forma. La búsqueda propia, más allá de la búsqueda de la originalidad también tiene que ver con escuchar a otros. Su música, sus canciones, lo que representaron en un imaginario y en una época son las formas que encontraron para responder a preguntas que también nos hacemos hoy. En Formosa me interesó recurrir a la música de la tradición de izquierda para repensar cómo el arte también cristaliza una moral.

¿Definirías a Formosa como una obra feminista, te planteaste en hacer algún aporte, más allá del artístico, mientras la escribías?

Sí, Formosa es feminista. Lo es desde un lugar de humana incorrección. Y no lo digo desde el esnobismo de lo políticamente incorrecto, lo digo desde el posicionamiento de una mujer en su devenir. En Formosa hay una chica reconociendo daños y proponiéndose justicia. Su personaje central, Laika Zaruk, hace las cosas bien y hace las cosas mal. Me incomoda hasta a mí. La termino aceptando, porque como bien se lee en mi libro: hay personalidades que no pueden cambiar. Otras sí, en eso estamos, deconstruyéndonos.

 

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