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La hoja de coca, legal pero no tanto: necesita control aduanero ante la posibilidad de riesgos

Su consumo fue despenalizado, pero no su comercio: hay un vacío legal. El brote de arenavirus en Bolivia desnuda la necesidad de leyes aduaneras que controlen su ingreso.
Jueves, 18 de julio de 2019 00:00

Como pocas veces en la historia de las prohibiciones internacionales, Salta revirtió el estatus de la hoja de coca y legalizó su consumo desde 1989. Hoy podemos cruzar en cualquier kioscos de la ciudad carteles ofreciendo la sagrada hoja de los Andes, como en ninguna otra parte de América. Única en su tipo, en Salta la hoja es requerida si prejuicios raciales ni de clases sociales por el barrendero o el general el agente de tránsito, el deportista, el médico o el ministro.

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Como pocas veces en la historia de las prohibiciones internacionales, Salta revirtió el estatus de la hoja de coca y legalizó su consumo desde 1989. Hoy podemos cruzar en cualquier kioscos de la ciudad carteles ofreciendo la sagrada hoja de los Andes, como en ninguna otra parte de América. Única en su tipo, en Salta la hoja es requerida si prejuicios raciales ni de clases sociales por el barrendero o el general el agente de tránsito, el deportista, el médico o el ministro.

La hoja de coca "no es un estupefaciente" ni un "vicio pernicioso", como lo había calificado el último gobierno de facto en el decreto nacional 648, del 17 de marzo de 1978, con el que prohibió su importación legal hacia la zona de consumo habitual que abarcaba a Salta, Jujuy y Tucumán desde 1958. Adscribía, de esta manera, a la Convención Única de Estupefacientes de la ONU de 1971 que había incluido a la hoja en la lista "A" de drogas peligrosas.

Pero aunque ya en 1987 varios jueces salteños y jujeños habían sentado jurisprudencia para tratar más benignamente a los usuarios detenidos por consumo de hojas de coca, a partir 1989 gracias a la presentación que el entonces diputado por la UCR salteña, Juan Carlos García Castiella, hiciera ante los poderes de la Nación, se permitió el coqueo en el NOA.

"La ley de libre consumo de coca es lo mejor que se pudo conseguir en cuanto a prevención de adicciones y se modificó la ley de prevención de consumo de estupefaciente, donde se detenía a quienes mascaran coca. Ahora lo que faltó modificar es el Código Aduanero o simplemente sacar de la lista de todo lo prohibido a la hoja de coca y poder venderla, como en algún momento se hizo, en las farmacias", cuenta Castiella.

Vacíos legales peligrosos

Pero si bien el consumo fue despenalizado, no fue así con el comercio de la hoja y todas las partidas que se pueden encontrar en Salta tienen un origen informal. Hasta la vigencia de la Convención Única, las leyes aduaneras nacionales permitían importar hasta 190.000 kilos de hojas de coca que se vendían en forma libre, legal y controlada. Con la reciente aparición del arenavirus, del tipo Machupo 2, transmitido a través de roedores y que produjo muertes en Bolivia, el vacío legal aduanero respecto a la hoja fue nuevamente puesto en el tapete. Nada mal si consideramos que, según el Instituto de Ingeniería y Desarrollo Industrial de la Universidad Nacional de Salta (UNSa), solo en la capital salteña se venden por día más de 14 mil kilos. Un monto económico que el mismo estudio cuantifica en 600.000 dólares, cifra que el Estado también deja pasar por alto en medio de la crisis.

Desde su descubrimiento, el uso de la cocaína se consideró una “costumbre elegante”: no deja halitosis ni rastros antiestéticos como sí lo hace el coqueo; consumo y efecto son rápidos y asépticos y permite sucedáneos como cucharitas, esniferos, etc.; objetos que avalan la diferenciación social. Por esta razón la hoja de coca es menos conocida que su subproducto. A diferencia de otros estimulantes americanos como el chocolate o el tabaco, la coca no tuvo éxito en las costumbres occidentales. Su rechazo se debe tal vez a la cuestión estética, ya que para su consumo debe armarse una bola de hojas en la boca -coquear, acullicar, pischar- que se renueva a gusto. La saliva, ayudada por un álcali como el bicarbonato o la ceniza, extraen los químicos del vegetal. A veces la boca queda verde y el aliento con un tinte especial: no se ajustan al protocolo occidental. Sin embargo, se halla integrada a la farmacopea popular y se cuenta entre los primeros auxilios de las casas de la región: se supone que tomar una taza de “té de coca” es “bueno para la salud”. Por sus propiedades vigorizantes acompaña a los trabajadores, sean profesionales, oficinistas u obreros, que deben pasar una larga jornada en actividad. En el resto del país se ignora que en el NOA se coquea tradicionalmente. Se relaciona la hoja con Bolivia o directamente con “el mundo de las drogas”. Pero coca no es cocaína. Como uva no es vino ni cebada cerveza. La coca es signo y símbolo de la historia de la región.

El arenavirus y su posible contagio a través de las hoja    

A principios de este mes se viralizó por las redes sociales -y fue reproducido sin mucha consulta profesional por varios medios- la advertencia de no acullicar coca ante la posible transmisión de arenavirus, causante de fiebre hemorrágica, a través de las hojas.
El brote sucedió en el departamento Yungas de La Paz, en Bolivia, y se cobró tres vidas: la de Ximena C., practicante de medicina en el hospital Caranavi; la del gastroenterólogo Gustavo Vidales, quien atendió a Ximena, y la del paciente cero, un agricultor de ese municipio yungueño. Se supo que se trata de arenavirus del nuevo mundo del genotipo Chapare, que lo transmiten ratas y de humano a humano solo a través de fluidos corporales. Epidemiólogos del Ministerio de Salud de ese país sospechan que las ratas que contagiaron el mortal arenavirus están migrando a zonas más altas desde los llanos orientales, debido a la deforestación y la tala indiscriminada que empuja la frontera agrícola en todo el continente. Lo mismo que sucede con el hanta virus y la llamada “fiebre hemorrágica argentina”, que tiene similares características al arenavirus.
Ante la creciente ola de miedo que desató la noticia, el propio ministro de Salud de la Provincia, Roque Mascarello, descartó que ese fuera el mecanismo de transmisión de la enfermedad. “Cuando se viralizan noticias y no se las chequea hacemos un gran daño porque generamos sensación de inseguridad en la gente. Es bastante poco probable de que ese sea el mecanismo de transmisión”, dijo. Es que, como aclaró la ministra de Salud de Bolivia, Gabriela Montaño, “el tiempo de vida de este virus es muy corto, no pudiendo mantener la capacidad de transmisión al llegar a otras ciudades”.
Se debe señalar que para el arenavirus, como sucede con otras “enfermedades de la pobreza”, no existen antivirales, y que el tratamiento es el relacionado a medidas de sostén, para evitar que se generen episodios hemorrágicos y así generar el equilibrio necesario para que sea el organismo del infectado el que pueda vencer al virus.
El arenavirus fue reportado por primera vez en La Paz. Se trata de un virus que causa fiebre hemorrágica, dolores de cabeza, músculos y abdomen. El roedor del género Calomys es el transmisor, aunque también es posible el contagio entre personas por fluidos, sobre todo por sangre. Al ser un cocalero una de las primeras víctimas, el fantasma del contagio recayó sobre la hoja. Sin embargo, desde aquellos primeros casos, no se volvieron a registrar otros en todo el territorio boliviano. De todas maneras, generó la alerta en Salta y Jujuy, donde el consumo de la hoja de coca es consuetudinario, cultural y cotidiano.

 


 

 

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